Quien contamina no paga, peligroso camino
La sentencia puede aumentar m¨¢s la dosis de desconfianza de los ciudadanos respecto a nuestras instituciones
El principio de ¡°quien contamina paga¡± ha quedado establecido en la doctrina, tras a?os de civilizaci¨®n y progreso, como un instrumento esencial para proteger nuestro ecosistema ante cat¨¢strofes ecol¨®gicas, como las producidas ¡ª entre otros¡ª por los vertidos del Exxon Valdez en las costas de EE UU o del Erikaen las francesas. Desde entonces aprendimos a hacer valer que sea m¨¢s costoso contaminar que evitar y prevenir la contaminaci¨®n.
Este principio fundamental del orden mar¨ªtimo internacional y ¡ªm¨¢s all¨¢¡ª de nuestros Estados de Derecho, se ha quebrado 11 a?os despu¨¦s de la cat¨¢strofe del Prestige. Aqu¨ª, quien ha contaminado no paga. El final del procedimiento judicial transcurrido a lo largo de m¨¢s de una d¨¦cada ha concluido con un rotundo fracaso de nuestro sistema judicial, incapaz de aplicar y hacer valer este principio civilizatorio, y abre la puerta peligrosamente a la impunidad de los responsables de una de las mayores cat¨¢strofes ecol¨®gicas de nuestra historia. Un aut¨¦ntico desatino.
Podr¨¢n darse mil argumentos y explicaciones jur¨ªdicas, escucharemos el ruido partidario, en especial el de un gobierno y un partido ¡ª que en su d¨ªa ya fue reprobado en las calles y en las urnas por la ciudadan¨ªa¡ª- que pretende ahora sacar pecho ante este desatino, pero, tal vez, lo ¨²nico en lo que no podremos discrepar es en la existencia de una inmensa marea negra sobre nuestras costas y en los cuantiosos da?os ocasionados al conjunto del ecosistema como consecuencia de aquella cat¨¢strofe. La contrapartida de esta ¡°verdad¡± es que ha ganado la impunidad y al final no hay responsables ni culpables de esta cat¨¢strofe y que, a?os despu¨¦s, hemos terminado por arrojar al mar, junto con el chapapote, los principios que rigen y deben regir una sociedad que se respeta a s¨ª misma.
Por eso, al menos ahora, deber¨ªamos desde la responsabilidad pol¨ªtica ser capaces de analizar y resolver qu¨¦ es lo que hemos hecho tan mal para que, 11 a?os despu¨¦s, el sistema haya fracasado y no cumpla con lo que de ¨¦l se esperaba: hacer justicia aplicando el principio de que quien contamine pague. Si en su d¨ªa la cat¨¢strofe y su gesti¨®n generaron oleadas de decepci¨®n y descr¨¦dito institucional ante el comportamiento de los responsables pol¨ªticos, me temo que el final judicial de esta mala historia vaya justamente en la misma direcci¨®n, la de aumentar las dosis de desconfianza de los ciudadanos respecto al funcionamiento de nuestras instituciones. Peor imposible.
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