Innovaci¨®n social y cambio tecnol¨®gico
Solucionar problemas a la gente no tiene por qu¨¦ implicar el reducir sus capacidades de decisi¨®n y disidencia
La irrupci¨®n de la tecnolog¨ªa en nuestras vidas es espectacular. Se not¨® primero en la producci¨®n o en las v¨ªas o medios de informaci¨®n y comunicaci¨®n, pero ahora Internet entra en las cosas que nos rodean, en c¨®mo nos movemos, en las cosas que vestimos, en nuestra alimentaci¨®n o en el ejercicio f¨ªsico. La rapidez con que los sensores penetran en nuestra cotidianeidad es espectacular. No es extra?o que detr¨¢s de esa avalancha de posibilidades, muchas industrias y empresas vean grandes posibilidades de negocio, planteando propuestas de soluci¨®n a problemas que hasta ahora requieren personas, horas, desplazamientos..., salarios. Las ventajas parecen evidentes. Si sales de casa con el auto y el sistema de navegaci¨®n te gu¨ªa por donde no hay atascos, ganas tiempo. Si adem¨¢s, evita accidentes cuando te despistes, mejor. ?Para qu¨¦ enviar el cami¨®n a recoger las basuras de un contenedor si a¨²n no ha llegado a llenarse? ?No es incre¨ªble que cuando llegues a un supermercado que no conoces, sea el m¨®vil el que te indique d¨®nde est¨¢n los productos que el sistema sabe que te gustan y que no engordan? Los sensores podr¨¢n ser capaces de recoger tus emociones ante lo que veas en la pantalla y orientar¨¢n mejor tus b¨²squedas. Ganar¨¢s tiempo. ?Eso es todo?
El lunes pasado, Evgeny Morozov abri¨® el ciclo que organiza el CCCB, Ciudad abierta. Morozov, con apenas 30 a?os, se ha ganado un lugar destacado en el debate sobre Internet y sus impactos, desde una posici¨®n que resumir¨ªamos como problematizadora y vigilante. Su conferencia fue un alegato contra la aparente ingenuidad y neutralidad de los avances que la industria tecnol¨®gica promete. El solucionismo que sirve para vender tecnolog¨ªa, esconde falta de debate sobre la definici¨®n de los problemas que dice querer resolver. Y, por otra parte, tiende a situar la soluci¨®n a problemas colectivos y estructurales en manos de kits tecnol¨®gicos que los ponen en nuestras manos. La obesidad es un problema individual, ya que tienes a mano toda la informaci¨®n sobre lo que ingieres y sus efectos. Si no haces ejercicio, una aplicaci¨®n te lo advierte. Luego no te quejes. Las condiciones de vida de cada qui¨¦n no computan. La receta ser¨ªa m¨¢s tecnolog¨ªa, menos ciudadanos. Puede argumentarse que esa es una visi¨®n simplificadora y sesgada, pero es indudable que la pulsi¨®n puramente tecnol¨®gica conecta bien con las din¨¢micas de retirada de los poderes p¨²blicos ante problemas colectivos (Big Society de Cameron, Sociedad participativa de Holanda,¡) y con la alegr¨ªa emprendedora que tratan de inculcarnos desde todas partes. En esa l¨®gica puede caer la perspectiva de Smart Cities que el Ayuntamiento de Barcelona quiere impulsar y liderar. El planteamiento m¨¢s divulgado es b¨¢sicamente eficientista (menos costes, mejores resultados), pero sin que a menudo ello permita la redefinici¨®n del problema de fondo. ?Se trata de mejorar el sistema de recogida de residuos o de reducir su generaci¨®n? La respuesta l¨®gica ser¨ªa las dos cosas. Pero, hasta ahora hemos visto m¨¢s soluciones tecnol¨®gicas e inter¨¦s empresarial en lo primero que en lo segundo. Los ciberpesimistas apuntan a los peligros de control y segmentaci¨®n que se esconde tras la gran revoluci¨®n del Internet de las cosas. En seguida aparece Orwell o se acuerda uno de las distop¨ªas de Black Mirror. Lo cierto es que las noticias que nos ha trasladado Snowden no son alentadoras. Pero, al mismo tiempo, Snowden ha conseguido que tomemos conciencia de ello usando ese mismo escenario tecnol¨®gico. Esa es la ambivalencia del momento. Las grandes potencialidades del Big Data y sus adyacentes peligros de control y profiling. Lo que es indudable es que la informaci¨®n, los datos, nuestros datos, tienen valor. Y todo lo que tiene valor puede ser negocio.
No podemos hablar de innovaci¨®n tecnol¨®gica, de innovaci¨®n social, sin referirnos a las condiciones de vida de la gente y los conflictos de poder que encierran. Solucionar problemas a la gente no tiene por qu¨¦ implicar el reducir sus capacidades de decisi¨®n y de disidencia. Sabemos que toda gran transformaci¨®n tecnol¨®gica encierra tantas oportunidades como riesgos. Hemos visto de cerca la capacidad de movilizaci¨®n, hackeo e innovaci¨®n que Internet y las redes sociales permiten. Podemos pues imaginar un nuevo protagonismo c¨ªvico, una inteligencia colectiva y horizontal que entra en conflicto con la visi¨®n delegativa y clientelar en la que la l¨®gica institucional y jer¨¢rquica acostumbra a situar las relaciones entre instituciones y ciudadan¨ªa. Vemos viejas y nuevas experiencias comunitarias que pueden ser embriones de nueva institucionalidad, espacios de apropiaci¨®n e innovaci¨®n social. Y en ese escenario, el cambio tecnol¨®gico es ya de gran ayuda. Pero, no dejemos de politizar y problematizar algo que no tiene nada de neutral ni as¨¦ptico.
Joan Subirats es catedr¨¢tico de Ciencia Pol¨ªtica e investigador del IGOP de la UAB.
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