Alcal¨¢ recobra su mejor palacio
Una recreaci¨®n virtual permite contemplar el palacio arzobispal, una joya renacentista que se incendi¨® en 1939
Reconstruir un gran palacio de origen medieval infaustamente arruinado por el fuego y la molicie resulta ser una gesta bien dif¨ªcil. Mas no imposible. As¨ª lo ha demostrado una asociaci¨®n ciudadana de Alcal¨¢ de Henares, que present¨® este s¨¢bado en el Corral de Comedias complutense el fruto de siete a?os de entrega a una grandiosa meta: la plena recreaci¨®n, en clave virtual, del que llegar¨ªa a ser en el siglo XVI el conjunto m¨¢s importante de la arquitectura espa?ola del Renacimiento. Se trataba de una trama palacial de magnificente planta, albergue de reyes, reinas y pr¨ªncipes de la Iglesia, ornamentada a la manera plateresca siglos despu¨¦s por el egregio renacentista Alonso de Covarrubias.
Jalonado por cuatro claustros, salones capitulares y conciliares de m¨¢s de 40 metros de longitud, anchas estancias y suntuarios recintos dispuestos en 5.000 metros cuadrados de espacio edificado, el palacio goz¨® de tect¨®nica imponente y lujosa ornamentaci¨®n manifiesta en artesonados, dinteles, arquitrabes, columnas, parteluces, capiteles, en estilos que abarcaban desde el g¨®tico hasta el mud¨¦jar, el plateresco toledano, el barroco y el neocl¨¢sico¡ Empero, todo ello ser¨ªa devorado por las llamas un aciago 11 de agosto de 1939.
Hoy el palacio complutense renace de sus cenizas gracias al esfuerzo coordinado por seis alcala¨ªnos amantes de su ciudad: Gustavo Chamorro, ?ngel P¨¦rez, Carlos Clemente, Arsenio Lope Huerta, Jos¨¦ Luis Valle Mart¨ªn y Vicente Sanchez Molt¨®, dirigentes de la Asociaci¨®n para la Recuperaci¨®n del Palacio Arzobispal de Alcal¨¢ de Henares, ARPA.
Un incendio extra?o
Lo que la erosi¨®n, la lluvia, la nieve, el viento y abandonos intermitentes no consiguieron en m¨¢s de seis siglos, el supuesto descuido de unos muchachos que jugaban con fuego -seg¨²n los jueces de Franco-, lo logr¨® aquel incendio en apenas unas horas, cinco meses despu¨¦s de terminar la Guerra Civil en abril de 1939. En aquella infausta jornada estival ardi¨® casi por completo el palacio, a la saz¨®n sede del Archivo General del Estado, dep¨®sito de 100.000 legajos y de un mill¨®n de documentos con buena parte de la historia de la Administraci¨®n ministerial espa?ola. Incomprensiblemente, el edificio era tambi¨¦n entonces cuartel de tropa y taller. Pero a lo largo de su dilatada existencia, cuyo origen se remontaba al siglo XIII, aquel conjunto palaciego magnificado durante el Renacimiento por Alonso de Covarrubias ¨Cautor del Alc¨¢zar toledano y de la Puerta de la Bisagra, entre otras obras monumentales- fue uno de los escenarios de mayor densidad hist¨®rica de cuantos pueblan la geograf¨ªa hispana.
