La dificultad de la memoria de un pasado violento
M¨¢s de una docena de personalidades reflexionan sobre la complicaci¨®n de armar un relato conjunto en Euskadi
Hace hoy tres a?os Euskadi celebraba su primer D¨ªa de la Memoria. La intenci¨®n era homenajear a las v¨ªctimas del terrorismo en la ¨²nica jornada del calendario sin ning¨²n atentado. Desde entonces, diferencias pol¨ªticas de distinto orden y calado, incluso sobre a qui¨¦n se deber¨ªa recordar, han hecho imposible, a?o tras a?o, dar una imagen de unidad y consenso. En medio de la divisi¨®n, las convocatorias institucionales y partidarias se multiplican como en una cacofon¨ªa. M¨¢s all¨¢ de la fecha de hoy, ?qu¨¦ razones dificultan que Euskadi arme una memoria conjunta y aceptable por todos sobre su pasado inmediato? EL PA?S ha trasladado esta pregunta a m¨¢s de una docena de personalidades y especialistas de diversos ¨¢mbitos. Sus respuestas dibujan el complejo panorama del recuerdo y el relato de un pa¨ªs que vivi¨® d¨¦cadas marcado por la violencia, el camino que queda por recorrer y las diferentes responsabilidades.
Juan Luis Ibarra, presidente del Tribunal Superior, considera que ¡°el desacuerdo entre instituciones sobre el relato de un pasado atravesado por la violencia terrorista refleja que una parte significativa de nuestra sociedad respalda a formaciones pol¨ªticas que les prometen ¡®un diploma en la universidad del olvido¡±. En su opini¨®n, se debe trabajar para ¡°conseguir que esa parte de la sociedad comprenda que no habr¨¢ verdad sobre nuestro pasado inmediato sin memoria de la verdad. El D¨ªa de la Memoria expresa ese compromiso de verdad y de justicia entre los supervivientes y las v¨ªctimas de la barbarie terrorista.Para convivir como ciudadanos libres necesitamos convertir la memoria de la verdad en un testimonio escrito socialmente compartido que mostremos, con dignidad, a nuestros nietos. Nos corresponde a las instituciones, tambi¨¦n al Poder Judicial, promover el esfuerzo necesario para hacer realidad este reto¡±. Nos corresponde a las instituciones, tambi¨¦n al poder judicial, promover el esfuerzo necesario para hacer realidad este reto.
Un dia para la
El ararteko, I?igo Lamarca, opina que ¡°las v¨ªctimas de la vil y terrible violencia terrorista de ETA, as¨ª como las de otros grupos, merecen el pleno reconocimiento de sus derechos, recogidos en la ley¡±. Recuerda que tambi¨¦n el Parlamento aprob¨® por una ampl¨ªsima mayor¨ªa en marzo de 2011 la proposici¨®n no de ley sobre v¨ªctimas de sufrimientos injustos como consecuencia de violaciones de derechos humanos, en un contexto de violencia de motivaci¨®n pol¨ªtica. ¡°Construir una memoria conjunta relativa a las v¨ªctimas de las brutales violaciones de derechos humanos de las ¨²ltimas d¨¦cadas, memoria que debe basarse en la verdad, la justicia, la reparaci¨®n y el reconocimiento es una tarea dif¨ªcil, sin lugar a dudas, pero posible, deseable y necesaria¡±, a?ade. ¡°El mayor riesgo en materia de memoria hist¨®rica consiste en querer construir la historia del pasado desde los intereses del presente y eso es lo que suelen hacer los pol¨ªticos¡±, asevera el forense Francisco Etxeberria.
¡°Por eso se comprende que no sea sencillo ponerse de acuerdo¡±. Considera que la politizaci¨®n de este asunto ¡°es necesaria, pero hay unos l¨ªmites. En el Pa¨ªs Vasco, va a resultar complicado hacer comprender que, aunque las v¨ªctimas son diferentes en su origen, se igualan desde el momento en que se convierten en v¨ªctimas debido a que tienen los mismos derechos: verdad, justicia y reparaci¨®n. Y en esto existe otra desigualdad que les diferencia: a algunas les falta el reconocimiento social y a otras, el reconocimiento institucional. Las v¨ªctimas tienen derecho a la memoria y la sociedad tiene el deber de memoria¡±. El pasado de violencia late en buena parte de la obra narrativa de Ram¨®n Saizarbitoria, ¨²ltimo Premio Euskadi de Literatura en Euskera. ¡°Entiendo que hay personas a quienes les resulta muy dif¨ªcil reconocer, incluso ante la evidencia, que aquello a lo que se entregaron , defendierono justificaron a costa, a veces, de enormes sacrificios, solo ha servido para causar dolor y muerte¡±, responde.
