La izquierda y el territorio
El Partido de los Socialistas de Catalu?a parece m¨¢s catalanista que el independentismo
Tengo la sensaci¨®n de que una parte de la izquierda est¨¢ perdiendo su debate con la realidad. La lejan¨ªa se abisma en disputas est¨¦riles, posiciones vacilantes en asuntos de Estado y una indefinici¨®n que, unida al descr¨¦dito arrastrado en los ¨²ltimos a?os, hace que el ciudadano con ciertas posiciones progresistas empiece a cuestionarse su referente pol¨ªtico inmediato. Durante varias d¨¦cadas, la izquierda institucional ha estado representada por el PSOE, revitalizado ahora por una presidenta como Susana D¨ªaz, que mientras sobrevive al presunto intento de entrega de una carta, aderezado con insultos de la peor cala?a de vulgaridad sexista, tiene la capacidad que a otros les falta para mostrar una postura definida sobre el pretendido derecho a decidir de Catalu?a. Sin embargo, esta determinaci¨®n no parece rotunda en el PSOE, con una estrategia territorial planteada por Alfredo P¨¦rez Rubalcaba y Soraya Rodr¨ªguez demasiado titubeante, como si hubiera olvidado los valores que lo hicieron convertirse en el gran partido aglutinante de la izquierda espa?ola no s¨®lo en la extensi¨®n de su variedad ideol¨®gica, sino tambi¨¦n en la cohesi¨®n territorial de nuestra soberan¨ªa.
Que la soberan¨ªa nacional resulta indivisible, y que ning¨²n territorio puede tomar, por s¨ª mismo, una decisi¨®n que afecta al conjunto de los ciudadanos espa?oles, es una postura definida. No hace falta perderse en laberintos federalistas, por mucho que la descentralizaci¨®n del Estado haya contribuido positivamente a la modernizaci¨®n de Espa?a; aunque, por otro lado, tambi¨¦n resulta innegable que el mantenimiento del Estado auton¨®mico, tal y como est¨¢ concebido, resulta insostenible econ¨®micamente. Toda esta nacionalizaci¨®n de cualquier territorio del Estado, esta especie de peque?o orgullo patrio de cada porci¨®n suelta de la tierra, esa respiraci¨®n que parece cortada, que se ahoga si no aspira a una presunta identidad nacional descubierta como salida de la crisis, es una visi¨®n peque?a de la vida y del Estado, de la pol¨ªtica y de su perspectiva a medio plazo con su raz¨®n hist¨®rica. Porque en una Europa cada vez menos integrada en su propio discurso, en la que las distancias entre sus naciones se agrandan y se alejan de las posiciones encontradas tras la Segunda Guerra Mundial, la fragmentaci¨®n, tan de moda en cierta corriente neopopularista de novela, s¨®lo nos puede conducir al caos. Ya veremos qui¨¦n decide qu¨¦, y las consecuencias de cada decisi¨®n: pero se echaba de menos que el PSOE participara, de manera inequ¨ªvoca, del mismo discurso que UPyD, PP y Ciutadans, fundamentado en el principio de legalidad y en la Constituci¨®n.
Ha tenido que ser un le¨®n veterano como Alfonso Guerra quien devolviera a la voz socialista en el Congreso el rigor ideol¨®gico de una certidumbre natural. El PSOE deb¨ªa pronunciarse como lo ha hecho, en contra de las divagaciones soberanistas de los ¨²ltimos a?os, desde aquellas declaraciones de Jos¨¦ Luis Rodr¨ªguez Zapatero todav¨ªa sorprendentes, inquietantes y laxas, en las que se compromet¨ªa a apoyar el Estatut, fuera el que fuera. El PSC parece m¨¢s catalanista que el independentismo; porque mientras que CIU est¨¢ temiendo ya su propia deriva del sue?o pronunciado en voz alta, y sabe que llevarlo a la angostura de la realidad s¨®lo ser¨¢ el desastre econ¨®mico del territorio, el PSC se ha convertido, con su extra?a postura de s¨ª pero no, en un cooperador necesario en la tensi¨®n de lindes colindantes, abrasivas, que se vuelve centr¨ªpeta y cerril.
Ha tenido que ser la nueva presidenta, mano a mano con el tel¨¦fono y con su discurso cerrado y seguro, quien exponga una posici¨®n efectiva y compacta sobre el mapa oscilante. Cada vez tengo menos claro qu¨¦ es el PSC; pero s¨ª tengo claro que el PSOE, para volver a ser ese armaz¨®n vertebrador del progresismo espa?ol, debe soltar el lastre del enredo independentista: debe, en suma, separarse definitivamente de un partido que avanza hacia su desnaturalizaci¨®n, difuminada en su propia cortina de humos difusos, y que amenaza con difuminar, tambi¨¦n, un espectro ideol¨®gico que requiere asentarse en su pasado andamiaje.
La lucha contra la corrupci¨®n, la identidad estatal, la soberan¨ªa como integridad territorial, son puntos de partida para la recuperaci¨®n de un proyecto socialista que necesita un rostro nacional capaz de devolverle las sensaciones perdidas. Todo esto llegar¨¢: mientras, hay que mantener lo que se tiene, y no hundirnos en el lodo de pantanos est¨¦riles, en lugar de buscar la superficie.
Joaqu¨ªn P¨¦rez Aza¨²stre es escritor.
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