En la estela del maestro
La figura de Enrique Morente vuelve a tomar cuerpo este fin de semana en el Price a trav¨¦s de las mejores voces del flamenco. Su legado est¨¢ cargado de sabidur¨ªa y talento
Todos los que convivieron con Enrique Morente atesoran un repertorio de sus m¨¢ximas, ocurrencias y preceptos. Juan Verd¨², el aficionado al flamenco que le prepar¨® muchas actuaciones en Madrid, recuerda inmediatamente una frase suya, chocante por lo parad¨®jica: ¡°?Para qu¨¦ hacer las cosas bien si las podemos hacer mal?¡±. Era una forma de burlarse de s¨ª mismo cuando se materializaban precisamente los frutos del buen hacer: un local prestigioso lleno a rebosar, por ejemplo.
Taurino de coraz¨®n, sab¨ªa que el arte y el valor deben probarse cada tarde. A ser posible, con una cura de humildad. Tras triunfar en el madrile?o teatro de la Zarzuela, ped¨ªa que le abrieran un hueco en la programaci¨®n flamenca de la sala Rev¨®lver, un antro reservado al rock con las m¨ªnimas comodidades: ¡°As¨ª nos quitamos los brillos, Juan¡±.
Seg¨²n Verd¨², Morente sistem¨¢ticamente evitaba hincharse de orgullo: ¡°Sab¨ªa que un artista endiosado tiende a equivocarse¡±. Meditaba exhaustivamente cada jugada. De ah¨ª la abundancia de proyectos que dej¨® aparcados, a veces incluso casi completados. Javier Li?¨¢n, que edit¨® algunos de sus discos, evoca su obsesi¨®n por hallar un concepto que canalizara su creatividad. ¡°Pod¨ªa trabajar con la ¨²ltima tecnolog¨ªa, pero pensaba como un artesano. De repente, sonre¨ªa y te dec¨ªa: ¡®Ya tengo el clavo, Javier, ya puedo colgar la ropa¡¯. Y todo se aceleraba¡±.
No le preocupaba el ser criticado por puristas o por tal o cual secta exclusivista: ¡°Alg¨²n d¨ªa, tendremos la raz¨®n; ya les convenceremos¡±. Le interesaba, eso s¨ª, la mec¨¢nica de la creaci¨®n. Coincidi¨® con Mario Vargas Llosa en la Universidad Men¨¦ndez Pelayo de Santander y pasaron una noche de amigables confidencias. Para Morente, lo intrigante era en qu¨¦ momento el novelista peruano comprend¨ªa que hab¨ªa de poner punto final a un libro. Le hubiera encantado conocer una f¨®rmula similar para resolver sus propias dudas a la hora de cerrar cualquier aventura. Su humildad, sus ganas de aprender le hac¨ªan conectar con gigantes de ¨®rbitas muy diferentes, como Alfredo Kraus. El tenor, seg¨²n Verd¨², termin¨® rendido ante el granadino: ¡°No hay m¨²sica vocal m¨¢s dif¨ªcil de interpretar que el flamenco¡±.
Un homenaje multidisciplinar
- Con el nombre de Morente m¨¢s Morente,familia y amigos del cantaor han trenzado un homenaje multidisciplinar a su memoria que arranc¨® ayer y se prolongar¨¢ todo el fin de semana en el Teatro Circo Price (Ronda de Atocha, 35) en su primera gran entrega. El mes que viene, Madrid vuelve a ser escenario de nuevos actos de recuerdo.
- En total unos 50 artistas tomar¨¢n parte a trav¨¦s de conciertos, exposiciones, encuentros y performances en distintos espacios.
- S¨¢bado 18. Coinciden en el escenario Carmen Linares, Arc¨¢ngel, Farruquito, Pitingo, Juan Carmona (Habichuela hijo), Argentina, Dorantes, Diego Carrasco y Tomasito. A partir de las 21.00. De 20 a 35 euros.
