El fin del fin de la privacidad
El reto del Big Data no puede abordarse sin contar con la confianza entre los propietarios de los datos y sus gestores
Hace justo cuatro a?os, el 11 de enero de 2010, Mark Zuckerberg, fundador de Facebook, afirm¨® en un evento en San Francisco que la privacidad hab¨ªa muerto. En su opini¨®n, la forma como la gente utilizaba las redes sociales revelaba que para muchas personas mantener espacios privados o de intimidad no era tan importante como disponer de espacios para compartir informaci¨®n. Hab¨ªa llegado, seg¨²n ¨¦l, el fin de la privacidad como convenci¨®n social.
Mucho ha llovido desde entonces. Y si los principios de a?o van de pron¨®sticos, el m¨ªo es que este va a ser el a?o de la privacidad, el a?o en que descubriremos que el derecho a la intimidad es al siglo XXI lo que los derechos civiles fueron en el siglo XX: una batalla en la que nos jugamos elementos fundamentales de nuestra concepci¨®n de la libertad, la democracia y el progreso tecnol¨®gico.
Auguro el fin del fin de la privacidad por varios motivos. El primero es que las revelaciones de Snowden sobre el espionaje de la National Security Agency (NSA) estadounidense y la existencia de un programa internacional de intercambio de datos personales conocido como Five Eyes han puesto sobre la mesa que la amenaza a la privacidad no proviene s¨®lo del mal uso que puedan hacer los usuarios de las redes sociales, sino que existe una red de agencias de inteligencia adictas a la miner¨ªa de datos que no muestran reparo alguno en ignorar las garant¨ªas legales que rodean el proceso de creaci¨®n de ficheros con informaci¨®n sensible de car¨¢cter privado. La privacidad, pues, emerge como un elemento pol¨ªtico de primer orden.
El segundo es que, a pesar de lo que diga Zuckerberg, los datos indican que la generalizaci¨®n de las tecnolog¨ªas de vigilancia y control no est¨¢ llevando a una menor preocupaci¨®n por la privacidad, sino todo lo contrario. En Espa?a, por ejemplo, los datos del CIS revelan que el porcentaje de ciudadanos que ve con buenos ojos la proliferaci¨®n de la videovigilancia baj¨® en m¨¢s de cinco puntos entre 2008 y 2011. Igualmente, asistimos paulatinamente a un proceso de alfabetizaci¨®n digital que incluye la familiarizaci¨®n con las herramientas que nos permiten gestionar nuestros datos e interacciones para que sean privados. La proliferaci¨®n de los mecanismos de monitorizaci¨®n de nuestra vida cotidiana no est¨¢ llevando a la normalizaci¨®n o la apat¨ªa, sino a la concienciaci¨®n y a la resistencia activa. Es el principio de la privacidad.
El reto del Big Data no puede abordarse sin contar con la confianza entre los propietarios de los datos y sus gestores
El tercero es que este a?o debe aprobarse en el Parlamento Europeo la nueva Directiva de Protecci¨®n de Datos, con el que la Uni¨®n Europea quiere imponerse a EEUU y reformar la norma de 1995 para instituir un riguroso sistema de protecci¨®n de la privacidad basado en el reforzamiento de las agencias de protecci¨®n de datos y la creaci¨®n de s¨®lidas garant¨ªas legales entorno a un concepto de la privacidad que no se limite a la protecci¨®n de datos, sino que incorpore elementos relacionados con la no-discriminaci¨®n, el ejercicio de derechos fundamentales, la dignidad y el estado de derecho. Con la nueva directiva nacer¨¢n nuevos protocolos, nuevas tecnolog¨ªas, nuevas profesiones y una nueva sensibilidad sobre el papel fundamental de la privacidad en el desarrollo pleno de las libertades.
De la capacidad que tengamos para convertir 2014 en el a?o de la privacidad puede depender nuestro futuro tanto democr¨¢tico como tecnol¨®gico. Democr¨¢tico porque si hemos llegado hasta aqu¨ª es debido a que el contrato social sobre el que se sustentaba la entrega de datos personales (direcci¨®n postal o n¨²mero de DNI, conversaciones, historias m¨¦dicas, datos bancarios, fotograf¨ªas, h¨¢bitos de consumo, orientaci¨®n sexual, huella energ¨¦tica, etc¨¦tera) a las autoridades p¨²blicas y organismos privados est¨¢ fundamentalmente quebrado. Hasta hoy, aquellos que deb¨ªan velar porque nuestra informaci¨®n se utilizara de forma responsable y siempre con nuestro consentimiento se han dedicado, en el caso de los entes p¨²blicos, a construir infraestructuras de espionaje basadas en la recopilaci¨®n masiva de datos sin l¨®gica alguna y con lagunas de seguridad evidentes. En el caso de las empresas privadas, ¨¦stas han creado l¨ªneas de negocio paralelas basadas en la compra y venta masiva de datos personales, de nuevo sin solicitar el consentimiento del consumidor ni rendir cuentas sobre el destino final o beneficio generado por esta informaci¨®n.
Nos jugamos tambi¨¦n el futuro tecnol¨®gico porque el reto del Big Data no puede abordarse sin contar con unos buenos cimientos que reconstruyan ese contrato social y la confianza entre los propietarios de los datos y sus gestores. La creaci¨®n de herramientas de gesti¨®n masiva de datos personales debe basarse no en la ignorancia y la desprotecci¨®n legal del ciudadano, como hasta ahora, sino en la capacidad para dar garant¨ªas, recuperar la confianza de los sujetos de datos y desarrollar tecnolog¨ªas que contribuyan a ello. Y este es el a?o para demostrar que esto es posible. Feliz a?o de la privacidad.
Gemma Galdon Clavell es doctora en Pol¨ªticas P¨²blicas.
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