Ayudar¨ªa reconocer los horrores de Intxaurrondo
¡°En cuanto a quienes negocian el relato, supongo que les producen v¨¦rtigo las imprevisibles consecuencias pol¨ªticas que se derivar¨ªan del reconocimiento de su error. Con todo, vamos avanzando en la elaboraci¨®n de ese relato asumible por la mayor¨ªa. Ayudar¨ªa mucho que se reconociesen los excesos legales y ciertas pr¨¢cticas, como los horrores de Intxaurrondo, sin que tuvieran que venir de Europa a se?alarlo¡±, apostilla. ¡°Tambi¨¦n estoy convencido de que la literatura tiene mucho que hacer en este tema, pero me llevar¨ªa mucho tiempo decir por qu¨¦¡±. Para Alberto L¨®pez Basaguren, catedr¨¢tico de Derecho Constitucional de la UPV, construir la futura convivencia democr¨¢tica se enfrenta a dos grandes dificultades: ¡°La m¨¢s importante es la rotunda negativa de la izquierda abertzale a reconocer su protagonismo determinante en la barbarie que ha supuesto el terrorismo de ETA, renunciando a justificar pol¨ªticamente el asesinato, la extorsi¨®n y la imposici¨®n violenta sobre los dem¨¢s.
El segundo es el reconocimiento de la terrible injusticia sufrida por las v¨ªctimas, entre las que tambi¨¦n se encuentran las ocasionadas por los actos de terrorismo vinculados al aparato del Estado¡±. Afirma L¨®pez Basaguren que ¡°el sistema democr¨¢tico y la sociedad, en general, han dado pasos significativamente importantes, pero quienes han estado, de una u otra forma. vinculados pol¨ªticamente a ETA siguen inm¨®viles en lo fundamental¡±. Su colega Juan Jos¨¦ ?lvarez, catedr¨¢tico de Derecho Internacional en la universidad p¨²blica, ve ¡°dif¨ªcil que haya una memoria ¨²nica cuando hablamos de v¨ªctimas, lo comprobamos cada d¨ªa. Todav¨ªa vivimos demasiado en trincheras. No hay un acto de afecto que empieza por cada uno¡±. ¡°Algo tan elemental como reconocer que la violencia terrorista y los infames episodios de violencia del Estado, sin caer en la equidistancia, no son consecuencia de un conflicto pol¨ªtico, sino su perversi¨®n.
Las heridas est¨¢n
Si no estamos de acuerdo en ese diagn¨®stico prepol¨ªtico, es dif¨ªcil que haya una memoria ¨²nica¡±, agrega. ¡°Todos tenemos que hacer un camino hacia la convivencia, pero no todos tenemos que hacer el mismo recorrido¡±, dice. ¡°Nunca vamos a poder tener una memoria ¨²nica compartida, pero lo que tiene que haber es una memoria cr¨ªtica con el pasado, encontrando un m¨ªnimo com¨²n denominador¡±. Juan Calparsoro, fiscal superior vasco, llama la atenci¨®n sobre ¡°la ausencia de unos valores comunes¡± que puedan compartir todos los partidos. ¡°Echo de menos un esfuerzo mayor de todos para buscar y encontrar unos valores ¨¦ticos compartidos que permitan a los ciudadanos visualizar un compromiso claro y seguro de sus representantes por la justicia, la libertad y la paz, valores que se deben asentar en una memoria de la violencia injusta fundamentalmente de las v¨ªctimas del terrorismo de ETA, el m¨¢s grave y prolongado en el tiempo, pero tambi¨¦n del GAL y del resto de actos de violencia pol¨ªtica sufridos en este pa¨ªs¡±, concluye.
Ha habido gente que pretend¨ªa alzarse contra la mayor¨ªa
Jos¨¦ Mar¨ªa Guibert, rector de la Universidad de Deusto, reflexiona as¨ª: ¡°Una memoria es un ejercicio intelectual. Es como el di¨¢logo entre religiones distintas, con las mismas dificultades. Primero ha de haber convivencia y buena educaci¨®n y vecindad entre nosotros como ciudadanos. Luego se pueden compartir dolores, sufrimientos humanos y heridas psicol¨®gicas. Luego se puede hablar de las diferencias de visi¨®n como pa¨ªs. Y, por ¨²ltimo, construir un discurso compartido a modo de memoria. Si no se dan las primeras fases, compartir la vida, la acci¨®n y la experiencia, lo ¨²ltimo se construye en vac¨ªo¡±. ¡°Una ¡®memoria conjunta y aceptable por todos sobre su pasado inmediato¡¯ se me antoja impensable en lo inmediato¡±, apunta Javier Elzo, catedr¨¢tico em¨¦rito de Sociolog¨ªa de Deusto.
