El fulgor de los amores asim¨¦tricos
¡®Entre Marta y Lope¡¯ recrea el ocaso entre el autor de ¡®Fuenteovejuna¡¯ y Marta de Nevares
El teatro de Lope fue el arma de distracci¨®n masiva de la Espa?a de Felipe III. Los editores de provincias pirateaban sus comedias y los autores las descargaban sin licencia (enviando memoriones a aprend¨¦rselas de o¨ªdo), sus romances se difund¨ªan en todos los dispositivos de la ¨¦poca (cancioneros, pliegos de cordel...), pero tambi¨¦n a pleno pulm¨®n y en 3-D por patios y callejas; y sus amores eran la comidilla de esa mixtura de S¨¢lvame con Hora 25 que fueron los mentideros. La obra proteica del F¨¦nix fue de boca en boca y tuvo al pueblo m¨¢s entretenido que las de P¨¦rez Reverte, Almod¨®var y todos los guionistas de Globomedia juntos.
Entre Marta y Lope, comedia rom¨¢ntica de Santiago Miralles y Gerardo Malla, repasa las circunstancias del declinar del ¨¦xito de Lope a trav¨¦s de su relaci¨®n apasionada con Marta de Nevares, joven casada cuyos 25 a?os de edad el comedi¨®grafo m¨¢s que doblaba cuando la empez¨® a cortejar, aprovechando la confianza que en el marido (que la hab¨ªa desposado con 13 a?itos) inspiraba su condici¨®n sacerdotal reci¨¦n adquirida. Lope la embaraz¨®, ella intent¨® sin ¨¦xito la anulaci¨®n de su matrimonio y la muerte repentina del c¨®nyuge dej¨® a los enamorados el paso franco. Su relaci¨®n dur¨® tres lustros largos, en cuyo transcurso Marta empez¨® a quedarse ciega y a perder la raz¨®n.
Los autores nos sit¨²an en el Madrid de 1630, poco despu¨¦s de que Felipe IV decretara la primera bancarrota de su reinado. A sus 70 a?os de edad, cuando el favor del p¨²blico se hab¨ªa decantado ya por una joven generaci¨®n de comedi¨®grafos gongorinos, universitarios y con abolengo (Calder¨®n entre ellos), Lope desear¨ªa dejar el teatro, pues no le da para llegar a fin de mes, y que el duque de Sessa, su protector, o Felipe IV le concedieran un cargo.
La comedia, escrita en un castellano acordado a la ¨¦poca, est¨¢ veteada de citas, que no lo parecen por la pericia con que sus autores las engarzan y por la vida y la pasi¨®n ciertas que sus int¨¦rpretes insuflan a la pareja protagonista. El Lope de Gerardo Malla exhala esa humanidad que cabe suponerle a hombre tan al cabo de la calle y tan hondamente adorador de mujeres, y Montse D¨ªez (ejemplo de contenci¨®n y empuje en dial¨¦ctica permanente) es con exactitud esa "selva de rizos cuya voz algo tiene de ang¨¦lica sustancia" que dir¨ªa Lope de su Marta, aqu¨ª toda piel y toda o¨ªdos. C¨¦sar Di¨¦guez pone un estupendo contrapunto c¨®mico con sus dos breves entradas cuasi circenses. Respecto a la luz, sus responsables debieran fijarse en como los tenebristas contrastaban zona iluminada y tiniebla. La direcci¨®n est¨¢ al servicio de los actores y de un espect¨¢culo ameno, instructivo y con momentos verdaderamente emotivos.
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