T¨² a Smolensk y yo a J¨¢rkov
Las semejanzas de las nuevas novelas de Kerr y Pastor, que no llegaron a coincidir en BCNegra
El destino y una suegra han impedido que esos tres personajes de la II Guerra Mundial que somos el capit¨¢n Bernie Gunther, el comandante Martin Bora y yo (que no he pasado de soldado raso) tuvi¨¦ramos un previsto encuentro en Barcelona con motivo de la pasada y exitosa edici¨®n de BCNegra. Bernie y Martin, como saben los muchos lectores de sus investigaciones detectivescas ¡ªque se desarrollan en el marco de la Alemania nazi¡ª, son los dos grandes personajes de novela policiaca creados respectivamente por el escoc¨¦s Philip Kerr y la escritora romana residente en EE UU Ben Pastor. Por mi parte, yo soy solo yo, y apenas, pero desde hace a?os tengo la sensaci¨®n de que paso m¨¢s tiempo en la II Guerra Mundial que en casa, la verdad.
La frustrada reuni¨®n de Gunther y Bora (y yo) a trav¨¦s de sus progenitores literarios Kerr y Pastor (conmigo de moderador) se vio frustrada por las circunstancias ¡ªproblemas de salud de la suegra de Kerr¡ª y es una pena porque precisamente sus dos ¨²ltimas novelas, Un hombre sin aliento (RBA), del primero, y Cielo de plomo (Alianza), de la segunda, est¨¢n llenas de interesant¨ªsimas coincidencias, aparte de cosas tan estupendas como que a Bernie Gunther el mism¨ªsimo mariscal de campo Von Kluge le llame "gilipollas".
He disfrutado de lo lindo de los dos libros (el octavo de la serie de Bora y el noveno de la de Gunther), le¨ªdos compulsivamente y con gran sentimiento de culpa pues es sabido que lo que toca este a?o es leer mucha cosa sesuda sobre la Gran Guerra, por no hablar de los cl¨¢sicos. Aunque obsesionados los dos por resolver misterios, Bernie y Martin se parecen como un huevo a una casta?a. El primero es un maduro (1896) ex polic¨ªa berlin¨¦s (ex detective de la Kripo), c¨ªnico, correoso, descre¨ªdo y amargado, acostumbrado a los bajos fondos y maestro del sarcasmo. El segundo es un joven (1913) arist¨®crata de Leipzig, oficial de carrera, idealista, culto y refinado, cat¨®lico (pero descendiente de Lutero), arrogante, hijo de un director de orquesta disc¨ªpulo de Brahams, e hijastro de un general, am¨¦n de investigador autodidacta. Gunther, heavy drinker y fumador compulsivo, gan¨® la Cruz de Hierro en la Primera Guerra Mundial; Bora la Cruz de Caballero, nada menos, en Stalingrado.
Aunque distintos, los dos est¨¢n al servicio del III Reich; ambos con much¨ªsimas reticencias. Me resulta dif¨ªcil decir a qui¨¦n aprecio m¨¢s. Generalmente al de la novela que estoy leyendo. Como estas dos ¨²ltimas las he le¨ªdo casi al un¨ªsono, pues son como dos amigos con gorra de plato y pistola Walther PPK al cinto. Es curioso porque de encontrarse saltar¨ªan chispas entre ellos. Lo normal entre un tipo que frecuenta los cabar¨¦s y otro que frecuenta a Junger. Mi sentido del humor me acerca m¨¢s a Gunther mientras que mi visi¨®n ¨¦pica de la vida es m¨¢s de Bora ¡ªen cuanto al sexo, v¨¦ase m¨¢s abajo (?)¡ª. El humor del primero se sintetiza en frases como "por lo visto, cuanto m¨¢s se aleja uno de Berl¨ªn menos importancia tiene la Convenci¨®n de Ginebra". La visi¨®n del segundo, en citas de Spengler tipo "Factum mutat facientem, todo acto cambia al que lo comete".
Les dec¨ªa que las dos novelas guardan asombrosas concomitancias. Ambas transcurren en el frente ruso en primavera de 1943, en zonas relativamente cercanas, Bielorrusia y Ucrania (Gunther est¨¢ en Smolensk, al norte, y Bora en J¨¢rkov, al sur), con el trasfondo militar de los preparativos de la batalla de Kursk (julio). En las dos, los protagonistas investigan cr¨ªmenes de guerra y cr¨ªmenes a secas ¡ªque se entremezclan¡ª. Tanto una como la otra muestran la dureza de la ocupaci¨®n alemana, los cr¨ªmenes sovi¨¦ticos y la ferocidad del enfrentamiento ideol¨®gico entre el nazismo y el comunismo, adem¨¢s de varias autopsias. Bernie, obligado a trabajar para Goebbels como antes lo estuvo para Heydrich (RIP), se ve involucrado en la excavaci¨®n de las fosas de Katyn ("una lasa?a horrenda"), donde el NKVD ha sepultado a la crema de la oficialidad polaca asesinada en 1940, mientras que Martin, a la saz¨®n al mando de un regimiento de caballer¨ªa, encuentra testimonios de los cr¨ªmenes bolcheviques contra los nacionalistas ucranianos (tambi¨¦n hay referencias a Katyn).
