Buscar lo inesperado
La izquierda no ha sido capaz de forjar un proyecto revolucionario ni a¨²n reformista que haya supuesto una innovaci¨®n verdadera
El discurso que viene dando la presidenta de la Junta de Andaluc¨ªa refleja muy claramente la tensi¨®n que suele estar presente en casi todos los proyectos pol¨ªticos y en las personas que los lideran. La que se da entre el deseo de ir m¨¢s all¨¢ para buscar nuevos espacios y romper la inercia del mundo en que vivimos, y la atadura a la realidad inmediata que frena esa perspectiva y la voluntad de cambio.
Se trata de una tensi¨®n muy fuerte, ante la que se precisa una gran dosis de convicci¨®n y mucha firmeza e inteligencia para no quedar paralizado y para evitar la frustraci¨®n que produce la pol¨ªtica que pierde su capacidad transformadora para convertirse en una mera gesti¨®n de los asuntos del d¨ªa que entonces nos llevan en volandas y sin remedio.
En contra del estereotipo dominante, en los ¨²ltimos tres o cuatro decenios han sido las izquierdas quienes en mayor medida han sufrido esa tensi¨®n y las que han quedado paralizadas a la hora de hacer aut¨¦ntica pol¨ªtica transformadora. Como bien dijo Anthony Giddens, la izquierda se ha hecho conservadora y la derecha revolucionaria en el sentido de que solo esta ¨²ltima ha sido capaz de liberarse de prejuicios y ataduras para cambiar profundamente la historia reciente de nuestras sociedades. La ¨²nica revoluci¨®n pol¨ªtica de los ¨²ltimos cincuenta a?os en los pa¨ªses m¨¢s avanzados, la llamada por ellos mismos revoluci¨®n conservadora, la han protagonizado pol¨ªticos de derecha como Thatcher y Reagan. La izquierda no ha sido capaz de forjar un proyecto revolucionario ni a¨²n reformista, no ya en la pr¨¢ctica como el neoliberalismo sino ni siquiera en la teor¨ªa, que haya supuesto una innovaci¨®n verdadera o sugerente en los objetivos y, sobre todo, en el modo de hacer de pol¨ªtica, de acercarse a la gente y de transformar la realidad que nos rodea.
Como dec¨ªa, los discursos de Susana D¨ªaz dejan traslucir esa tensi¨®n. En uno de los ¨²ltimos dec¨ªa que la obligaci¨®n de la pol¨ªtica es ensanchar al m¨¢ximo el ¨¢mbito de lo posible y que no acepta "que todo esta? predeterminado" pero casi inmediatamente se matizaba a s¨ª misma cuando reconoc¨ªa que no va a sostener discursos "muy bonitos, muy ideol¨®gicos pero insostenibles en la pr¨¢ctica". Puro pensamiento en tensi¨®n, ambivalente. Por un lado, podr¨ªa traducirse como la cr¨ªtica al realismo que el gran pensador franc¨¦s Edgar Morin reclama como parte irreemplazable de una pol¨ªtica nueva, la de la ¨¦tica de la complejidad, que se basa en rechazar como pretexto nuestra falta de libertad. Por otro, como una cr¨ªtica de la utop¨ªa, necesaria para no cegarse buscando la perfecci¨®n, la armon¨ªa absoluta que sabemos que es imposible de alcanzar.
La cuesti¨®n estriba en si esa tensi¨®n se resuelve en la transformaci¨®n, avanzando hacia un mundo mejor, o en la aceptaci¨®n de lo que nos parece que es sostenible en la pr¨¢ctica. Es decir, si lo que percibimos (o se nos impone) como posible nos impide proyectar nuestra acci¨®n hacia el futuro incierto o si estamos dispuestos realmente a liberarnos de esa esclavitud para navegar con decisi¨®n hacia lo improbable.
El mismo Morin repite a menudo que la historia est¨¢ llena de situaciones improbables que se hicieron realidad, precisamente porque hubo seres humanos dispuestos y preparados para hacerles frente y no solo para resolver lo posible que se encontraba al alcance de su mano.
La clave para cambiar una coyuntura tan dif¨ªcil como la que estamos viviendo es buscar lo inesperado, la disposici¨®n a avanzar hacia lo que no nos parece posible o incluso a provocar que se produzca cuanto antes. Solo as¨ª es posible conseguir que un desastre como la crisis se convierta en una oportunidad de cambio. Her¨¢clito dec¨ªa que "si t¨² no buscas lo inesperado, nunca lo encontrar¨¢s" y es precisamente por eso que el conservadurismo y la sumisi¨®n o el miedo a enfrentarse a nuevas situaciones, al riesgo de innovar y a lo que nos parece imposible, resultan siempre tan in¨²tiles y frustrantes.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.