Los cachivaches de los escritores
Un museo en el Centro de Arte Moderno muestra los libros y secretos de los grandes autores
En 1962, Julio Cort¨¢zar le regal¨® a su amiga la poeta suicida Alejandra Pizarnick un ejemplar del Quatre cents hommes encroix mil neuf cent cinquante six de Henri Michaux. Aunque quedaba todav¨ªa un a?o para la publicaci¨®n de la novela m¨¢s importante del autor de Rayuela, Cort¨¢zar le firm¨® el libro a Pizarnick con el nombre de los protagonistas de la obra: La Maga, Horacio Oliveria, Gregorovius, Wong, Etienne, etc¡ ¡°El Club de la Serpiente¡±, que as¨ª se llamaban, ¡°decide por unanimidad aceptar como socia vitalicia, sin cuota de ingreso a Alejandra Pizarnick¡±, rezaba la dedicatoria. Una pieza curiosa, sin duda, como muchas de las que se encuentran en el Museo del Escritor del Centro de Arte Moderno (c/ Galileo, 52) un lugar lleno de libros y cachivaches, que mezcla la librer¨ªa, la editorial, la imprenta, la sala de conferencias o exposiciones y este museo, todo ello dedicado a la literatura iberoamericana. Tambi¨¦n custodian el archivo Onetti.
Precisamente por estas fechas a?aden algunas piezas nuevas a su exposici¨®n: dos pipas de Don Ram¨®n G¨®mez de la Serna, unas gafas de Mario Benedetti, una l¨¢mpara de Jaime Salinas, una cajita de cigarros de Max Aub, plumas y objetos de escritorio de Mar¨ªa Mercedes Carranza o una foto de la adolescencia de Juan Cruz, en los tiempos en los que escribi¨® su primera cr¨®nica. Atesoran m¨¢s de 5.000 objetos, aunque no pueden exponerlos todos. A¨²n as¨ª, en el Centro de Arte Moderno se puede visitar gratuitamente, y con visita guiada si avisan con antelaci¨®n (914 29 83 63), algunos de los objetos de cada uno de los autores presentes en la colecci¨®n.
¡°No es que seamos mit¨®manos o fetichistas, en el sentido de considerar estos objetos m¨¢gicos¡±, explica Claudio P¨¦rez M¨ªguez, uno de los promotores del centro, ¡°igual que todos tenemos recuerdos de nuestros seres queridos muertos ¡ªy eso no te hace fetichista¡ª si un escritor ha escrito cosas que han sido importantes para nosotros y nos han influido, estos objetos nos refieren a lo que tenemos dentro, a nuestra sensibilidad respecto a ese autor¡±.
Otros objetos que se encuentran son un austero cintur¨®n de caza con cartuchera de Miguel Delibes, una primera edici¨®n del Libro del Laberinto de Caballero Bonald con las correcciones que el poeta le hizo a mano para la segunda edici¨®n, un adoqu¨ªn de esos que escond¨ªan la playa en el mayo del 68 parisino, y que guard¨® el editor Mario Muchnick, unos mu?ecos de luchadores de lucha libre mexicana de Rodrigo Fres¨¢n, o la corbata con la que se cas¨® Max Aub. ¡°En realidad esta corbata, como muchos de los objetos que est¨¢n aqu¨ª, son solo cosas viejas que pasar¨ªan desapercibidas en el Rastro¡±, explica Ra¨²l Manrique, el otro de los art¨ªfices del asunto, ¡°pero aqu¨ª, en su contexto, toman su verdadero valor¡±. Es cierto: aunque a simple vista solo tengamos una colecci¨®n de cosas viejas, mediante las explicaciones que dan estos recopiladores de an¨¦cdotas, al fin y al cabo, los objetos parecen cobrar vida y decir mucho de la personalidad de sus autores. M¨¢s cosas: como hay mucho manuscrito y mucho mecanuscrito, el escritor nicarag¨¹ense Sergio Ram¨ªrez, quiso donar el original de su novela Castigo Divino en cuatro enormes disquetes, que ahora solo se pueden consultar en sitios como la Biblioteca Nacional, que conserva esas disqueteras. Est¨¢ un muy destartalado ejemplar del Ulises de Joyce, del poeta Ra¨²l Zurita, al parecer el ¨²nico objeto que le acompa?¨® durante cuatro divorcios y una dictadura (y se nota).
Hay un ejemplar curioso que tiene doble valor: es un libro de G.K. Chesterton firmado por el propio Chesterton y a su vez firmado por su gran admirador, el joven Jorge Luis Borges, que se cruz¨® con este libro, seg¨²n dice la firma, en la Granada de 1919, cuando los Borges ven¨ªan de Suiza y se asentaron durante un par de a?os en Espa?a.
A pesar de la firma intrusa de Chesterton, aqu¨ª lo que hay son autores espa?oles y latinoamericanos que escriben es espa?ol. ¡°No es la misma riqueza cultural la de un idioma que hablan muchas personas en un mismo pa¨ªs, como puede ser el chino, que el caso del espa?ol, que hablan muchas personas en diferentes pa¨ªses¡±, opina P¨¦rez Miguez, ¡°en este caso cada uno aporta su acervo y su color, y no es lo mismo un escritor cubano, que argentino o colombiano, aunque usen un mismo idioma. Eso es lo bonito¡±.
El Museo del Escritor est¨¢ en la calle Galileo, 52.
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