La bendici¨®n popular
El quinteto de Mikel Izal demuestra que, a veces, la confluencia de ambici¨®n, talento y perseverancia todav¨ªa puede dar sus frutos
Que un grupo autogestionario y casi novel, con el segundo disco reci¨¦n llegado a las estanter¨ªas, agote 2.200 entradas en La Riviera con un mes de antelaci¨®n solo puede inspirar asombro. Y reconocimiento. Existen mejores bandas que Izal en el panorama peninsular, pero no muchas que conjuguen de igual manera solvencia, ambici¨®n, estajanovismo y empat¨ªa. El navarro Mikel Izal era hace cuatro a?os un cantautor demasiado pop para las coordenadas del Libertad 8. Anoche se licenci¨® en su nuevo estatus como engatusador cualificado. No es f¨¢cil extraer conclusiones de sus letras sugerentes y cr¨ªpticas, pero resulta conmovedor que un enjambre de gargantas an¨®nimas las coreen como si la vida les fuera en ello.
Izal es un quinteto accesible pero exigente con sus propios est¨¢ndares de calidad. Frecuentan los cambios de ritmo e intensidad, incluso los compases irregulares (A los que volveremos), y evidencian un permanente empe?o por retorcer el desarrollo de los cuatro minutos que constituyen esa entidad m¨¢gica llamada canci¨®n. Puede que su empe?o por huir de lugares comunes se cobre un precio en frescura: a veces se extra?a la inmediatez de Qu¨¦ bien, escandalosamente radiante con su trompeta, ukelele y las explosiones de confeti, o el aliento campestre de la primeriza Eco.
El nuevo repertorio de Agujeros de gusano?corrobora una muy evidente solvencia musical: Mikel garantiza una voz s¨®lida y recia, nada dubitativa, y un bater¨ªa como Alejandro Jord¨¢ parece disponer de m¨¢s brazos que los dos habituales en la especie humana. En cambio puede resultar peligroso a medio plazo el parecido con Vetusta Morla, a menudo flagrante: hasta Despedida?recuerda a Los d¨ªas raros?como tema de apertura. Izal combate el paralelismo arrim¨¢ndose a la vitalidad de Two Door Cinema Club, incluso a los Bombay Bycicle Club hedonistas, en esos estribillos desbocados. Y la bendici¨®n popular certifica el m¨¦rito de la propuesta. Siendo buenos y pertinaces, no se les puede desear menos.
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