Sus muros, de los que apenas se conserva hoy una fachada a Levante que anunciaba su grandiosa estampa desaparecida, albergaron acontecimientos tan cruciales como la primera entrevista entre Isabel la Cat¨®lica y Crist¨®bal Col¨®n. Sus floridos artesonados de lacer¨ªas, en policromadas maderas nobles, m¨¢s los escudos her¨¢ldicos de cardenales y primados presenciaron desde sus bru?idas cimas tanto el nacimiento de la hija de Isabel y Fernando, Catalina de Arag¨®n -cuyo repudio por Enrique VIII de Inglaterra, su marido, generar¨ªa el cisma anglicano- como el alumbramiento de quien blandir¨ªa el cetro de Emperador del Sacro Imperio Romano Germ¨¢nico, Fernando de Habsburgo. Pero muchos a?os antes, de sus salones ¨¢ulicos y conciliares, decorados entonces por artesanos moriscos con suntuosos entablamentos con paredes forradas de lujosos tapices, partir¨ªan las instrucciones para desmantelar en Espa?a la tan poderosa como enigm¨¢tica Orden militar del Temple, mientras sus estancias capitulares alojaron asimismo el cuerpo ex¨¢nime de Juan I, rey de Castilla, muerto en accidente de equitaci¨®n en una campa contigua al palacio.
Crisol de la memoria
Ahora, tras consultar m¨¢s de 72 fuentes bibliogr¨¢ficas distintas; acopiar varias arrobas de documentaci¨®n escrita y m¨¢s de 500 fotograf¨ªas durante casi una d¨¦cada; consultar a historiadores, arquitectos y arque¨®logos; encontrar, en Bilbao, una empresa como Z-Coord, diestra en lides digitales audiovisuales; y culminar con ¨¦xito la b¨²squeda de financiaci¨®n ¨Caportada por Telef¨®nica con 20.000 euros- los alcala¨ªnos y alcala¨ªnas pueden conocer a ciencia cierta c¨®mo fue el magno escenario donde se fragu¨® buena parte de la Historia de Espa?a, tan ligada a la patria chica de Miguel de Cervantes Saavedra.
El espectador de la filmaci¨®n que reconstruye virtualmente el palacio puede contemplar tanto un grandioso arco mud¨¦jar, hoy desaparecido, que daba entrada a la fortaleza medieval episcopal, como la hechura completa de tan imponente edificio, que ocupaba la mayor parte del espacio amurallado, hoy vac¨ªo pero surcado de torreones de mampuesto y ladrillo, que jalona la entrada a la Alcal¨¢ hist¨®rica junto a la llamada Puerta de Madrid.
Al recorrer a pie el interior de tan extenso predio -escenario de conciertos como uno memorable dado all¨ª hace un lustro por el estadounidense Bob Dylan- cabe ver a¨²n media docena de los 26 arcos mud¨¦jares rojizos que basamentaban el ala sureste del palacio arzobispal, arruinada luego por las llamas, as¨ª como vestigios de bastiones medievales donde hoy solo anidan cuervos oscuros y chirriantes urracas.
Una emoci¨®n especial se desencadena al adentrarse de manera virtual por las hist¨®ricas estancias del palacio, ahora definitivamente recobradas, al transitar por sus cuatro claustros y ascender por su espl¨¦ndida escalera de pelda?os de tempo majestuoso, flanqueados por balaustres. La escala renacentista ideada por Alonso de Covarrubias, con influencias del alcarre?o Luis V¨¢zquez, fue considerada durante siglos y hasta su desaparici¨®n como la m¨¢s bella de cuantas existieron en Espa?a.
Con todo ello ahora recobrado, Alcal¨¢ de Henares recupera, siquiera de manera virtual, una jugosa porci¨®n de su memoria. La misma que llevaba la impronta de los primados all¨ª residentes, tan egregios como Rodrigo Xim¨¦nez de Rada, Pedro Tenorio, el cism¨¢tico Pedro de Luna, el regente franciscano Cisneros, Juan Tavera, impulsor de su esplendor entre 1523 y 1545, adem¨¢s de Alonso de Fonseca y el cardenal-infante Luis Antonio de Borb¨®n, hijo de Felipe V e Isabel de Farnesio. Su enorme escudo her¨¢ldico, de m¨¢s de cinco metros de altura, salvado de las llamas, tachona todav¨ªa la ¨²nica fachada del hoy palacio arzobispal, sede actual de la di¨®cesis, que perdura tras aquel pavoroso incendio.
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