Nigromantes financieros, y trileros
Dos casos de prestidigitaci¨®n financiera: la gesti¨®n bancaria de Blesa y el fichaje de Neymar por parte de Rosell
Para mucha gente la imagen de Blesa es poco grata. Repeinado, altivo, con autom¨®viles de un lujo desorbitado, no parece haber viajado en metro en los ¨²ltimos 50 a?os. Asiduo de safaris, amigo de Aznar y sus amigos, tiene ese rostro que esculpe la certeza de una impunidad inacabable. Desde sus posiciones de privilegio urdi¨® complejas operaciones financieras. Capt¨® la confianza de miles de personas que, de buena fe, pusieron sus ahorros de toda la vida en sus manos. Y aquellos ahorros desaparecieron, como por arte de magia, que por su crueldad parece magia negra.
Esa especie de nigromancia financiera es, en nuestras leyes, una conducta grav¨ªsima. Por delitos como los que se imputan a Blesa se pueden imponer penas de m¨¢s de diez a?os de prisi¨®n. Pero tambi¨¦n sabemos que puede salir indemne tras un largo y tortuoso proceso.
Para aquellas personas de buena fe cuyos ahorros han desaparecido ya se ha acu?ado un nombre que, al paso que vamos, tendr¨¢ que acabar reconociendo la Real Academia de la Lengua. Son los preferentistas. Sin autom¨®viles de lujo y con aspecto de llevar m¨¢s de 50 a?os, toda una vida, viajando en metro. Por eso nunca se hab¨ªan visto Blesa y ellos. Los preferentistas tienen la sensaci¨®n de que Blesa se escurrir¨¢ entre las diligencias, los peritos, los recursos, las competencias, los tiempos muertos de los procesos judiciales, las prescripciones y dem¨¢s tr¨¢mites incomprensibles. Hace unos d¨ªas le esperaron a la puerta del juzgado. Se vieron cara a cara. Ellos, entre la rabia y la desesperanza. ?l, entre petimetre y tah¨²r. Le dijeron a voces lo que piensan de ¨¦l, y se lo dijeron como lo sienten, sin contenci¨®n, con razonable indignaci¨®n. ?l parec¨ªa levemente inc¨®modo, pero r¨¢pidamente le arroparon y sacaron del embrollo unos robustos acompa?antes y un coche que probablemente pagamos entre todos, incluidos los pobres preferentistas. Como en los ritos de magia, el nigromante parece que, de momento, se ha esfumado.
Le dijeron a voces lo que piensan de ¨¦l, y se lo dijeron como lo sienten, sin contenci¨®n, con razonable indignaci¨®n
Lo del fichaje de Neymar tambi¨¦n parece una extra?a y sospechosa prestidigitaci¨®n financiera. Pero no alcanza niveles de magia, y menos a¨²n de nigromancia financiera. Parece cosa de simples trileros. La operaci¨®n brasile?a hab¨ªa costado 57 millones de euros, seg¨²n Rosell, hasta entonces presidente del club. Pero se hab¨ªan pagado 88, seg¨²n las cuentas del nuevo presidente, o 95 seg¨²n el socio del Club de futbol Barcelona (CFB), que puso una querella contra Rosell por apropiaci¨®n indebida. Y claro, si el Bar?a es m¨¢s que un club, la querella es m¨¢s que una querella. Hubo quien protest¨® inmediatamente porque se hab¨ªan llevado a Madrid el asunto, y exigieron que se juzgara en Barcelona, pretendiendo que los jueces y fiscales sean m¨¢s o menos ben¨¦volos o severos seg¨²n su residencia. Algunos, maliciosos o irresponsables, agitaron mitos y banderas, jugando con la explicable ignorancia y sencillez del p¨²blico deportivo, o no tan deportivo. No soportan que la Audiencia Nacional, en Madrid, sea legalmente el ¨²nico tribunal competente cuando los espa?oles cometen un delito en el extranjero.
La operaci¨®n se efectu¨® en Brasil. Sus pormenores se han descrito hasta la saciedad en los medios de comunicaci¨®n. Pero no se ha comentado tanto la cuesti¨®n del perjuicio. El auto del juez de la Audiencia Nacional, del pasado 22 de enero, dec¨ªa que ¡°el abono de un dinero del FCB, para la contrataci¨®n de D. Neymar Da Silva Santos Junior es constitutivo de un posible delito de apropiaci¨®n indebida en la modalidad consistente en la administraci¨®n desleal cuando perjudica patrimonialmente a su principal (el FCB), distrayendo el dinero cuya disposici¨®n tiene a su alcance¡±.
Aqu¨ª est¨¢ el truco trilero. El presunto perjuicio es para el club, para los socios. Pero la representaci¨®n del club est¨¢ en manos de la junta. Esta se present¨® inmediatamente en el juzgado a ejercer sus derechos como perjudicada, diciendo, sospechosamente, que comparec¨ªa para ¡°poner de manifiesto la inexistencia de perjuicio¡±. Naturalmente, el juez respondi¨® que si no reclamaban perjuicios no pod¨ªan ocupar en el proceso el sitio de los perjudicados. No les dej¨® continuar como ¡°perjudicados sin perjuicio¡±, que ser¨ªa tanto como pretender, desde una te¨®rica posici¨®n acusatoria, practicar una defensa encubierta del ex presidente querellado y de otros posibles querellables.
No es lo mismo el drama del perjuicio a los preferentistas que el perjuicio a los socios de un club, por grande que sea. Pero esto tambi¨¦n es inaceptable. No se puede ni se debe soportar la desfachatez de gente como Blesa, pero tampoco la de ese turbio clan de dirigentes y ex presidentes que pululan entre los palcos presidenciales y los juzgados de guardia. Son los que piden rec¨ªprocamente el indulto si alguno de ellos llega a ser condenado. Porque son los que pasaron de la burbuja inmobiliaria a la futbol¨ªstica, de la nigromancia financiera al trile con mitos y banderas.
Jos¨¦ Mar¨ªa Mena es exfiscal jefe del Tribunal Superior de Justicia de Catalu?a
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.