Guitarras de otros tiempos
Abre en Malasa?a una tienda que ofrece probar y comprar instrumentos de segunda mano como los que tocaban Kurt Cobain o Paul McCartney
¡°?No te la voy a vender!¡±, le dice Israel Dom¨ªnguez a un cliente que entra en su tienda de guitarras de segunda mano del barrio de Malasa?a. Intenta evitar que le arrebate un modelo Univox de los a?os sesenta igual al que toc¨® Kurt Cobain en su m¨ªtica banda Nirvana. Es una de las joyas de su corona en las que hay, entre otras muchas, un bajo H?fner de Paul McCartney o una Fender de 1968. ¡°Aqu¨ª es muy dif¨ªcil reponer el material cuando se vende. No puedes llamar al distribuidor y pedirle m¨¢s, hay que ir a buscarlo¡±, justifica Dom¨ªnguez sus reticencias.
Los entendidos saben que el nombre de la tienda, Headbanger, es un t¨¦rmino que acu?¨® el grupo Led Zeppelin al ver a sus fans sacudir con contundencia sus cabezas al ritmo de la m¨²sica. Los no tan informados se gu¨ªan por el ep¨ªgrafe rare guitars que no deja lugar a dudas sobre lo que se vende en el n¨²mero 73 de la calle de La Palma. Los instrumentos que cuelgan de sus paredes vienen de Estados Unidos o de Jap¨®n y han viajado en el tiempo desde los a?os sesenta en adelante.
Las piezas expuestas en el establecimiento suelen venir de EE UU o de Jap¨®n
Hay guitarras ac¨²sticas, el¨¦ctricas, bajos, pedales, amplificadores y taburetes en los que sentarse y probarlas. ¡°Quer¨ªa que la gente tuviera la posibilidad de comprobar c¨®mo suenan estas rarezas porque al final no depende de que la guitarra sea buena o mala, sino del sonido que t¨² quieras conseguir, y eso es muy personal¡±, explica el due?o.
El concepto de la tienda tambi¨¦n lo ha importado. ¡°En un viaje a Nueva York encontr¨¦ muchas tiendas en las que pod¨ªas coger cualquier guitarra y probarla, hab¨ªa muy buen ambiente¡±, explica Dom¨ªnguez, mientras enchufa a rega?adientes la guitarra de Cobain a un amplificador para que el cliente la pruebe. ¡°A m¨ª no me impresiona tanto qui¨¦n la ha tocado como el sonido tan especial que tiene¡±, dice Eduardo Valc¨¢rcel, un cliente que no ven¨ªa con la idea de comprar, pero ha sido v¨ªctima de un flechazo.
¡°Los m¨²sicos valoran mucho m¨¢s lo antiguo que lo nuevo¡±, explica Dom¨ªnguez, que hace revisar o reparar los instrumentos por un luthier que viene a su local una vez por semana. ¡°Una guitarra no es como cualquier otro objeto que pierde valor con el tiempo. Aqu¨ª hay instrumentos que costaban 30 d¨®lares en los a?os sesenta y ahora valen 900 o 1.000 euros¡±. En su tienda, la m¨¢s barata cuesta 300 euros y la m¨¢s cara 2.900.
El due?o cree que ¡°los m¨²sicos valoran m¨¢s lo antiguo que lo nuevo¡±
De los 32 a?os que tiene, Israel Dom¨ªnguez lleva m¨¢s tocando la guitarra que sin tocarla. Lo ha compaginado con diversos trabajos en el ¨¢mbito audiovisual, pero ahora se dedica a jornada completa a su pasi¨®n por la m¨²sica y a la de los dem¨¢s. ¡°Yo soy m¨¢s metalero¡±, confiesa, aunque su est¨¦tica ya hab¨ªa delatado su debilidad por el heavy metal, pero sus clientes son m¨²sicos de todo tipo: rock, blues, jazz. Cada viernes hacen conciertos ac¨²sticos en los que invita a que los guitarristas vengan con las manos vac¨ªas y toquen con el material que hay en la tienda. Adem¨¢s, organiza exposiciones y talleres como el monogr¨¢fico que imparti¨® Santi Guill¨¦n sobre la forma de tocar de Jimi Hendrix.
Adem¨¢s de su propio material, Headbangers tambi¨¦n expone instrumentos de particulares que quieren venderlos. ¡°Es una buena forma de negocio porque se saca una comisi¨®n y no hay que invertir, pero la gente no me trae guitarras m¨ªticas, esas est¨¢n en otros pa¨ªses¡±, comenta Dom¨ªnguez.
Desde que abri¨® la tienda en septiembre, ya la han visitado m¨²sicos reconocidos como Diego Postigo de The Cabriolets, Juan Aguirre de Amaral o Ariel Rot. ¡°Mi mayor satisfacci¨®n es que venga un m¨²sico y me diga: ¡®Aqu¨ª tienes joyas¡±, explica el due?o que, a pesar del contexto econ¨®mico tan poco favorable, decidi¨® lanzarse a la piscina. ¡°La guitarra es un objeto universal, la gente sigue tocando y sigue habiendo m¨²sicos. En ¨¦poca de crisis la gente no deja aparcados sus hobbies, m¨¢s bien al contrario, se aferra a ellos¡±.
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