Fuenteovejuna
La raz¨®n laica est¨¢ siendo acosada en Espa?a por posiciones dogm¨¢ticas, igual que lo son en Catalu?a quienes no comulgan con el soberanismo
No es lo mismo estar fuera de lugar que sentirse fuera de lugar, como no es lo mismo la man¨ªa de persecuci¨®n y ser perseguido de veras. La nueva ley del aborto est¨¢ fuera de lugar; est¨¢ tan violentamente fuera de lugar que ha merecido la reprimenda de una muchacha inteligente, simp¨¢tica y francesa, ministra abochornada ante el abuso de poder de una ley verdaderamente embarazosa. Ha sido valiente Najat Vallaud-Belkacem al se?alar el desplazamiento que la derecha est¨¢ viviendo en Espa?a, subida a la ficci¨®n aritm¨¦tica de una mayor¨ªa absoluta levantisca y con los tics represivos que en Europa se reservan a la extrema derecha. Ni la ley de seguridad ciudadana ni la ley del aborto escapan a un mismo comp¨¢s nost¨¢lgico de un orden sublunar, premoderno, constitutivo del perfil m¨¢s repeinado y engominado de la derecha espa?ola.
Desde que Francisco Umbral se muri¨® ya casi nadie habla de la derechona pero est¨¢ tan viva que parece hija de la biogen¨¦tica hist¨®rica, como si despu¨¦s de subvertir el relato de la guerra y el franquismo, se sintiese ya en disposici¨®n de acosar el ¨¢mbito de los derechos individuales y ponerse abiertamente fuera de lugar.
La raz¨®n laica est¨¢ siendo acosada en Espa?a por posiciones dogm¨¢ticas, igual que lo son en Catalu?a quienes no comulgan con el soberanismo
Los recortes de derechos civiles han llegado despu¨¦s de los recortes econ¨®micos y sociales. La eliminaci¨®n de la ¨¦tica de la ciudadan¨ªa en la escuela y la imposici¨®n de la religi¨®n como materia evaluable no constituyen ning¨²n retroceso al pasado; constituyen la voluntad de acosar a una ciudadan¨ªa desprotegida con el martillo de la fe cat¨®lica, fe cerrada de una derecha intolerante e irrespetuosa con quienes no piensan con el mito, con la superstici¨®n ni con el blindaje pueril de un libro sagrado.
La agresi¨®n ahora se ha extendido a un derecho concebido como emergencia humanitaria, como soluci¨®n dram¨¢tica y l¨ªmite ante un embarazo indeseado que es todav¨ªa reversible en determinadas condiciones. La ¨¦tica cient¨ªfica y la ¨¦tica de la libertad se someten a la ¨¦tica religiosa coactiva y desmelenada, en pleno viaje de ¨¢cido o en plena org¨ªa et¨ªlica, es decir, bajo la creencia de que el mundo es y ha de ser como lo siente el anestesiado de fe religiosa y, desde luego, sin dudar, porque la fe no duda.
La ley de Ruiz Gallard¨®n, como antes la ley de Wert encarnan, m¨¢s all¨¢ de los recortes econ¨®micos y en derechos sociales, el perfil m¨¢s racial de nuestra derecha, y digo nuestra sin ninguna reserva. La hemos cuidado y mimado, protegido y acunado los ciudadanos que a lo largo de la democracia hemos cre¨ªdo en derechos individuales en que ellos no creen, todav¨ªa atrapados en el constantinismo medieval, fundador de la alianza entre Iglesia y Estado
La raz¨®n laica no se siente perseguida; es que est¨¢ siendo acosada y perseguida desde el ejercicio dogm¨¢tico de la fe, magnificando el espectro m¨¢s derechizado de la sociedad espa?ola. La fe en las libertades civiles e individuales ha sido desplazada de lugar, puesta fuera de lugar, expulsada del poder por un impulso sectario y excluyente. En democracia es normal, es cierto, y forma parte de las reglas del juego de una mayor¨ªa, que puede ser aritm¨¦tica o simb¨®lica.
Desde que Francisco Umbral se muri¨® ya casi nadie habla de la derechona pero est¨¢ tan viva que parece hija de la biogen¨¦tica hist¨®rica
En Catalu?a tambi¨¦n tenemos experiencia del ejercicio de exclusi¨®n social por raz¨®n ideol¨®gica. Incluso quienes no han votado nunca a Albert Rivera o quienes no han votado nunca (y es improbabil¨ªsimo que vayan a votar nunca a Enric Millo, del PP) asisten una y otra vez a ejercicios de acoso democr¨¢tico y a menudo insolente en medios p¨²blicos catalanes contra ambos. Se trata de ponerlos fuera de lugar y de hacerles sentir (hacernos sentir) que est¨¢n fuera de lugar. Con el PSC eso no ha llegado a¨²n, ni espero que llegue, de la misma manera que tampoco ha sucedido en el sector no soberanista de ICV. Pero en este caso es porque est¨¢ missing o eclipsado, y en el caso socialista porque hay una parte de la f¨¢brica independentista que todav¨ªa conf¨ªa en ponerlo en su lugar, en resituarlo. Los partidos te¨®ricamente independentistas (digo te¨®ricamente porque a d¨ªa de hoy los estatutos de Uni¨® no la definen como independentista: ?y los de Converg¨¨ncia?) no han perdido la esperanza de ganar para la causa alg¨²n nombre importante, alg¨²n pedazo de sigla, alg¨²n trozo simb¨®lico del socialismo catal¨¢n que permita decir que todos somos ya independentistas.
Pero el esquema de comportamiento es el mismo que aplica la derecha espa?olista y de tradici¨®n cat¨®lica dura. La convicci¨®n de parte se impone sobre el todo para disminuir o minimizar la existencia de versiones distintas sobre los conflictos reales. Se llama populismo y es herramienta grosera del poder. El vicio consiste en tratar al ciudadano como cuerpo electoral, con premeditaci¨®n y cinismo, de modo que el mensaje prefijado llegue simple, llano y depurado, como son los dogmas de fe.
?Y qu¨¦ hace ah¨ª ERC, cuyos estatutos y hasta cuyo nombre la definen como de izquierdas: qu¨¦ hace ERC en pleno acto de fe populista, todos a una como Fuenteovejuna?
Jordi Gracia es profesor y ensayista.
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