Las serpientes llegan por Navidad
El Museo de Ciencias Naturales de Barcelona acoge una gran exposici¨®n de animales ponzo?osos vivos
Es dif¨ªcil decir cu¨¢l es la historia m¨¢s escalofriante de serpientes venenosas. Kevin Budden, un herpet¨®logo aficionado de Sidney que quer¨ªa favorecer a la humanidad capturando un taip¨¢n para desarrollar el ant¨ªdoto, consigui¨® atrapar en 1950 uno que estaba devorando una rata. Luego hizo autoestop con ¨¦l en la mano ¡ªtard¨® mucho en parar alguien¡ª, y fue a casa de un experto. Lo sujetaba bien, pero el bicho llevaba tanto tiempo salivando que se hab¨ªa vuelto resbaloso y escurridizo y se solt¨®, mordiendo a Budden dos veces. Mientras le llevaban al hospital sufriendo lo inimaginable ¡ªel veneno del taip¨¢n es tremendo, de hecho el de su primo el taip¨¢n del interior es el m¨¢s potente jam¨¢s descubierto en una serpiente, 50 veces m¨¢s mort¨ªfero que el de la cobra (una mordida puede matar a 100 personas o 250.000 ratones)¡ª, insisti¨® muy deportivamente en que mantuvieran vivo al esp¨¦cimen. El estudioso muri¨® en dos d¨ªas. Pero el taip¨¢n que consigui¨® fue el primero de su especie al que le fue extra¨ªdo el veneno y gracias a ello se logr¨® el ant¨ªdoto. En otro caso de loable empirismo, el c¨¦lebre herpet¨®logo de EE?UU Joseph B. Slowinski, mordido en el norte de Myammar por un krait mal identificado por un becario (y no vaya esto en detrimento de todos los becarios), document¨® su propia agon¨ªa y fue explicando ¡ªpor escrito pues hab¨ªa perdido el habla y solo aguantaba a base de que le hicieran el boca a boca¡ª a sus compa?eros c¨®mo pod¨ªan ayudarlo, hasta que incapaz de luchar m¨¢s escribi¨®: ¡°Dejadme morir¡±.
En estos episodios y otros muchos similares piensa uno al entrar en la exposici¨®n Enverinats, que nos regala estas fechas con curioso esp¨ªritu navide?o el Museo de Ciencias Naturales de Barcelona (Museu Blau). Dif¨ªcilmente se encontrar¨¢ una exposici¨®n m¨¢s excitante en la cartelera barcelonesa. Y es que r¨ªete t¨² del Macba cuando lo que te exhiben es una mamba verde. El gran Ionides captur¨® 3.000 durante su agitada vida y segu¨ªa trat¨¢ndolas con respeto, y era Ionides. El ejemplar de la exposici¨®n es joven, de un maravilloso color verde (claro, dir¨¢ alguien, pero no, la mamba negra no es negra) y ah¨ª te podr¨ªas pasar horas ante su terrario escudri?ando la muerte en sus ojos no especialmente hostiles.
Otras letales maravillas son una preciosa serpiente de cascabel albina y una joven cobra real. M¨¢s dif¨ªcil es ver a la v¨ªbora del Gab¨®n, capaz de matar a un elefante, aunque t¨ªmida y que se mimetiza extraordinariamente entre las hojas de su terrario. Menos venenosas, los bonitos cr¨®talos de Sri Lanka tienen en cambio la pega de que son arbor¨ªcolas y que si te pican en el cuello o la cara est¨¢s frito.
Entre las criaturas, una mamba verde, una cobra real y varios cr¨®talos
En total, la exposici¨®n (hasta el 1 de marzo) re¨²ne a medio centenar de animales poco recomendables, incluido un monstruo de Gila ¡ªque no es cosa de risa¡ª, las pol¨ªcromas ranitas punta de flecha que usan los j¨ªbaros para envenenar sus proyectiles, unos tritones tan t¨®xicos que luego hay que destruir los terrarios, las min¨²sculas pero mortales viudas negras, la chinche asesina (que pese a su nombre de pel¨ªcula de serie B te puede dejar ciego) y la espectacular tar¨¢ntula babuina dorada que alza las patas delanteras para impresionarte ¡ªsi a¨²n no lo estas ante su hirsuta presencia¡ª y que logra en el singular ranking que documenta la peligrosidad de cada animal expuesto un rotundo 10 en agresividad.
