Tormentas
Tanto el Gobierno espa?ol como el catal¨¢n han desistido de aplicar pol¨ªticas ambientales que son imprescindibles
Estos ¨²ltimos meses estamos sufriendo una oleada de tormentas, inundaciones y un oleaje que se ha cobrado vidas. Los datos hist¨®ricos nos retrotraen a m¨¢s de cien a?os para registrar un ciclo tormentoso como este. Algunos comentaristas han vuelto a poner sobre la mesa la relaci¨®n entre estos fen¨®menos extremos y el cambio clim¨¢tico. Evidentemente no podemos afirmar que haya una relaci¨®n de causa efecto, pero quiero aprovechar el debate para hacer una reflexi¨®n sobre los l¨ªmites del presente sistema de producci¨®n y consumo.
La comunidad cient¨ªfica ha demostrado que existe una estrecha relaci¨®n entre la emisi¨®n de los gases contaminantes y el aumento de la temperatura media de la tierra. Esta est¨¢ produciendo un cambio global que se manifiesta en fen¨®menos clim¨¢ticos extremos, como las violentas borrascas que estamos viviendo, aumento del nivel de los mares, reducci¨®n del hielo ¨¢rtico en verano, cambios en las corrientes oce¨¢nicas que gobiernan el clima, largos per¨ªodos de sequ¨ªa, etc¨¦tera.
Puede que este autismo ambiental choque de forma violenta contra la otra cara de la crisis: la reducci¨®n de los stocks
En estos momentos el objetivo de frenar el calentamiento global a menos de 2 ?C, imprescindible para evitar grandes cat¨¢strofes, carece de una estrategia global. Adem¨¢s, el efecto no desaparece en el momento en que se reducen las emisiones, pues las ya realizadas tienen un efecto acumulativo que tardar¨¢ muchos a?os en eliminarse. Para evitar llegar a este aumento de la temperatura los pa¨ªses industrializados tendr¨ªan que recortar sus emisiones de gases de efecto invernadero alrededor de un 10% al a?o (hist¨®ricamente solo se ha conseguido una tal reducci¨®n en Estados Unidos en los a?os posteriores a la gran crisis del 1929). Los cient¨ªficos Anderson y Bows advierten de que para evitar la cat¨¢strofe es necesario ¡°un cambio revolucionario de la hegemon¨ªa pol¨ªtica y econ¨®mica¡±.
El fracaso de las cumbres contra el cambio clim¨¢tico se debe a que la mayor¨ªa de pa¨ªses industriales no quieren reducir de manera significativa sus emisiones de gases de efecto invernadero. Sin embargo, puede que este autismo ambiental que antepone el crecimiento del PIB a cualquier otra consideraci¨®n social y ecol¨®gica, choque de forma violenta contra la otra cara de la crisis: la reducci¨®n de los stocks que permiten ese crecimiento econ¨®mico desbocado.
Diversos informes cient¨ªficos han advertido, desde los a?os setenta, sobre el car¨¢cter finito de los recursos no renovables (combustibles f¨®siles), y que los renovables pueden agotarse si son sometidos a una explotaci¨®n intensiva. Incluso el input b¨¢sico que mueve el actual sistema econ¨®mico, el petr¨®leo, se est¨¢ agotando. As¨ª se desprende de los ¨²ltimos informes de la Agencia Internacional de la Energ¨ªa (AIE). Esta reconoci¨® que la extracci¨®n de petr¨®leo crudo hab¨ªa tocado techo en 2006 y que en 2012 ya estaba empezando a caer. Los an¨¢lisis de la AIE predicen un aumento del precio del combustible a pesar de la crisis econ¨®mica, en gran parte debida al aumento de la demanda de los pa¨ªses emergentes, sin que esos procesos hayan conseguido mitigar en ellos las desigualdades sociales.
Por eso, en esta etapa crucial, causa desaz¨®n observar c¨®mo los Gobiernos de Espa?a y Catalu?a, especialmente fr¨¢giles por la dependencia energ¨¦tica de los combustibles f¨®siles, hayan abandonado las pol¨ªticas ambientales. El PP en el Gobierno central y CiU en el de Catalu?a han eliminado cualquier vestigio de pol¨ªtica ambiental sobre medio natural, energ¨ªas renovables, fiscalidad ambiental, reducci¨®n del consumo de agua, ahorro energ¨¦tico o movilidad sostenible. Y han echado a las entidades sociales ecologistas de todos los ¨¢mbitos de debate y decisi¨®n.
?C¨®mo es posible que ante la doble crisis ambiental los Gobiernos espa?ol y catal¨¢n se decanten por una pol¨ªtica ecocida?
Los gobiernos y grupos empresariales y financieros mantienen un silencio irreflexivo. Ante tal desprop¨®sito, ?qu¨¦ podemos hacer los ciudadanos? Podr¨ªamos empezar con la resistencia: al fracking como soluci¨®n a la disminuci¨®n de los stocks de petr¨®leo tradicional, a la prolongaci¨®n de la vida activa de las nucleares, a la subida de precios del transporte p¨²blico, a los trasvases de agua, a la necesidad de mantener la biodiversidad, etc¨¦tera.
No quisiera extenderme, pero en las ¨²ltimas dos d¨¦cadas se han propuesto y ensayado, a nivel local especialmente, alternativas factibles al actual modelo energ¨¦tico: en la recogida y tratamiento de los residuos, en la gesti¨®n del territorio, en la reducci¨®n de la contaminaci¨®n urbana o en el fomento de las energ¨ªas alternativas. ?C¨®mo es posible que ante la doble crisis ambiental (contaminaci¨®n por una parte, agotamiento de los recursos que sostienen el actual modelo de crecimiento por otra), los Gobiernos espa?ol y catal¨¢n se decanten por una pol¨ªtica ecocida? Ciertamente, si los gobiernos no son capaces de actuar, como demuestran en diversos ¨¢mbitos (mercado el¨¦ctrico, corrupci¨®n) o incluso intentan desmantelar y privatizar los bienes p¨²blicos (sanidad, educaci¨®n, espacios protegidos), la ciudadan¨ªa tendr¨¢ que protestar y advertir a sus respectivos gobiernos y representantes que la presente crisis ambiental global exige soluciones complejas pero efectivas, y que estas deben tomarse ya si queremos prevenir recurrentes ¡°tormentas ciclog¨¦nicas¡± de car¨¢cter ambiental y social.
Joan Boada Masoliver es profesor de Historia.
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