Bipolaridad
Hay algo m¨¢gico en la epopeya del Lugo, que tras superar al Sabadell duerme por primera vez en su historia en puestos de ascenso
Hay algo m¨¢gico en la epopeya del Lugo, que tras superar ayer al Sabadell (1-0 con gol de Pablo S¨¢nchez) duerme por primera vez en su historia en puestos de ascenso a Primera. El triunfo de la modestia y del esfuerzo aplicado con talento es un motivo de esperanza en tiempos que no son de abundancia. S¨ª, al margen del dinero, saber es poder. Hay tambi¨¦n alg¨²n tipo de hechizo en todo lo que rodea al Deportivo, una sociedad que debe casi 160 millones de euros y en la que florecen los candidatos para gestionarla como si en el viejo piso de la Plaza de Pontevedra estuviese oculto un grial, un club en el que a d¨ªa de hoy el envoltorio tiene m¨¢s enjundia que su contenido, en el que el n¨²mero de abonados, la pasi¨®n de sus aficionados o el seguimiento medi¨¢tico que suscita est¨¢ muy por encima de lo que ofrece cuando rueda la pelota y ya no digamos cuando est¨¢ parada (y no s¨®lo en faltas o saques de esquina). Quiz¨¢s alguien deber¨ªa considerar que hay que igualar esa cuenta y no dejar, tampoco por ah¨ª, nada a deber. No es complicado vaciar un estadio, ni siquiera Riazor.
Perder fuera de casa no puede considerarse un drama, ni siquiera aunque esa derrota llegase despu¨¦s de que el ¨²nico tiro a puerta consistiera en un mal centro realizado por un lateral diestro desde la zurda. Hasta al mejor Deportivo de la historia se le recuerdan actuaciones paup¨¦rrimas. El drama es no ser consciente de quien eres y elevar el list¨®n de la exigencia m¨¢s all¨¢ de lo que se puede franquear. Ese tipo de equipos acaban peleando por objetivos que no consideran suyos, seguramente la situaci¨®n m¨¢s peligrosa que se puede afrontar en el f¨²tbol profesional. Sobre el campo, el Deportivo ya no es un grande y ha obtenido en las ¨²ltimas semanas mejores resultados de lo que su f¨²tbol propone en la peor Segunda Divisi¨®n de los ¨²ltimos 25 a?os, en la que superado el primer cuarto al ¨²ltimo equipo en promoci¨®n (justamente el Deportivo) y el primero en descenso apenas les separan cinco puntos. Entre tanto desprop¨®sito el Lugo ha llegado a la segunda posici¨®n con 20 puntos. Desde que en 1995 se comenz¨® a premiar la victoria con tres, nunca hicieron falta menos para estar en ese puesto tras disputar once partidos. A¨²n as¨ª es justo concluir que estamos ante un candidato al ascenso. El Lugo es imaginativo y s¨®lido, tiene mucho trabajo de entrenador detr¨¢s y comienza a consolidar su fortaleza como local, detalle sin¨®nimo de regularidad. Adem¨¢s ha aprendido a sufrir triunfante, como en el ag¨®nico ep¨ªlogo de ayer en el ?ngel Carro. Se ha convertido en una de las referencias de la categor¨ªa, tal y como reconoc¨ªa Jos¨¦ Luis Oltra en una conversaci¨®n con Toril, el t¨¦cnico del Castilla, captada por un (in)discreto micr¨®fono de la televisi¨®n balear.
Sobre el campo el Deportivo no es, ni en lo individual ni en lo colectivo, superior al Lugo. En Tenerife quiso buscar la victoria con Borja Bast¨®n, Juan Carlos y Antonio N¨²?ez, un tr¨ªo que firm¨® el campeonato pasado un descenso con el Huesca; Luis Fern¨¢ndez, que evolucionaba en la Tercera Divisi¨®n gallega; Rudy Cachicote, mediapunta del colista de la Liga belga, salvado a la postre en unos ag¨®nicos play-off y con Bicho, un juvenil que estren¨® titularidad y acapar¨® la escasa producci¨®n atacante con destellos que evidencian que aporta m¨¢s cuando trabaja lejos de la cal para combinar y no aguardar. Lo injusto es pedir a alguien mucho m¨¢s de lo que puede dar, pero ausentes Culio y Arizmendi, cuya aportaci¨®n hasta la fecha dista de ser determinante, tampoco semeja en la comparaci¨®n con los rivales un elenco de argumentos digno del tercer presupuesto en plantilla de la categor¨ªa.
En el juego de los equilibrios del bolsillo, en la gesti¨®n de los recursos que ya hace tiempo que dejaron de salir de un pozo sin fondo, el Deportivo palidece como pocos. Afront¨® el fin de semana pasado con dos centrales en el banquillo y otro (Ux¨ªo, que contaba en agosto para Fernando V¨¢zquez como opci¨®n para el primer equipo) en el Fabril. La apuesta del club durante el mes de agosto se orient¨® a que a la postre se podr¨ªa destinar m¨¢s dinero para refuerzos, a que la presi¨®n para justificar ese gasto ante Liga de F¨²tbol Profesional y administradores concursales ofrecer¨ªa resultados a¨²n sobre la bocina. Las estrategias para lograrlo fueron tan variadas que incluso se recurri¨®, con luz y taqu¨ªgrafos, a realizar ex¨¢menes m¨¦dicos a futbolistas y a pasearlos en descapotable por la ciudad horas antes de que Lendoiro asegurara que la frustrada llegada de Geijo por 200.000 euros era ¡°jugarse a los dados¡± la viabilidad del club, que condicionaba, en aquel momento s¨ª, en buena parte al ascenso a Primera.
Llega noviembre y mientras, en Mallorca, Geijo acaba de poner su f¨ªsico a punto tras sufrir una lesi¨®n muscular que le mantiene casi in¨¦dito, el Deportivo se sumerge en la bipolaridad. Y el altavoz de los medios no es ajena a ella. Cada derrota implica referencias a las estrecheces econ¨®micas, cada victoria al acierto en alguna gesti¨®n que pronto pasa de decisiva a secundaria. Hace siete d¨ªas Wilk era un nuevo Deyna y se buscaba al padre del fichaje para condecorarle; hoy es un secundario. Mientras Lendoiro insiste en un perfil p¨²blico bajo y en las reuniones sin focos, el abogado que comenz¨® a pilotar junto a ¨¦l todo el proceso concursal insta ahora al juez a que le impida firmar un convenio. Quien m¨¢s quien menos espera que desate una tormenta oto?al. La mirada se dirige hacia lo que pueda ocurrir en la reuni¨®n de accionistas de diciembre, no a la de acreedores fijada para unas semanas despu¨¦s. Como si importara m¨¢s quien detenta el poder que firmar un buen convenio que ya hace meses era inaplazable, como si nadie valorase que esos mismos acreedores que en agosto pusieron sobre la mesa un acuerdo condicionado a la renuncia de Lendoiro pueden sentarse en enero ante el mismo interlocutor reforzado por el apoyo de la mayor¨ªa accionarial de la entidad.
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