La l¨ªnea de flotaci¨®n convergente
Tiene que ver con todo lo que est¨¢ pasando que Converg¨¨ncia no se renovase intelectualmente y con vigor cuando hac¨ªa oposici¨®n a los gobiernos tripartitos y, a¨²n m¨¢s, que la primera etapa de Artur Mas fuese de propensi¨®n liberal ¡ªquiz¨¢s solo nominalmente¡ª y la que ahora vivimos sea de enervaci¨®n secesionista. Si es un abandono radical del posibilismo fundacional de Converg¨¨ncia o un viaje sin regreso no podemos saberlo con exactitud. Existe una l¨ªnea gen¨¦tica de rechazo a Espa?a en el nacionalismo catal¨¢n, pero tambi¨¦n una fuerte veta de catalanismo hisp¨¢nico. Todo cambia a la vez, todos somos parte de la fluidez y de la permanencia, salvo los extremos. La prueba del nueve acostumbra a ser el poder mantener la capacidad autocr¨ªtica.
Un partido pol¨ªtico se conglomera en torno a una fluidez constructiva entre sus principios y la identidad de sus votantes. Eso obliga a no olvidar que las identidades no son fijas sino cambiantes, incluso cuando son postuladas como perennes, al contrario de como el nacionalismo considera hoy la identidad inconmovible de la naci¨®n catalana, siempre m¨¢s all¨¢ de una sociedad que es din¨¢mica y evolutiva. En sus or¨ªgenes, Converg¨¨ncia, nucleada en torno a la figura de Jordi Pujol, actualmente en horas inciertas, ya optaba por la idea de un pueblo con el car¨¢cter nacional que ¡ªseg¨²n Herder¡ª es su vida aut¨¦ntica. As¨ª los derechos nacionales se sobreponen a los individuales. El complemento t¨¢ctico fue lo que Pujol llamaba hacer ¡°la puta i la Ramoneta¡±, concepto pol¨ªtico con singularidad. Tanto para bien como para mal, Pujol aglutinaba los diversos vectores internos de su partido, sin defraudar las expectativas de sus adictos moderados, porque esa era la clave de su permanencia electoral. Ganaba elecciones porque ten¨ªa conexiones sociales ¡ªclases medias, empresarios¡ª y porque la Uni¨®n de Centro Democr¨¢tico desapareci¨®. No se apartaba de la v¨ªa constitucional en cuyo redactado hab¨ªa tenido participaci¨®n.
Pretendiendo acu?arse de liberalismo, ha acabado siendo un partido patrimonialista, ajeno a la corriente del catalanismo cr¨ªtico
Pretendiendo acu?arse de liberalismo, Converg¨¨ncia ha acabado siendo un partido patrimonialista, ajeno a la corriente viva del catalanismo cr¨ªtico. A veces se olvida que Converg¨¨ncia es un partido con su sede central embargada o que las aspiraciones manifiestas de Oriol Pujol pueden quedar truncadas por una sentencia judicial. Uno puede preguntarse qu¨¦ hizo Converg¨¨ncia al estar en la oposici¨®n para poder gobernar luego en la realidad del nuevo siglo, en un mundo de identidades compartidas, de desarraigos y nuevas estipulaciones de la libertad. En el fondo, por muchos aprendices que hayan aparecido y por mucho que se quiera monopolizar la atenci¨®n del pr¨ªncipe, el ¨²nico intelectual org¨¢nico que ha tenido Converg¨¨ncia es Jordi Pujol. Fluctuaba, lanzaba simult¨¢neamente mensajes opuestos, pactaba y a la vez viv¨ªa en la cultura de la queja. En cambio, en Mas resalta una rigidez que no encaja con la naturaleza de la pol¨ªtica. Incluso en los tan escasos intelectuales adheridos hoy a la causa convergente se percibe una cierta descomposici¨®n del discurso, y no solo por ubicarse en la radicalidad que generalmente hab¨ªa evitado.
En estos d¨ªas, una pregunta frecuente es si todav¨ªa existen moderados en Converg¨¨ncia. Los hay. Saber si pueden propiciar una rectificaci¨®n pol¨ªtica que de margen para una maniobra sustancial ya es algo muy distinto. Ser¨ªa orientativo conocer qui¨¦n controla realmente el aparato convergente. No hay muchos nombres. La pregunta es si algunos de esos pocos nombres podr¨ªan sustituir a Mas en su momento, reagrupar fuerzas y aventajar claramente a ERC. Otra alternativa es que quien controle el partido sea el que, previo reparto de poderes, entregue el cetro al delf¨ªn. ?Qu¨¦ rostro tendr¨ªa ese delf¨ªn y qu¨¦ estrategia?
Los moderados convergentes, en buena medida no alejados del catalanismo cr¨ªtico, callan. No parece que conspiren ni se organicen. Est¨¢n. Intuyen la urgencia de recuperar su electorado centrista y de modularse hasta acabar regresando a una v¨ªa constitucional amplia, con rectificaciones y cambios que depender¨ªan mucho de una flexibilidad hoy por hoy ausente. El actual nacionalismo medi¨¢tico y cultural de Converg¨¨ncia no parece ser de gusto de estos moderados. Al recomponerse el panorama medi¨¢tico de Catalu?a, lo que queda es una soledad convergente que contrasta con las complicidades anteriores y que por fuerza obliga ahora a competir en el lenguaje de las ideas y emociones. De otro modo, ERC seguir¨¢ fagocitando el voto convergente y alterando los ya escasos consensos posibles, uno de los rasgos m¨¢s nocivos de todo lo que est¨¢ ocurriendo, en detrimento del pluralismo.
Algo equiparable ocurre con el nacionalismo cultural, conducente a una dicotom¨ªa maniquea. Es indicativo que la fiscal¨ªa interprete el simposio ¡°Espanya contra Catalunya¡± como ¡°una estafa cultural¡±. El fiscal comenta que la cuesti¨®n ¡°no versa sobre lo que unos u otros piensen sobre la historia y los posibles agravios hacia Catalu?a, sino del futuro que desean para esta comunidad¡±. Si la pol¨ªtica de la inestabilidad es su acci¨®n actual, ?puede Converg¨¨ncia volver a hacer la pol¨ªtica de regeneraci¨®n que ha sido lo mejor del catalanismo?
Valent¨ª Puig es escritor.
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