Imaginaci¨®n para sobrevivir
Sin suministro de luz y agua desde hace un a?o y medio, los vecinos de la corrala La Utop¨ªa de Sevilla subsisten gracias a una fuente junto al edificio y con la ayuda de generadores el¨¦ctricos
Ha comenzado a dar sus primeros pasos. Apenas tiene 14 meses. Raquel es uno de los dos beb¨¦s que han nacido en la corrala La Utop¨ªa, un edificio de Sevilla ocupado desde mayo del a?o pasado por 36 familias. Su forma de descubrir la vida est¨¢ siendo diferente a la de sus compa?eros de guarder¨ªa. Solo un ejemplo: para Raquel, ver salir agua del grifo de casa es, cuanto menos, un espejismo. Los inquilinos de este edificio de la barriada del Pol¨ªgono Norte sobreviven sin suministro de luz y agua. Y lo hacen a base de imaginaci¨®n. ¡°No nos queda otra y m¨¢s cuando tienes cuatro ni?os¡±, dice Raquel Machuca (31 a?os), madre de la peque?a Raquel. ¡°Es muy duro vivir as¨ª¡±, reconoce emocionada.
La lucha de estos inquilinos no solo queda reflejada en las pintadas reivindicativas que hacen m¨¢s suyas las paredes de estos dos bloques de cuatro plantas, sino tambi¨¦n en una escena que se repite d¨ªa tras d¨ªa: el peregrinaje de vecinos, garrafas en mano, hasta la fuente situada junto al edificio. Ya tienen agua en casa, ahora toca ingeni¨¢rselas. ¡°Para ducharnos, caliento agua en la hornilla de gas hasta que est¨¦ hirviendo. Luego la echo en un barre?o grande y lo relleno con agua fr¨ªa. Mitad y mitad. Mis ni?os tambi¨¦n usan una regadera¡±, explica Aguasanta Quero (39 a?os).
Al igual que la vivienda, el agua deber¨ªa estar garantizada
To?i Rodr¨ªguez
A esta idea, su vecina To?i Rodr¨ªguez (46 a?os) le da una vuelta. ¡°Lo que hago es dejar las garrafas de agua en la terraza para que se calienten con el sol, as¨ª no gasto tanto butano¡±, explica la mujer mientras muestra las botellas que amontona en su ba?o y terraza. To?i vive con su hijo de 14 a?os y cuenta con la ayuda de los 426 euros del Estado. ¡°Al igual que la vivienda, el agua deber¨ªa estar garantizada. Y desde hace tiempo¡±, opina sobre la medida anunciada por la Junta de garantizar el suministro a las familias con menos recursos. ¡°Son muchos los vecinos de la barriada los que cada d¨ªa cogen agua de esta fuente¡±, agrega.
Quien tambi¨¦n sabe lo que es vivir sin agua es Mar¨ªa del Mar Morillo (42 a?os), a quien en su barriada conocen como Mayi. Esta vecina de El Cerro del ?guila lleva tres meses sin el suministro por no pagar las facturas. ¡°Adeudo unos 600 euros, me han ofrecido pagarlos en dos a?os pero antes debo pagar el enganche. El problema es que no tengo dinero. Adem¨¢s tengo que hacer obras para adaptar la instalaci¨®n a la nueva normativa¡±, afirma la mujer, quien recurre a una fuente cercana a su casa para conseguir agua. Tras pasar dos a?os sin cobrar ¡°absolutamente nada¡±, Mar¨ªa del Mar ha comenzado a cobrar la renta activa de inserci¨®n.
Los vecinos de la corrala sevillana aseguran que es en esta ¨¦poca cuando m¨¢s notan la falta de electricidad. El fr¨ªo es el principal enemigo. Para suplirla, la mayor¨ªa de estos ciudadanos se ha hecho con generadores de luz (algunos compartidos entre los inquilinos). ¡°La peque?a ya ha enfermado varias veces de bronquitis¡±, asegura Raquel Machuca, quien cuenta con unos ingresos mensuales de 300 euros. ¡°En este caso, hay poco que inventar. Ponerse unas cuantas mangas y taparse con dos o tres mantas. La potencia que tenemos no nos permite tener un calefactor¡±, explica Francisco Javier Arias (31 a?os), quien recuerda que antes de tener generador se las apa?aba con velas y linternas. ¡°Lo que gastaba en pilas¡±, bromea. Otros vecinos, como Elena Contreras (33 a?os) y su pareja, se las arreglan sin suministro. ¡°Me las apa?o con una linterna y abrig¨¢ndome¡±, afirma sin darle m¨¢s importancia.
La peque?a ya ha enfermado varias veces de bronquitis
Raquel Machuca
Pero la falta de suministro de electricidad va m¨¢s all¨¢. En estos domicilios, electrodom¨¦sticos como el frigor¨ªfico o la lavadora son un lujo. ¡°Para lavar la ropa voy a casa de mi madre¡±, asegura To?i. ¡°El generador solo nos da para encender la luz o cargar el m¨®vil o el ordenador. Si mis hijos quieren ver la tele, lo tenemos que hacer a oscuras¡±, explica Aguasanta. ¡°Tengo dos neveras de corcho. En una guardo la leche, los zumos y los yogures y en la otra, con bolsas de hielo, la carne o el pescado¡±, agrega la mujer tras apuntar que, al igual que sus vecinos, normalmente lo que hace es ¡°comprar y gastar los productos en el d¨ªa¡±.
La mayor¨ªa de los entrevistados para este reportaje acuden a organizaciones como C¨¢ritas o Cruz Roja en busca de alimentos. ¡°Cada mes, en el comedor San Vicente de Pa¨²l me dan paquetes de arroz, cartones de leche, botellas de aceite...¡±, enumera Aguasanta. ¡°La cuesti¨®n es ingeni¨¢rselas. Nosotros vamos a las grandes superficies porque los productos son m¨¢s baratos y compramos lo necesario para hacer un desayuno fuerte, el almuerzo y la cena¡±, explica Francisco Javier, quien se?ala que sus hijos comen cada d¨ªa en el colegio. ¡°A pesar de todas estas dificultades, tengo a mi Raquel hecha una mu?eca¡±, dice orgullosa Raquel Machuca.
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