Conciencia, conciencia
El PP excesivamente mayoritario se desorbita, se descentra, se vuelve exc¨¦ntrico como un grup¨²sculo de minor¨ªas extremas
Un amigo, perplejo, me comenta un deseo de Celia Villalobos, diputada por M¨¢laga y vicepresidenta del Congreso: Villalobos quiere que su partido la deje ¡°votar en conciencia¡± la ley del aborto. ?No votan siempre en conciencia los diputados?, pregunta mi amigo. ?Son criaturas habitualmente desalmadas? No. Es que el aborto pertenece a la categor¨ªa de ¡°asuntos que afectan a la conciencia¡±, por usar el lenguaje pol¨ªtico vigente. Se trata de una cuesti¨®n ¨¦tica, de moral. Entonces ?la pol¨ªtica no es siempre una cuesti¨®n ¨¦tica? ?No era una cuesti¨®n moral el voto a la reforma del derecho del trabajo? ?No plantean problemas ¨¦ticos las normas sobre desahucios o las leyes penales?
El trabajo de diputado se parece al de actor: los dos representan el papel que les da el director de la funci¨®n. Los jefes de filas en el Congreso o en el Parlamento reparten el guion a sus actores, y as¨ª como el personaje de un drama ocupa la conciencia del actor que lo interpreta, el partido toma posesi¨®n de la conciencia del diputado. ?Se podr¨ªa hablar de alquiler de conciencias? Da la impresi¨®n de que, durante la legislatura, el diputado arrienda su conciencia al partido por un precio: la participaci¨®n del arrendador en el reparto de premios, prebendas y cargos estatales o partidarios, y su inclusi¨®n continuada en la lista electoral.
El sistema de posesi¨®n y arrendamiento de conciencias es consustancial a nuestro bipartidismo o r¨¦gimen de bipartido ¨²nico: PP y PSOE son los dos ¨²nicos partidos plenamente constitucionales que quedan. Se turnan en el Gobierno y comparten un mismo inter¨¦s: que el poder ejecutivo controle absolutamente el poder legislativo y el poder judicial. El brazo legislativo del partido, por decirlo as¨ª, solo debe ser un ap¨¦ndice del Ejecutivo, y las jerarqu¨ªas partidarias vigilan que el diputado act¨²e como un simple pe¨®n, avisado de que no es nadie. Si se estropea un pe¨®n de ajedrez es sustituido en el tablero por otro id¨¦ntico.
El diputado se parece a un actor, pero tambi¨¦n al camarero que sal¨ªa en El ser y la nada, ese camarero que, aunque no le sobren las ganas, debe ser amable con el cliente hasta creerse su propia amabilidad. No obra seg¨²n su conciencia, sino seg¨²n su profesi¨®n, por decirlo en breve. O sufre un desdoblamiento de la conciencia, con y sin el uniforme que le exige la profesi¨®n. A esto le llaman mala fe, un estilo de vida que todos practicamos de vez en cuando (yo por lo menos), conscientes de no aplicar a algunas cosas de cada d¨ªa nuestra verdadera conciencia. Es evidente que tenemos m¨¢s de una conciencia y que a veces no le hacemos caso a nuestra conciencia m¨¢s querida.
As¨ª entiendo que la diputada por M¨¢laga, Villalobos, pida ahora libertad de voto. ?No hay libertad de voto en el Congreso? S¨ª, claro: cada partido vota como mejor le parece. Y pertenece al partido el voto del diputado, quien, se supone, eligi¨® libremente al partido que lo incluy¨® en la lista. Pero, a pesar de que parezcan desavenencias entre correligionarios, yo veo muy ¨²tiles a su partido los movimientos de Villalobos y otros diputados afines. El PP tiene un problema, como demostr¨® entre 2000 y 2004, cuando el jefe era Aznar: lo pierde la ebriedad de la mayor¨ªa absoluta, cuando se siente capaz de dar todo lo que lleva dentro.
Le pasa como a esa gente que, borracha, revela su verdadera personalidad, un poco desmesurada. El PP excesivamente mayoritario se desorbita, se descentra, se vuelve exc¨¦ntrico como un grup¨²sculo de minor¨ªas extremas. Se desequilibra y pierde las elecciones. Es lo que perciben en conciencia algunos diputados. Y piden que les dejen mostrarlo en p¨²blico, para que veamos que el PP no es lo que parece en sus momentos m¨¢s sinceros.
Justo Navarro es escritor.
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