Malaya, la corrupci¨®n descarada

El 30 julio de 2012, en la ¨²ltima sesi¨®n del juicio del caso Malaya, el empresario de Granada Jos¨¦ ?vila Rojas hizo un uso al menos llamativo del derecho a la ¨²ltima palabra que tienen los acusados. El promotor que m¨¢s viviendas hab¨ªa levantado en Marbella durante la d¨¦cada de gobiernos del GIL dijo con desparpajo y a modo de defensa que la Operaci¨®n Malaya, que se desencaden¨® en marzo de 2006, hab¨ªa sido ¡°el comienzo de la crisis en Espa?a¡±. ?Por qu¨¦? Seg¨²n el destacado empresario porque se ¡°abri¨® la veda¡± para que los bancos cerraran el cr¨¦dito al entonces sector m¨¢s din¨¢mico de la econom¨ªa espa?ola: la construcci¨®n.

?vila Rojas, que ya ha cumplido penas en otras causas por fraude o estafa, ha sido condenado hoy a tres a?os y ocho meses de prisi¨®n y a una multa de 11 millones de euros. Su teor¨ªa es un dislate, pero el argumento que utiliz¨® para su defensa dice mucho de c¨®mo actuaron algunos pol¨ªticos y empresarios en los a?os de bonanza. La construcci¨®n era sin¨®nimo de riqueza y empleo y poco importaban los destrozos medioambientales o urban¨ªsticos, muchos de ellos ya irreversibles.

Tampoco importaban la decencia, la probidad o el sentido de servicio p¨²blico, que desaparecieron en muchos municipios que comprobaron c¨®mo moviendo una l¨ªnea en un mapa se propiciaba un pelotazo urban¨ªstico. El paroxismo fue Marbella. La demagogia de Jes¨²s Gil convenci¨® a una amplia mayor¨ªa de ciudadanos de esta ciudad de la Costa del Sol, que le mantuvieron casi una d¨¦cada en la alcald¨ªa, hasta que la justicia le ape¨®. Pese a su marcha, el virus de la corrupci¨®n ya estaba extendido en la clase pol¨ªtica municipal, en los empresarios que se relacionaban con ella y en los testaferros (entre ellos destacados bufetes de abogados) que blanquearon el dinero.

Al frente de todos ellos, el gran corruptor: Juan Antonio Roca, condenado a 11 a?os de c¨¢rcel y a pagar una multa de 240 millones de euros. ?l decid¨ªa a qui¨¦n daba y a qui¨¦n no daba licencias urban¨ªsticas, cobraba las mordidas de los empresarios y repart¨ªa el dinero a su antojo entre los concejales, actores secundarios de esta obra corrupta y macabra.

M¨¢s que marcar el inicio de la crisis en Espa?a, el caso Malaya es el s¨ªmbolo de la corrupci¨®n descarada, de pol¨ªticos y empresarios sin escr¨²pulos y del fracaso de un modelo de crecimiento basado en la especulaci¨®n.