La Cubana no se casa con nadie
¡®Campanadas de boda¡¯ es una fiesta par¨®dica con actuaciones descacharantes, coplas, m¨²sica de Bollywood y una acci¨®n orquestada sin desmayo
Mientras otros c¨¦lebres directores catalanes se han ido poniendo al frente de grandes teatros p¨²blicos o se han habituado a dirigir para ellos, Jordi Mil¨¢n ha seguido a lo suyo y sin ahormarse. La Cubana, compa?¨ªa de la que es puntal, produce poco pero excelente, ech¨¢ndole muchos meses de trabajo con dedicaci¨®n exclusiva. Sus espect¨¢culos son ¨²nicos. C¨®meme el coco, negro, ¨²ltimo que vimos en Madrid, ofrec¨ªa dos funciones en una: la primera, donde se recrean n¨²meros de variedades del arcano Teatro Chino de Manolita Chen, empezaba sistem¨¢ticamente una hora antes de lo anunciado (de modo que el p¨²blico no avisado se la perd¨ªa) para justificar as¨ª esa comica segunda parte de inspiraci¨®n beckettiana en la que los personajes se pon¨ªan a desmontar la escenograf¨ªa, confiando en que el p¨²blico se fuera a casa, seg¨²n dec¨ªan con la boca peque?a.
Campanadas de boda
Idea, gui¨®n y direcci¨®n: Jordi Mil¨¢n. Int¨¦rpretes: Xavi Tena, Toni Torres, Mar¨ªa Garrido, Meritxell Dur¨®, Annabel Totusaus, Alesandra Gonz¨¢lez, Babeth Ripoll, Bernat Cot, Montse Amat, Oriol Bur¨¦s, ?lex Esteve. Caracterizaci¨®n: La Bocas. Vestuario: Cristina L¨®pez. Coreograf¨ªa: Leo Quintana. Escenograf¨ªa: La Cubana y Castells Planas. Nuevo Teatro Alcal¨¢.
Campanadas de boda tambi¨¦n da dos por uno. La primera parte es un divertid¨ªsimo sainete costumbrista, servido con arrobas de iron¨ªa, sobre como la familia (o su n¨²cleo duro) toma colegiadamente decisiones que deber¨ªan ser del ¨¢mbito privado de uno de sus miembros, atendiendo al qu¨¦ dir¨¢n y a la opini¨®n p¨²blica en lugar de atender al inter¨¦s leg¨ªtimo del afectado. En la segunda parte, mediante un fulgurante cambio escenogr¨¢fico de dimensiones imprevistas, el espect¨¢culo toma un rumbo sorpresivo y totalizador, del que conviene desvelar cuanto menos, mejor. Su argumento gira en torno a Violeta, novia de un actor de Bollywood con el que piensa irse a vivir a la India, y a la presi¨®n que Hortensia, su madre, y su t¨ªa Margarita (floristas de origen catal¨¢n muy bien instaladas en Madrid) ejercen para que se case.
De forma amena, con un texto gracioso certeramente adaptado a nuestra ciudad (el original suced¨ªa en Barcelona), unas actuaciones despiporrantes y una acci¨®n m¨²ltiple orquestada sin desmayo, La Cubana pone en evidencia la hipocres¨ªa de una clase media acomodada que, queriendo parecer moderna, act¨²a en el fondo por imperativos sociales: Violeta debe celebrar un bodorrio que haga ¨¨poca, lo quiera ella o no lo quiera, cediendo a la voluntad de su madre y de sus t¨ªas, pero su hermano homosexual y su pareja, que est¨¢n deseando casarse e invitar a todo el mundo, deben hacerlo de tapadillo para que nadie del entorno se?ale a sus mayores con el dedo.
Mil¨¢n y sus c¨®mplices tienen un olfato envidiable para la s¨¢tira social: donde ponen el ojo, salta la carcajada. Su trabajo se basa en la observaci¨®n. Les gusta tomar retratos del natural y extremar los rasgos de lo retratado para hacer m¨¢s evidentes las malformaciones del car¨¢cter, los lugares comunes sentimentales y los tics del alma. La parodia es su credo, y la revista su liturgia. Campanadas de boda empieza en clave de sainete, pero acaba siendo lo m¨¢s parecido a una revista actualizada y espectacularmente metateatral, una fiesta que envuelve al p¨²blico, en la que solo falta el banquete y en la que el cine (empleado aqu¨ª de manera todav¨ªa m¨¢s certera que en Cegada de amor) produce un efecto multiplicador.
Los actores de La Cubana, modelo de entrega, hacen un ejercicio de fregolismo fulgurante, cuyo paradigma es Meritxell Dur¨®, que lleva su energ¨ªa interpretativa siempre al l¨ªmite del vaso, sin desbordarlo, en los papeles antag¨®nicos de Margot, descocada amante francesa del padre de la novia, y de la anciana T¨ªa Consuelo, integrista cat¨®lica de teja, mantilla y capillita port¨¢til de la virgen del Pilar. Dur¨® es una caricata de v¨¦rtigo, pero tambi¨¦n Babeth Ripoll (la dominante mujer del hermano mayor), Mar¨ªa Garrido (felic¨ªsimas, sus interpretaciones de coplas a?ejas y de otras compuestas para la ocasi¨®n), Xavi Tena, Bernat Cot, Annabel Totusaus, Toni Torres, Montse Amat, Oriol Bur¨¦s, Alexandra Gonz¨¢lez y ?lex Esteve, equipo que se multiplica por cinco, son todos ellos actores extremados que saben contenerse antes de llegar al punto de no retorno.
El vestuario rabiosamente kitsch de Cristina L¨®pez imprime en los personajes una p¨¢tina de irrealidad. Campanadas de boda es un caos perfectamente orquestado en el que caben la orientalada y la parodia de lo castizo, los musicales de Bollywood y el homenaje a King Kong (esa novia de blanco presta a caer en manos del indio gigante). En el may¨²sculo final, donde el Paraules d¡¯amor, de Serrat, se canta en hindi y se baila fren¨¦ticamente, de haberse distribuido entre el p¨²blico la letra en castellano nos hubi¨¦ramos sumado encantados a la masa coral.
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