- Domingo 19. La familia Morente-Carbonell protagoniza las actuaciones de este d¨ªa. Estrella, Sole¨¢ y Jos¨¦ Enrique se har¨¢n acompa?ar por sus t¨ªos Montoyita a la guitarra, Antonio Carbonell al cante. Tambi¨¦n se espera la presencia de Antonio Orozco. A partir de las 21.00. De 20 a 35 euros.
- 20 de febrero. Gran concierto en La Riviera con Lagartija Nick, Eva Amaral, Los Planetas, La Shica y Lori Meyers entre otros. 20 euros.
- 24 y 25 de febrero. Destacados actores como Jos¨¦ Sacrist¨¢n o Ana Bel¨¦n y escritores como Luis Garc¨ªa Montero recitar¨¢n el cante de Morente en el Teatro Espa?ol. De 5 a 22 euros.
Le pesaba la responsabilidad de tirar del carro del flamenco hacia territorios no cartografiados. De alguna manera, la muerte de su amigo Camar¨®n le dej¨® solo en primera l¨ªnea de los cantaores. Su b¨²squeda se intensific¨®, esencialmente con aproximaciones personales. Como bromeaba el guitarrista Gerardo N¨²?ez, ¡°Morente fue el inventor de las redes sociales¡±. Iniciativa suya fue acercarse a los rockeros de Granada, a los jazzmen m¨¢s abiertos, a los productores de m¨²sica electr¨®nica, a mitos del noise como Sonic Youth.
En su reciente libro sobre Sonic Youth, Estragos de una juventud s¨®nica, el periodista Ignacio Juli¨¢ recoge el testimonio del capit¨¢n del grupo, Thurston Moore: ¡°Morente era un hombre muy dulce, que vol¨® con su grupo a Par¨ªs para ensayar la pieza en la que quer¨ªa colaborar con nosotros. Nos reencontramos luego en Valencia para interpretarla ante un p¨²blico muy numeroso. Pero la pieza depend¨ªa de una parte pregrabada que no son¨®, por lo que todos tuvimos que improvisar. Me sent¨ª mal por Enrique, despu¨¦s de que hubiese invertido tanto tiempo y esfuerzo preparando el concierto. Para nuestra sorpresa, se mostr¨® muy amable. Aunque no sali¨® bien, se sent¨ªa feliz de haber compartido tiempo y m¨²sica con nosotros¡±.
Atenci¨®n: el que fuera tolerante con accidentes y desastres no le imped¨ªa dar un aviso paternal cuando era necesario. Jos¨¦ Manuel Gamboa y Pedro Calvo recogen la advertencia que lanz¨® a los j¨®venes flamencos madrile?os en el sepelio del que consideraban m¨¢s dotado de su generaci¨®n, Ray Heredia, fulminado por una sobredosis de hero¨ªna: ¡°No basta con llorar, ahora hay que asimilar lo que le ha pasado. Si esto no os sirve de lecci¨®n para vuestras vidas, es que sois tontos¡±.
Sin embargo, pocos de los que le trataron recuerdan broncas. S¨ª, por el contrario, cenas y juergas en las que ¨¦l pagaba la factura: ¡°No hab¨ªa nadie m¨¢s generoso que Enrique despu¨¦s de cobrar un concierto en met¨¢lico. Primero estaba la familia, claro, pero luego sent¨ªa la obligaci¨®n de repartir alegr¨ªa entre sus amigos. No era cuesti¨®n de dinero: el mundillo del flamenco se agitaba cuando se rumoreaba que Morente hab¨ªa aterrizado en Madrid. A su alrededor, brotaba el arte¡±.
