El Liceo levanta el tel¨®n con ¡®Agrippina¡¯
El montaje de David McVicar convierte la ¨®pera de H?ndel en una feroz comedia sobre el poder
El estreno en el Liceo de Agrippina, ¨®pera seria en tres actos con la que, hace tres siglos, Georg Friedrich H?ndel conquist¨® al exigente p¨²blico veneciano, inaugura oficialmente hoy la temporada del coliseo barcelon¨¦s tras una modesta serie de conciertos verdianos. La producci¨®n, firmada por el director de escena escoc¨¦s David McVicar, convierte esta ¨®pera barroca en una feroz y trepidante comedia sobre el poder. Hay sexo, celos y luchas encarnizadas. Y voces de ¨¦lite. ¡°Pero no hay, pese a la publicidad realizada por el Liceo, paralelismos con culebrones como Falcon Crest y Dinast¨ªa¡±, afirm¨® McVicar, sin ocultar su disgusto, en la presentaci¨®n del montaje.
No le ha gustado nada a McVicar la l¨ªnea publicitaria y las referencias ¡°fuera de lugar¡± a las emblem¨¢ticas series televisivas de los ochenta utilizadas por los departamentos de marketing y dramaturgia del Liceo en sus programas y notas de prensa. Y lo dijo bien claro en la presentaci¨®n del espect¨¢culo que se ver¨¢ en el Liceo, una coproducci¨®n de 1999 de los teatros de la Monnaie de Bruselas y Champs Elys¨¦es de Par¨ªs. ¡°Es una lectura moderna, una s¨¢tira cruel, c¨ªnica y escabrosa, pero el espect¨¢culo nada tiene que ver la est¨¦tica de estas series, y no me gusta nada el tipo de publicidad que ha hecho el Liceo¡±, dijo McVicar mientras Joan Matabosch, director art¨ªstico del teatro, capeaba el asunto.
Para asegurar el ¨¦xito musical, el coliseo l¨ªrico de la Rambla cuenta nuevamente con los servicios en el foso de un s¨®lido especialista, el director Harry Bicket, y un excepcional reparto, encabezado por la mezzoprano Sarah Connolly (Agrippina), la soprano Danielle de Niese (Poppea), el contratenor David Daniels (Ottone) y el bajo Franz-Josef Selig (Claudio). En total se ofrecer¨¢n seis funciones del 16 al 29 de noviembre, con un ¨²nico reparto en el que tambi¨¦n figuran Malena Ernman, Henry Waddington, Dominique Visse y Enric Mart¨ªnez-Castignani.
McVicar habla maravillas del libreto de Agrippina, obra del cardenal Vincenzo Grimani, propietario del teatro San Giovanni Crisostomo de Venezia, donde esta ¨®pera se estren¨® en 1707 con tal ¨¦xito que lleg¨® a contabilizar 27 representaciones, cifra excepcional en esa ¨¦poca. Y a McVicar le fascina tanto la m¨²sica y el fulgor vocal de H?ndel ¡ªcompuso la obra con 24 a?os, desplegando su virtuosismo en una imponente sucesi¨®n de arias de refinada factura¡ª como la ¡°la fuerza extraordinaria del libreto, una demoledora critica de la corte de la ¨¦poca¡±.
Para potenciar la teatralidad de la ¨®pera, McVicar pide al p¨²blico ¡°que se imagine que el imperio romano todav¨ªa no se ha acabado, que sigue plenamente vigente¡±. Para dotarle de la m¨¢s moderna factura visual, el vestuario y la escenografia de John Macfarlane remiten al lujo del poder: la manipuladora Agrippina luce Balenciaga para marcar su poder y un kimono para seducir a un amante. En el decorado, una escalera ¡°simboliza el ascenso al poder como meta obsesiva de unos personajes amorales¡°.
Tampoco reconoce el director de escena escoc¨¦s influencias de la hist¨®rica serie de la BBC Yo Claudio, que, a partir de los relatos de Robert Graves, plasmaba con realismo esc¨¦nico las luchas, cr¨ªmenes y maquinaciones de la emperatriz Agrippina en la corte de Claudio. ¡°Al contrario, nosotros no tenemos la voluntad de recrear al detalle el realismo de ¨¦poca, sino en mostrar la vigencia de las conductas de unos personajes movidos por la ambici¨®n y la falta de escr¨²pulos. Hasta el sexo no deja de ser un instrumento de poder en esta historia¡±, comenta.
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