Sin Navidad por un ¨¢rbol
Un matrimonio de pensionistas se gasta el dinero de su pensi¨®n en arreglar los destrozos ocasionados por las ra¨ªces de un olmo
Cuando se despert¨®, el ¨¢rbol segu¨ªa ah¨ª. Pero su pensi¨®n hab¨ªa desaparecido. Las ra¨ªces de este olmo entraron a comienzos de diciembre en casa de ?ngeles Prieto y Manuel L¨®pez, dos vecinos de 88 y 92 a?os del barrio de Simancas de Madrid. Buscaban el sustento que pod¨ªa proporcionarle la humedad de sus ca?er¨ªas. Ocurri¨®, casi, sin que se dieran cuenta. Las ra¨ªces atravesaron la arqueta general y treparon por la tuber¨ªa del piso. Cuando ?ngeles se percat¨® ya era tarde: hab¨ªan tupido la bajante y era imposible usar el ba?o.
Al ser un problema de arbolado, dicen, el seguro no se hizo cargo. As¨ª que tuvieron que empe?ar la pensi¨®n de Manuel para pagar al pocero. ¡°Vivimos con menos de 800 euros y el arreglo nos ha salido por 880. Nos han dejado sin Navidad¡±, afirma ?ngeles desde el sof¨¢ al borde del llanto. Su marido, m¨¢s enfadado, aclara: ¡°Ese ¨¢rbol lleva dando problemas desde hace a?os y lo hemos dicho muchas veces, pero nadie ha hecho nada¡±.
Podr¨ªa parecer, tal vez, el t¨ªpico cuento de Navidad en el que al final ocurre un milagro y todo se soluciona. Pero mientras eso llega, estos vecinos de la calle de la Virgen de la Oliva, en el distrito de San Blas, tendr¨¢n que escalar la cuesta de diciembre y luego la de enero. No parece f¨¢cil. Aunque cuentan, eso s¨ª, con el apoyo de otros residentes.
Todos ellos han sufrido, en mayor o menor medida, la voracidad del ejemplar que tienen frente a su vivienda. Sagrario Mart¨ªnez, de 54 a?os, lleva, de hecho, desde 2008 batallando para que alguien les d¨¦ una soluci¨®n: ¡°Parece que lo que prima aqu¨ª es el derecho del ¨¢rbol a vivir sobre el nuestro a residir¡±. En su caso, tuvo que cambiar la puerta de su casa y las baldosas porque las ra¨ªces de este ¨¢rbol le levantaron el suelo. El arreglo le sali¨® por unos 1.600 euros. Pero la obra result¨®, sin embargo, en vano. ¡°El olmo sigui¨® creciendo y al cabo de un tiempo me levant¨® la nueva tarima¡±, cuenta desesperada. No exagera. El suelo de su sal¨®n recuerda a estas atracciones en las que el suelo est¨¢ desnivelado y hay que andar con cuidado para mantener el equilibrio. ¡°Arreglar todo esto me saldr¨ªa por un pico y yo ya no puedo hacer frente a los gastos. Cobro una pensi¨®n de 494,30 euros. ?Dime c¨®mo vivo?¡±, a?ade con el mismo tono.
Sagrario entiende la rabia de Manuel y ?ngeles, sus vecinos de al lado. A ella tambi¨¦n le sucedi¨® lo mismo en 2010: ¡°Adem¨¢s de todo lo que me pas¨®, las ra¨ªces del ¨¢rbol me atrancaron la arqueta y tuve que hacer una pocer¨ªa nueva. Esto lleva pasando a?os y, como ves, ha vuelto a suceder¡±.
La falta de alcantarillado es otro de los problemas a?adidos de estos vecinos. En lugar de eso, las casas vierten sus aguas fecales a una arqueta general o dep¨®sito que va a dar a la alcantarilla de la calle del Hogar de Bel¨¦n, justo detr¨¢s. Las viviendas tienen alrededor de 60 a?os. ¡°Pero esto no es un problema de edificaci¨®n¡±, aclara Sagrario.
Desde la Concejal¨ªa de Medio Ambiente aseguran que est¨¢n al tanto de estos problemas. ¡°Hemos recibido las quejas de esta vecina y vamos a correr con los gastos¡±, afirman. Aunque solo de Sagrario, especifican: ¡°No tenemos constancia de m¨¢s quejas¡±.
Quejas formales y por escrito, no, pero Manuel y ?ngeles afirman que han llamado varias veces para dar cuenta de su situaci¨®n. Adem¨¢s, la ¨²ltima notificaci¨®n de Sagrario iba en nombre de todos. Incluidas tambi¨¦n Margarita Mart¨ªnez y Juana Valverde, de 61 y 80 a?os.
¡°La calle est¨¢ desnivelada y se me forman unos charcos en la puerta que muchas veces cuando saco a mi madre, que va en silla de ruedas y tiene 85 a?os, se me moja entera. Tengo que estar siempre barriendo y a pesar de eso me han salido humedades¡±, se lamenta Margarita. ¡°Y yo no puedo muchas veces cerrar bien la puerta. A ver si hacen algo con ese ¨¢rbol¡±, apostilla Juana.
Medio Ambiente no sabe a¨²n si talar¨¢ o no el olmo o si lo sustituir¨¢ por otro menos invasivo. Mientras tanto, el ejemplar sigue creciendo. ¡°Cualquier d¨ªa nos tira la casa¡±, coinciden estos vecinos. ¡°Y esp¨¦rate a la primavera cuando nos barra las tejas¡±.
Son algo m¨¢s que una comunidad. Se podr¨ªa decir que tambi¨¦n ellos han echado ra¨ªces. Margarita jugaba de peque?a con Lucio y Angelines, los hijos de Manuel y ?ngeles. Y estuvo, adem¨¢s, en los brazos de Juana el d¨ªa de su boda: ¡°Eras un beb¨¦ precioso¡±. As¨ª, cuando el ¨¢rbol lleg¨®, muchos de ellos ya estaban ah¨ª.
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