Aunque Verd¨² asegura que la an¨¦cdota definitoria de Morente ocurri¨® en Nueva York. Estaba paseando con sus m¨²sicos por la calle 52 y se encontr¨® con tres homeless negros, que tocaban recipientes de detergentes como si fueran tambores. ¡°Se par¨®, pidi¨® a los m¨²sicos que le hicieran palmas y se puso a cantar. A m¨ª me dio todos los d¨®lares que ten¨ªa y me pidi¨® que fuera a comprarles perritos calientes o lo que encontrara. Cuando volv¨ª, ya se hab¨ªa formado un corrillo de gente que aplaud¨ªa y echaba dinero. Al final, se abraz¨® con los indigentes y nos fuimos. Y me dijo al o¨ªdo: ¡®?Si todos somos mendigos en este mundo! El problema, Juan, es que no nos damos cuenta de nuestra propia miseria¡±.
Morente es, porque sigue siendo
Lo dijo Juan Luis Cano, periodista, flamenc¨®lico, y anoche presentador: "Enrique Morente es. Y digo es, y no fue, porque sigue siendo". El primer acto del festival que durante el pr¨®ximo mes y pico va a convertir a Madrid en Ciudad Morente sirvi¨® para subrayar la gigantesca figura del cantaor, a tres a?os de su fallecimiento, homenajeado por la canela del flamenco y un p¨²blico que llen¨® el Circo Price.
El primero en aparecer fue Pepe Habichuela, compa?ero al toque de Morente -cuyo nombre llevaba pintado en la trasera del chaleco- en incontables noches, y a quien dedic¨® como ¡°hermano¡± una dram¨¢tica seguiriya, encogi¨¦ndose para abrazar la guitarra como un na¨²frago se agarra a su tabla. Habichuela pas¨® el relevo a su hijo, Josemi Carmona, que hace 20 a?os llev¨® con Ketama el flamenco a otro sitio, uno diferente al de su padre o su t¨ªo Juan, que probablemente no hubiera sido posible sin la actitud de rompehielos sin prejuicios de su t¨ªo putativo.
Jos¨¦ Merc¨¦ levant¨® pieles de gallina con su voz tel¨²rica al cantar la Eleg¨ªa a Ram¨®n Sij¨¦, de Miguel Hern¨¢ndez, aclarando que Morente la hab¨ªa grabado "40 a?os antes" (el primer disco del granadino con la poes¨ªa de Hern¨¢ndez es incluso m¨¢s antiguo, anterior a las adaptaciones de Serrat). Con ¨¦l entr¨® Tomatito, que no dijo ni una palabra entre los cuatro magistrales temas que interpret¨® : cada cual tiene su forma de mostrar cari?o a un amigo ausente.
Miguel Poveda, en el otro extremo, se despach¨® con un extenso y sentido parlamento, recordando an¨¦cdotas, enmarcando a su ¨ªdolo y dirigi¨¦ndose a Estrella Morente, que asist¨ªa desde un lateral del escenario. Poveda se hizo con la noche, mostrando una evoluci¨®n de cantaor flamenco que tampoco hubiera existido (o al menos no igual) si no hubiera habido un Enrique Morente. Con trazas (zapatos brillantes, traje y pinganillo para escucharse), actitud (bailando, rompiendo el estatismo tradicional de los vocalistas flamencos) y hasta banda de estrella del pop (bater¨ªa y piano incluidos), el barcelon¨¦s las arm¨® de todos los colores durante la hora larga que dur¨® su espect¨¢culo. Primero, recurriendo tambi¨¦n a Miguel Hern¨¢ndez (Para la libertad), despu¨¦s con un Homenaje a Morente que suele interpretar en sus conciertos, y que incluye un fragmento de La aurora de Nueva York lorquiana que ya aparec¨ªa en el Omega grabado en 1996 por el que denomin¨® como "amigo del arte" junto a Lagartija Nick. Al final, y antes de dar paso a la bailaora Eva la Yerbabuena, levant¨® a su banda para que le acompa?aran dando palmas en unas alegr¨ªas emocionantes, como todo lo que toca Miguel Poveda. Como todo lo que tocaba Morente.
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