Democracia y privatizaci¨®n
Lo privado incumple m¨¢s los est¨¢ndares de la buena pr¨¢ctica y tiene peores resultados cl¨ªnicos
La derivaci¨®n de actividad cl¨ªnica desde el hospital Cl¨ªnic de Barcelona al Sagrat Cor, del grupo empresarial IDC Salud, es el ¨²ltimo ejemplo de la presi¨®n privatizadora que sufre la sanidad p¨²blica, una presi¨®n procedente de unos Gobiernos cuyo proceso de toma de decisiones adolece de los requisitos exigibles de transparencia y participaci¨®n de los actores implicados, desde el Parlamento a los trabajadores y pacientes del sistema.
La toma de decisiones en las organizaciones sanitarias no est¨¢ basada hoy en la evidencia cient¨ªfica ni en el reconocimiento del saber de sus profesionales. Tampoco en la existencia de un proyecto transparente que d¨¦ a conocer hacia d¨®nde se dirige la organizaci¨®n y los valores que gu¨ªan esos cambios. Las organizaciones pierden as¨ª su alma y se convierten en espacios en los que la honestidad de las propuestas es cuestionada, la comunicaci¨®n y la transparencia no son una prioridad, y el liderazgo adolece de credibilidad. Todo ello genera una p¨¦rdida de confianza hacia los responsables pol¨ªticos por la distancia entre su discurso y las decisiones tomadas, que se ejecutan en t¨¦rminos de poder y con un d¨¦ficit de democracia y participaci¨®n.
En este contexto, el reparto y privatizaci¨®n de lo p¨²blico se ha convertido en una de las pol¨ªticas moda. Y si se pretende justificar estas decisiones en la mejor evidencia cient¨ªfica disponible, conviene resaltar la ausencia, hasta la fecha, de pruebas emp¨ªricas s¨®lidas respecto a la mayor eficiencia de los servicios sanitarios privados.
Necesitamos m¨¢s democracia y participaci¨®n, m¨¢s evaluaciones y estudios emp¨ªricos y menos inventos basados en creencias y no en evidencias
Sami Na?r comenta en su art¨ªculo La privatizaci¨®n del bien com¨²n que este proceso de privatizaci¨®n generalizado (imparable) de la sanidad (y la educaci¨®n, servicios sociales¡) implica la destrucci¨®n programada de todo lo p¨²blico, en un fen¨®meno que afecta primero a los pa¨ªses econ¨®micamente m¨¢s d¨¦biles, pero que se extiende hacia los m¨¢s fuertes, construy¨¦ndose una nueva sociedad del ¡°todo privatizado¡±.
En el ¨¢mbito sanitario, la privatizaci¨®n se basa en argumentos como la crisis del Estado de bienestar, la supuesta eficiencia del sector privado o la rigidez y falta de adaptaci¨®n al entorno de las instituciones p¨²blicas. Ello sirve para justificar una creciente provisi¨®n privada de servicios sanitarios sin que los estudios cient¨ªficos realizados hasta la fecha respalden esta opci¨®n. Algunos de los hechos hasta la fecha adolecen de calidad y rigor metodol¨®gico. Otros concluyen justo lo contrario: cinco investigadores de las universidades de California, Harvard, Londres y Cambridge (Basu et al Plos 2012) publicaron una revisi¨®n sistem¨¢tica de estudios en la que concluyeron que es cuestionable la opini¨®n de que el sector privado sea m¨¢s eficiente, responsable, o efectivo que el sector p¨²blico. Es m¨¢s, lo privado incumple m¨¢s habitualmente los est¨¢ndares m¨¦dicos de buena pr¨¢ctica y tiene peores resultados cl¨ªnicos.
Por tanto, no existe evidencia en estudios internacionales en pa¨ªses desarrollados ni evaluaciones realizadas en Espa?a, de mayor eficiencia de la provisi¨®n privada ni de las estrategias de reforma, basadas en cambios normativos que les libere del control administrativo y presupuestario ni de una mayor efectividad de este tipo de innovaciones. Y en cambio, como plantea Jos¨¦ Ram¨®n Repullo, las empresas privadas con fuerte ¨¢nimo de lucro tienden a la selecci¨®n de riesgos, buscando ¡°descremar¡± la demanda y quedarse con los casos menos graves y m¨¢s rentables, aquellos que se pueden resolver de forma m¨¢s sencilla y con menor riesgo de efectos adversos y complicaciones.
Por tanto, necesitamos m¨¢s democracia y participaci¨®n, m¨¢s evaluaciones y estudios emp¨ªricos y menos inventos basados en creencias y no en evidencias.
Son tiempos en los que necesitamos que la sanidad (eficiente y equitativa) encuentre su medicina a trav¨¦s de una nueva sabidur¨ªa en la delimitaci¨®n de las propuestas y definici¨®n de los proyectos y una inteligencia, basada en la conversaci¨®n democr¨¢tica, la participaci¨®n y la escucha, en la que los pacientes y la ciudadan¨ªa (y los profesionales naturalmente) no sean excluidos.
Joan Carles March es profesor de la Escuela Andaluza de Salud P¨²blica.
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