El ¡®s¨ªndrome de los Mossos¡¯

A la contundencia demostrada a pie de calle con los ciudadanos, los Mossos d¡¯Esquadra suman unas irresistibles dotes de seducci¨®n en los despachos. Solo as¨ª se entiende el ejercicio desplegado ayer en su defensa por Ramon Espadaler, consejero de Interior de un Gobierno que aspira a tener Estado propio. Espadaler, tras Felip Puig, es el segundo responsable pol¨ªtico del cuerpo en forzar hasta el extremo las costuras de la realidad para encubrir lo que a todas luces parece una excesiva agresividad por parte de quien, por atesorar el leg¨ªtimo monopolio de la violencia, debe ser exquisito en su proporcionado ejercicio.

Cont¨® Espadaler, acompa?ado por el director de los Mossos, Manel Prat, y por su comisario jefe, Josep Llu¨ªs Trapero, que no est¨¢ demostrado que Juan Andr¨¦s Ben¨ªtez recibiera cinco pu?etazos en la cabeza por parte de los agentes, como considera probado el informe elaborado por el Cuerpo Nacional de Polic¨ªa (CNP) por orden de la juez. Tambi¨¦n que el empresario no muri¨® en el lugar de su reducci¨®n, sino horas m¨¢s tarde en el hospital. Todo ello justificar¨ªa que, 25 d¨ªas despu¨¦s de los hechos, los agentes implicados sigan patrullando por las calles de El Raval. Y, en una apuesta que si no hubiera un muerto sobre la mesa sonar¨ªa a mal farol, el consejero pas¨® a la ofensiva: no solo cuestion¨® el informe elaborado por el CNP, sino que en un estudiado intento de convertir el caso en una guerra de polic¨ªas ¡ªen la que queda claro de que lado est¨¢ la senyera¡ª amenaz¨® con exigir explicaciones a quien corresponda si finalmente los mossos fueran exculpados.

Sin recurrir a la mentira, Espadaler ofreci¨® as¨ª una ristra de ejemplos de c¨®mo echar humo al caso para tratar de ocultar la verdad. Resulta chocante que un consejero de Interior cargue de esta forma contra el trabajo de una polic¨ªa, el CNP, que act¨²a como polic¨ªa judicial. Sobre todo cuando el cuerpo del que es responsable, los Mossos d¡¯Esquadra, es el que est¨¢ siendo investigado. Ni el m¨¢s avispado de los delincuentes pod¨ªa aspirar a ponerse de tal forma al mismo nivel de quien investiga sus presuntos delitos.

Tambi¨¦n afirm¨® Espadaler en su defensa que Juan Andr¨¦s Ben¨ªtez no muri¨® en el lugar de los hechos, cuando lo cierto es que entr¨® en parada cardiorrespiratoria cuando estaba en manos de los agentes. Dos veces, seg¨²n los atestados, y solo la buena labor de los sanitarios del SEM, que lograron que el empresario recuperara el pulso, logr¨® retrasar el fallecimiento unas horas.

Espadaler y la c¨²pula de los Mossos se esforzaron igualmente en centrar todo el caso en los cinco pu?etazos en la cabeza infligidos por los mossos a Ben¨ªtez ¡ªlos que podr¨ªan relacionar penalmente a los agentes con su muerte¡ª, tratando de quitar importancia al resto de una intervenci¨®n policial cuyas im¨¢genes solo pueden calificarse de espantosas.

Con tal escenificaci¨®n de un caso que se refiere a la muerte de un ciudadano en manos de los Mossos, los responsables del cuerpo no hacen sino agrandar el problema de fondo: el deterioro de la imagen de una polic¨ªa que es pieza clave en la convivencia y buen gobierno de la sociedad. Espadaler no es el primer consejero en mostrarse dispuesto a inmolar su prestigio pol¨ªtico en la labor. Debe ser la ¨²ltima v¨ªctima del s¨ªndrome de los Mossos.