En su opini¨®n, ¡°salvo excepciones encomiables, aunque minoritarias ¡ªel proceso Nanclares, los encuentros de victimarios y v¨ªctimas, la experiencia de Glencree¡ª las heridas est¨¢n todav¨ªa a flor de piel, sin que falten las pol¨ªticamente utilizadas¡±. ¡°Quiz¨¢s podamos aspirar, con el paso del tiempo, a una ¡®memoria compartida¡¯, en la que seamos capaces de escuchar los relatos de los ¡®otros¡¯, y compartir as¨ª su dolor. Pero sue?o con la ¡®memoria obligada¡¯, que tambi¨¦n puede decirse ¡®deber de memoria¡±, prosigue. ¡°Ricoeur entiende como deber de memoria ¡®el deber de hacer justicia, por el recuerdo, de otro que s¨ª mismo¡¯. Pero eso exige apostar por la labor de reconciliaci¨®n, t¨¦rmino, que no tiene buena prensa entre nosotros¡±. Finalmente, Emilio Guevara, ex diputado general alav¨¦s y secretario general de la Fundaci¨®n Fernando Buesa, cree que ¡°hay un sector de la poblaci¨®n vasca que no comparte los valores m¨¢s esenciales de toda democracia, los valores ¨¦ticos m¨¢s elementales.
Es muy dif¨ªcil en un momento determinado ponerse de acuerdo con un sector que a¨²n no reconoce que durante m¨¢s de 40 a?os en Euskadi se han estado vulnerando los derechos fundamentales de la persona y no se quiera reconocer. Es muy dif¨ªcil establecer un relato que pueda ser compartido¡±. ¡°Ha habido una especie de perversi¨®n, en muchos aspectos a¨²n latente, y tendr¨¢ que pasar mucho tiempo hasta que se haga una revisi¨®n del pasado y se reconozca que durante muchos a?os la voluntad mayoritaria de Euskadi, que se manifestaba en las elecciones y en la vida normal, se detuvo coaccionada. Mientras no se reconozca que aqu¨ª ha habido gente que ha pretendido alzarse contra la voluntad mayoritaria como una especie de sedici¨®n evidente ser¨¢ muy dif¨ªcil que haya una memoria compartida¡±.
El "b¨¢lsamo del respeto"
La iniciativa Glencree reuni¨® en secreto entre 2007 y 2012 a un grupo de v¨ªctimas de ETA, los GAL, la ultraderecha y los excesos de las Fuerzas de Seguridad para avanzar hacia la convivencia. Uno de sus coordinadores fue el m¨¦dico Carlos Mart¨ªn Beristain, para quien durante muchos a?os ¡°la memoria ha sido un instrumento de uso pol¨ªtico y debe dejar de ser utilizada pol¨ªticamente. Debe basarse en una cultura de derechos humanos, lo que significa que tiene que haber un reconocimiento plural del sufrimiento y una empat¨ªa hacia las diferentes v¨ªctimas de diferentes perpetradores¡±. A su entender, ello no debe ser visto como ¡°poner en cuesti¨®n los propios planteamientos pol¨ªticos¡±. ¡°Tiene que haber una base com¨²n de reconocimiento de las diferentes v¨ªctimas para que no se haga un uso pol¨ªtico ni en t¨¦rminos de la medici¨®n del dolor ni en t¨¦rminos de ningunear el dolor del otro.
Las heridas se curan con el b¨¢lsamo del respeto, sin el cual no va a haber una memoria compartida¡±, concluye. Para el ex rector de la UPV Manuel Montero ¡°no hay una memoria compartida porque no hay una imagen compartida. Es la pelea por la interpretaci¨®n. Si no hay una visi¨®n conjunta de lo que sucedi¨® es muy dif¨ªcil que exista un recuerdo com¨²n. Tenemos un mont¨®n de versiones radicalmente contradictorias. A partir de ah¨ª la disparidad parece inevitable, desgraciadamente, en tanto no quede claro que aquello fue un acoso terrorista a la democracia y no otra cosa¡±. ¡°La memoria, al igual que los relatos, no es una sola¡±, opina Mar¨ªa Silvestre, profesora de Sociolog¨ªa de Deusto y exdirectora de Emakunde. ¡°La suma de los recuerdos no construye la memoria compartida. El reto est¨¢ en ser capaces de legar unos relatos que ayuden a conformar una memoria colectiva que no traicione la esencia de lo acontecido¡±, apostilla.
Pedro Jos¨¦ Chac¨®n, profesor de Historia del Pensamiento Pol¨ªtico de la UPV, reprocha a la izquierda abertzale no aceptar que ¡°el terrorismo de ETA ha sido la causa principal de todas las violencias que ha padecido Euskadi en democracia. Incluir la dictadura de Franco como causa de la violencia de ETA es romper deliberadamente las reglas de juego del proceso constituyente. de 1978, con la Ley de Amnist¨ªa previa de 1977, cuyo objetivo fue despejar el horizonte democr¨¢tico en el Pa¨ªs Vasco y en Espa?a.ETA se salt¨® ese consenso e ignor¨® el pacto constituyente y es responsable ¨²nica de todas las violencias posteriores¡±. Y remata: ¡°Lo que se denomina violencia del Estado en el ejercicio de sus leg¨ªtimas funciones de represi¨®n del terrorismo, caso de torturas y excesos policiales,debe analizarse y denunciarse si fuera preciso, pero de un modo completamente distinto al desaf¨ªo terrorista, sin paralelo desde ning¨²n punto de vista¡±.
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