Un baile redentor
El baile inspirado de Olga Pericet salva un espect¨¢culo irregular
PISADAS. OLGA PERICET.?
Baile: Olga Pericet. Artista invitado (baile): Juan Carlos L¨¦rida. Colaboraci¨®n especial (cante):Herminia Borja. Palmas y colaboraci¨®n especial (baile): Tacha Gonz¨¢lez. Cante: Miguel Ortega y Miguel Lavi. Guitarras y m¨²sica original: Paco Iglesias y V¨ªctor M¨¢rquez ¡®El Tomate¡¯. Direcci¨®n art¨ªstica y coreograf¨ªa: Olga Pericet. Direcci¨®n esc¨¦nica: David Montero.
Teatro Villamarta, 27 de febrero de 2014.
Olga Pericet protagoniz¨® uno de esos momentos m¨¢gicos que tan pocas veces suceden. En mitad de su baile del taranto, en la pausa anterior a unos tangos, atronadores aplausos interrumpieron su actuaci¨®n durante unos minutos. Fue la salida natural del p¨²blico a unos minutos de danza primorosa, que enlazaba giros sin descanso, alternando la composici¨®n serena de la figura con el brioso y justo zapateado. Su cuerpo peque?o ce?ido por un pantal¨®n negro y un diminuto bolero (ay, Carmen Amaya). Un baile ligado y siempre pegado a la m¨²sica, al que los ojos asist¨ªan incr¨¦dulos y en el que cada movimiento ocupaba su espacio en el momento preciso, dentro de un equilibrado despliegue de recursos que hicieron evocar a Fernanda Romero. Tras la explosi¨®n de los aplausos, llegar¨ªan los tangos bailados en un peque?o corro. El tiempo para la femineidad y el juego de cintura y caderas. Un compendio de baile en una bailaora que adquiere aires de diosa cuando se sube a un escenario. Misterios del arte.
El espect¨¢culo hab¨ªa comenzado como se nombraba, con las silentes pisadas de una danza sobre la m¨²sica de la malague?a, que se desbordar¨ªa con fuerza y pies en el abandolao que cerr¨® esta hermosa y expresiva pieza. Despu¨¦s, tras el mencionado momento de magia, le toc¨® a Juan Carlos L¨¦rida retomar el espect¨¢culo con un cuadro de danza sobre la m¨²sica del garrot¨ªn. El bailar¨ªn interpret¨® la figura del animal macho cornudo, un ciervo, s¨ªmbolo quiz¨¢s de fuerza y fecundidad, por encima del car¨¢cter sat¨ªrico del macho cabr¨ªo de Dionisos. La sensualidad no qued¨® en cualquier caso excluida cuando L¨¦rida y Pericet se enfrentaron en un paso a dos abierto a interpretaciones. El cuadro, aunque romp¨ªa en tanto el discurso que hab¨ªa mantenido hasta ese momento, por su calidad y tensi¨®n interpretativa bien se pod¨ªa haber integrado en la obra, pero termin¨® por marcar la ruptura de su continuidad. La transici¨®n siguiente, con el baile de Tacha Gonz¨¢lez primero, y el cante de Herminia Borja despu¨¦s, en una actuaci¨®n para nada afortunada, apunt¨® a un cierto desbarajuste. El infortunio pareci¨® contagiar a la compa?¨ªa en las buler¨ªas, el romance y la albore¨¢ que llegaron a continuaci¨®n y en las que el baile de Olga, aunque correcto, no alcanz¨® el brillo deseado.
En esas est¨¢bamos cuando asistimos perplejos a una escena final de dif¨ªcil interpretaci¨®n y menor comprensi¨®n, puesto que termina por dejar a la obra sin tensi¨®n justo en su final. La bailaora envuelta en no se sabe qu¨¦ simbolog¨ªa representa quiz¨¢s las vueltas e incertidumbres de la vida. Vaya usted a saber. Pero, para interpretar eso, Olga tiene el baile y no son necesarios disfraces que, por las fechas en las que estamos, bien podr¨ªan ser de carnaval. El baile de Olga lo puede salvar casi todo, pero ?por qu¨¦ pon¨¦rselo tan dif¨ªcil?
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