Esto no es un concierto. Es una lecci¨®n
El concierto del brit¨¢nico fue un abrumador cat¨¢logo de palabras mayores
Con un caballero como Georgie Fame habl¨¢ndonos desde un extremo del escenario (voz pausada, impecable dicci¨®n brit¨¢nica, sorna gozosa) solo cabe contener la respiraci¨®n, por aquello de no perder ripio; disfrutar del momento, nada frecuente, y tomar buena nota de cuanto acontezca. No ya para testimoniarlo en una simple columna, sino por si una ¨ªnfima parte de tanta sabidur¨ªa acabara disemin¨¢ndose por el patio de butacas. Fame no ofrece un concierto al uso, la sucesi¨®n de interpretaciones m¨¢s o menos talentosas. Lo de anoche fue una lecci¨®n magistral para la que no habr¨ªa cr¨¦ditos suficientes en ninguna titulaci¨®n universitaria al uso.
Georgie tiene 70 a?os (lo anunci¨® nada m¨¢s asomar por el escenario del Teatro Lara, para que ahorr¨¢semos en tarifa de datos) y un pelo blanqu¨ªsimo. Pero las canas carecen de valor intr¨ªnseco: son una p¨¦rdida de pigmentaci¨®n, una vulgar degeneraci¨®n biol¨®gica. Las suyas se antojan venerables por lo que sugieren: un halo de leyenda. Alguien deber¨ªa registrar y transcribir conciertos como el de ayer para su memorizaci¨®n concienzuda. Todo lo que aqu¨ª contemos ser¨¢ un burdo resumen incompleto de lo sucedido en la Corredera Baja.
M¨²sico de renombre solo relativo, pese al absurdo Fame que le endosaron como apellido art¨ªstico, el de Leigh hace gemir su venerable ¨®rgano Hammond en un recorrido por la m¨²sica negra (en gen¨¦tica o esp¨ªritu) de los a?os sesenta. Repasa a sus compa?eros de camino, maestros o disc¨ªpulos, y nos enfrentamos a un abrumador cat¨¢logo de palabras mayores: Gene Vincent, Eddie Cochran, Ray Charles, Mose Allison, Steve Winwood, Floyd Dixon¡ Al recorrido por ¨¦xitos propios y ajenos se le suma un continuo talante travieso: para I got a woman escoge como pre¨¢mbulo A whiter shade of pale, de Procol Harum; en mitad de The point of no return (Carole King) puede sonar El p¨¢jaro loco e incluso Georgia on my mind incluye una pedag¨®gica explicaci¨®n sobre las diferentes introducciones que ha conocido a lo largo de la historia. El cl¨¢sico de Hoagy Carmichael sirve para avalar a Fame como un hombre plet¨®rico. En lo interpretativo, con una voz entera, amplia y enriquecida en mil vericuetos; y hasta en lo f¨ªsico, a juzgar por el bailecito que se marc¨® al dictado del bater¨ªa Ralph Salmis.
El cantante y organista leg¨® an¨¦cdotas impagables: la pasi¨®n del propio Carmichael por el escoc¨¦s de 12 a?os, y no digamos cierto vuelo a Estocolmo en el mismo avi¨®n que Roger Moore, al que esperaba una comitiva de rubias despampanantes. Fame segu¨ªa viajando en clase turista, pese a que Yeh yeh hab¨ªa llegado al primer puesto de las listas. Despu¨¦s de su comparecencia de anoche, habr¨¢ que concederle un nuevo y simb¨®lico n¨²mero uno.
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