La consigna y la realidad

En los distintos intentos de negociaci¨®n del final de la violencia en el Pa¨ªs Vasco que se dieron en todos los gobiernos de la democracia, siempre figuraba como elemento central el futuro de los presos. La gran mayor¨ªa de los que a¨²n est¨¢n en la c¨¢rcel acaban de asumir p¨²blicamente que su suerte se inscribe dentro de la legalidad penitenciaria vigente y renuncian, por tanto a la pretensi¨®n de soluciones globales. Al tiempo que reconocen los da?os causados por la violencia y asumen el marco pol¨ªtico democr¨¢tico. A su vez, los presos liberados como consecuencia de la anulaci¨®n de la doctrina Parot, que han cumplido, por tanto, sus penas y son ciudadanos con los mismos derechos civiles que los dem¨¢s, se re¨²nen en un acto p¨²blico para asumir lo mismo que sus compa?eros encarcelados: asunci¨®n de la legalidad pol¨ªtica, fin de la violencia, responsabilidad en los da?os causados durante los a?os de plomo. Se puede objetar que no hayan pedido perd¨®n a sus v¨ªctimas, pero el perd¨®n ¡ªtanto pedirlo como concederlo¡ª es una cuesti¨®n de estricta conciencia personal que a nadie puede imponerse como una obligaci¨®n. El perd¨®n o es sincero o es una burla. Obligar a pedirlo es contribuir a la burla.

En cualquier caso, personas condenadas por pertenecer a ETA con historiales muy sangrientos aceptan la legalidad vigente y adecuan su suerte a ella sin haber conseguido absolutamente ninguno de sus objetivos pol¨ªticos. ?Es eso una victoria de ETA como algunos sectores pr¨®ximos al PP dicen? ?Qu¨¦ sentido tiene premiar a ETA concedi¨¦ndole una victoria que no ha conseguido y que en nada se corresponde a la realidad del Pa¨ªs Vasco? ?Por qu¨¦ decir que han ganado en vez de celebrar que han perdido? ?O es que en algunas mentalidades no basta que el estado democr¨¢tico imponga la ley y sus valores, se necesita aplastar y humillar?

El PP que en tiempos de Aznar intent¨® pactar con ETA como han hecho todos, cuando Zapatero hizo lo propio se lanz¨® en tromba contra ¨¦l, e impuso la consigna de la victoria absoluta, sin paliativos ni concesiones. Con todos los errores cometidos por Zapatero, aquella tregua hizo que la sociedad vasca creyera que la violencia hab¨ªa terminado, y cuando ETA la rompi¨® no se lo perdonaron ni los suyos, y su final se aceler¨®. Cuando el episodio de la violencia etarra ha terminado, sin que ETA haya conseguido nada cambio, el PP sigue diciendo que no basta. Qu¨¦ sentido tiene? ?S¨®lo dar gusto a un sector de su electorado? ?No ser¨ªa m¨¢s ¨²til hacer pedagog¨ªa de la victoria del estado de derecho sobre ETA y del retorno a la normalidad democr¨¢tica en el Pa¨ªs Vasco?

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El PP vive de consignas. Y estas tienen que sobrevivir a la realidad. Aunque solo sea a trav¨¦s de gestos autoritarios para consumo de sus sectores m¨¢s radicales. El PP se ha rasgado las vestiduras por la eliminaci¨®n de la doctrina Parot. Pero no ha hecho nada por no cumplir la decisi¨®n del Tribunal de Estrasburgo, porque sabe que no puede hacerlo, que los jueces tienen raz¨®n y que no puede romper la legalidad europea. Pero tampoco ha hecho lo que era su obligaci¨®n: pedagog¨ªa democr¨¢tica, explicar el sentido de la sentencia y las reglas del juego en que nos movemos. Ha preferido el ruido, el aplauso y el apoyo a los que se quejan, es decir, salvar la cara sin hacer nada. Es el cinismo de las apariencias. Poco importa la verdad concreta de las cosas, lo ¨²nico que importa es dar carnaza a los suyos.

Mantener la tensi¨®n en el Pa¨ªs Vasco permite adem¨¢s un juego obsceno: la insinuaci¨®n permanente de alg¨²n nexo entre lo ocurrido en Euskadi y la reivindicaci¨®n independentista catalana. Pero al PP se le nota mucho. Primero, lanza la consigna y, despu¨¦s, anuncia solemnemente su cumplimiento en la realidad. Estos d¨ªas hemos tenido un buen ejemplo en las declaraciones del ministro del Interior, el catal¨¢n Jorge Fern¨¢ndez D¨ªaz. No sabemos si es una informaci¨®n de sus servicios de inteligencia metidos entre los manteles de Navidad o si resulta que en la familia Fern¨¢ndez D¨ªaz ha aparecido s¨²bitamente un brote independentista que ha amargado las fiestas, pero el hecho es que el ministro ha pasado unos d¨ªas en Barcelona y ha percibido grandes peleas familiares a causa del debate separatista. Me temo que todo es mucho m¨¢s sencillo. Cuando en 2012 la movilizaci¨®n independentista dio el gran salto, Jos¨¦ Mar¨ªa Aznar pronunci¨® una sentencia solemne: Espa?a no se dividir¨¢, pero Catalu?a se fracturar¨¢. La consigna cuaj¨®. Desde entonces, el PP no ha parado de alertar sobre la fractura, esperando que se convirtiera en profec¨ªa autocumplida. Por fin, Fern¨¢ndez D¨ªaz la ha encontrado en las mesas de Navidad.

Mal asunto cuando se lee la realidad a trav¨¦s de las consignas. Pueden pasar cosas tan lamentables como regalar a una ETA derrotada el honor de una victoria que no ha tenido nunca. O mostrar un entusiasmo sospechoso en la b¨²squeda de fracturas sociales en Catalu?a.