En el trasfondo de las dos historias est¨¢n tambi¨¦n las acciones genocidas de los Einsatzgruppen (Babi Yar) y la oposici¨®n a Hitler de parte del alto mando de la Wehrmacht. El personaje de Pastor, en buena medida un trasunto de Von Stauffenberg, vive de pleno esas conjuras y el de Kerr, aunque un outsider, se ve metido de lleno en la serie de conspiraciones orquestadas en el seno de la oficialidad del Grupo de Ej¨¦rcitos Centro para matar al F¨¹hrer.
M¨¢s osado, travieso ¡ª?esos di¨¢logos a lo Lubitsch!¡ª y con menos escr¨²pulos a la hora de involucrar a su detective directamente en hechos hist¨®ricos, Kerr hace que Gunther viaje en un Ju-52 con las famosas botellas de Cointreau explosivas con las que se pretendi¨® matar a Hitler (recuerden la escena en Valkyria, la pel¨ªcula de Tom Cruise). Tambi¨¦n mete a su personaje en el famoso intento de asesinato del l¨ªder nazi durante una exposici¨®n de armamento en Berl¨ªn, donde le vemos intimar con el coronel Von Gersdorff, el que deb¨ªa ser el primer terrorista suicida con bomba pero que no tuvo ocasi¨®n de inmolarse, y al que Bernie le salva el trasero.
A Gunther, en realidad, los conspiradores de la Wehrmacht no le caen especialmente bien. Tresckow, uno de los h¨¦roes del 20 de julio, le parece "el peor de todos" y "despiadado". Ha sido una sorpresa ver que tanto Kerr como Pastor mencionan en sus novelas a Von Boeselager, con lo cual ya nos juntamos cuatro amigos, en realidad cinco: ellos dos, yo y los dos hermanos Boeselager. Al menor, Philip ¡ªque suministr¨® los explosivos para el atentado del 20-J¡ª, lo conoc¨ª en su castillo en 2008, poco antes de que muriera; no dir¨¦ que congeni¨¢semos (con un bar¨®n y oficial de la Wehrmacht no congenias, te cuadras), pero me ense?¨® sus ¨¢lbumes de fotos; muchas eran de frente, de frente del Este. Y donde uno hubiera puesto la de su boda ¨¦l ten¨ªa una del Estado Mayor con Von Kluge.
Bora es agente de la Abwehr, los servicios secretos, un hombre de Canaris; a Bernie Gunther lo salva, en un golpe de efecto, ?el propio Canaris!, que aparece como un deus ex machina en uniforme de almirante y con sus dos perros. Espa?a figura en las dos novelas: en los recuerdos de Martin, que ha luchado en la Guerra Civil como miembro de la Legi¨®n C¨®ndor, y en la presencia en la de Bernie de un siniestro forense falangista que ha esterilizado rojos (Kerr menciona tambi¨¦n a Antonio Vallejo-N¨¢jera) y dos personajes que han vivido experiencias en la contienda, uno de los cuales incluso canta ebrio, unas estrofas ?en catal¨¢n! (que Bernie confunde con ruteno o yidish y del que Canaris opina que es "un idioma dif¨ªcil de aprender").
Pese a su sentido de la ¨¦tica, y aqu¨ª Kerr y Pastor me han dejado de piedra, los dos personajes no dudan en asesinar a sangre fr¨ªa en sus nuevas novelas.
El sexo. Bernie es un oportunista vivalavirgen, y Martin un mojigato reprimido, al que en Cielo de plomo su revoltosa y guapa esposa le env¨ªa fotos desnuda que ¨¦l guarda escandalizado en el sobre. Sobrevive a base de duchas fr¨ªas, lo que no le libra de alg¨²n embarazoso (?) desliz nocturno unipersonal. Bernie Gunther tiene en Un hombre sin aliento una aventura con una bella forense que usa de pijama ¡°unas gotas de Formaldeh¨ªdo n¨²mero 1¡±. En una impagable escena se va a la cama en un prost¨ªbulo con tres polacas, aunque el resultado se asemeja para su gusto demasiado a las pilas de cuerpos de Katyn¡
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