Los otros par¨¢metros son la potencia del veneno, la cantidad y la velocidad de ataque del animal. La v¨ªbora sopladora, la conocida puff ader, se lleva la palma en la exposici¨®n.
¡°La intenci¨®n es mostrar el veneno en la naturaleza y c¨®mo el disponer de esa herramienta mort¨ªfera ha permitido prosperar a determinados organismos aterrando y fascinando a los seres humanos desde nuestros or¨ªgenes¡±, explica Victor Isamat, uno de los responsables de la exposici¨®n, del grupo Atrox. ¡°Pretendemos dar a conocer y desmitificar¡±, dice, y a?ade con gui?o de Barnum, ¡°aunque el miedo siempre est¨¢¡±.
La tar¨¢ntula mono alza las patas delanteras para impresionarte (!)
Recuerdo que fue a ellos a los que se les escap¨® una cobra real en 1982 en el zoo de Barcelona. ¡°Ah, s¨ª. Esas cosas ya no pasan, hay mucho protocolo expositivo y la seguridad es total con los dobles terrarios¡±, zanja Isamat subrayando que en aquella ocasi¨®n la que lo pas¨® peor fue la serpiente ¡°que sufri¨® un gran estr¨¦s¡± (!).
Sin desanimarse por mi morboso inter¨¦s en los accidentes que puedan haber sufrido (¡°cuando se manipulan criaturas de estas siempre hay riesgo, lo peor es el exceso de confianza¡±), la gente de Atrox me conduce de bicho en bicho cont¨¢ndome cosas interesant¨ªsimas, como la manera en que una eminencia, el herpet¨®logo Karl Schmidt, mordido por un boomslang en 1957, se dedic¨®, hasta sufrir una hemorragia cerebral y morir en 24 horas, a anotar en su diario los efectos del veneno ¡ªque aparece en las novelas de Agatha Christie y en las de Harry Potter¡ª. Les pregunto por Frank de la Jungla y los de Atrox se miran unos a otros. Deciden un¨¢nimemente no contestar.
En la actualidad se experimenta con venenos para curar diversas dolencias
La exposici¨®n, que no hay que perderse, se completa con audiovisuales, plafones explicativos y varias vitrinas con material cient¨ªfico y una de ellas llena de antiguos productos comerciales que empleaban sustancias que hoy est¨¢n consideradas t¨®xicas. Entre lo m¨¢s destacable, la reproducci¨®n horrorosamente realista de un brazo que muestra los efectos de una mordedura necrosante de v¨ªbora bufadora. El brazo sirve para recordar que a diferencia, de, por ejemplo, una colecci¨®n de arte etrusco, esta exposici¨®n es dif¨ªcil de manejar. ¡°Que se trata de animales venenosos lo complica todo mucho, hay que tener ant¨ªdotos siempre a mano¡±. Del futuro de estas criaturas parece que aunque amenazadas por la desaparici¨®n de sus h¨¢bitats, el hecho de que se est¨¢ descubriendo que muchos de sus venenos tienen aplicaciones m¨¦dicas, puede ayudar a su preservaci¨®n.
La directora del Museo de Historia Natural, Anna Omedes, destaca que esta exposici¨®n puede ayudar a dar a conocer el nuevo museo. Omedes recalca el inter¨¦s cient¨ªfico del tema de los venenos naturales dados los estudios que se realizan actualmente sobre su utilidad: el veneno de tar¨¢ntula para curar la distrofia muscular, el de cobra para artritis, otros para tratar c¨¢nceres. Y recuerda la m¨¢xima de Paracelso de que todo puede matar o curar, dependiendo de la dosis.
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