Dos int¨¦rpretes de leyenda
La sala de c¨¢mara del Auditorio celebra sus bodas de plata con un memorable concierto de Martha Argerich y Gidon Kremer
La pianista argentina de origen croata Martha Argerich particip¨® hace 25 a?os en los conciertos inaugurales de la Sala de c¨¢mara del Auditorio Nacional de Madrid junto al pianista brasile?o Nelson Freire. Ayer, con sus 72 a?os, Argerich celebr¨® la efem¨¦rides en compa?¨ªa del violinista let¨®n Gidon Kremer, en un concierto memorable, organizado por el CNDM, en el que interpretaron obras de Mieczyslaw Weinberg, un compositor del siglo XX ¨²ltimamente en alza, y Ludwig van Beethoven. La sensaci¨®n de reinvenci¨®n de la m¨²sica era constante. Tanto Argerich como Kremer son dos artistas que tienen en vena la sensaci¨®n de libertad creadora. Su dedicaci¨®n did¨¢ctica marca tambi¨¦n sus personalidades. Ella, desde Lugano, es una activista de la educaci¨®n independiente con el ¨²nico compromiso de la profundidad en el conocimiento de la vida musical y sus circunstancias. ?l cre¨® en 1981 el Festival de Lockenhaus, en la frontera de Austria y Hungr¨ªa, una cita deliciosa, que ha sido durante muchos a?os el secreto mejor guardado de los festivales europeos. De all¨ª sali¨® la Kremerata B¨¢ltica, estos d¨ªas por Espa?a, como un gesto de solidaridad y apoyo a los m¨²sicos de Estonia, Letonia y Lituania.
Argerich y Kremer hace tiempo que han entrado en la leyenda de la interpretaci¨®n musical. Juntos hacen diabluras y por separado, particularmente la pianista, no se quedan atr¨¢s. Ayer consiguieron hipnotizar a un p¨²blico entregado a la fantas¨ªa de unas interpretaciones plet¨®ricas de fuerza y originalidad. Weinberg fue, para muchos, un descubrimiento. Beethoven pose¨ªa un magnetismo como raras veces se percibe. Y con los ecos del tango en la tercera propina pusieron al p¨²blico en pie en un aut¨¦ntico delirio. El de Argerich y Kremer era un di¨¢logo que en todo momento desprend¨ªa creatividad, instinto musical y una sensaci¨®n de verdad. Sin artificios, con naturalidad. No era el mayor o menor virtuosismo lo que estaba en juego, sino la b¨²squeda de las esencias de la m¨²sica a trav¨¦s de una interpretaci¨®n en libertad.
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