Buenas noticias
La pol¨ªtica vuelve al primer plano porque hay elecciones y eso rompe la falseadora tentaci¨®n bipolar que infantiliza la pol¨ªtica
Los movimientos pol¨ªticos se han acelerado y desacelerado en Catalu?a, todo a la vez, y en direcciones m¨²ltiples. Algunos son desconcertantes, o cuando menos rompen el esquema ampliamente instalado en los ¨²ltimos meses. Mi sensaci¨®n es que va regresando lentamente la tarea pol¨ªtica despojada de m¨¢scaras y vuelve a ce?irse a lo que se dirime en pol¨ªtica: estrategias y argumentos para obtener la cuota de poder m¨¢s alta posible para gobernar.
La pol¨ªtica vuelve al primer plano porque hay elecciones a la vista y en ellas se concretan de veras, con el recuento de votos, los apoyos a las distintas opciones. Y a veces se entra en zona de turbulencias e incluso hay que redoblar las llamadas al orden. Por lo visto, algunos empiezan a desobedecer las consignas, de tono muy autoritario y taxativo, de ese agente pol¨ªtico tan raro que es la Asamblea Nacional Catalana de Carme Forcadell. Nadie lo ha votado nunca pero ha marcado el paso de muchos (incluidos, claro est¨¢, los ciudadanos que financian voluntariamente ese lobby catal¨¢n dentro de Catalu?a).
Parece mentira pero eso es el funcionamiento democr¨¢tico, decidir la obediencia pol¨ªtica a trav¨¦s del voto, tal como hicimos en unas elecciones auton¨®micas recientes en las que cada partido defendi¨® lo que quiso y nosotros votamos lo que cre¨ªmos que deb¨ªamos de votar. En Catalu?a hemos vivido, sin embargo, bajo una falseadora tentaci¨®n bipolar que infantilizaba la pol¨ªtica convertida en A o en B. A muchos les ha convenido acentuar ese reduccionismo para visualizar una unidad de partidos antes que la evidencia de una inmensa cantidad de discrepancias calladas o invisibles entre ellos. La raz¨®n de esa unidad ten¨ªa aspecto de ser clar¨ªsima y, sin embargo, va teniendo aspecto cada vez m¨¢s problem¨¢tico. Hoy empieza a flotar entre indefiniciones nebulosas, como si el valor aglutinante que tuvo aquella inquebrantable uni¨®n hubiese empezado a perder de golpe su poder adhesivo.
En Catalu?a hemos vivido, sin embargo, bajo una falseadora tentaci¨®n bipolar que infantilizaba la pol¨ªtica, convertida en A o en B
El discurso pol¨ªtico dominante ha sido el de la unidad en torno a un solo eje, para algunos real y para otros imaginario, que era el derecho a decidir: vulnerable en t¨¦rminos t¨¦cnicos y te¨®ricos pero imbatible en t¨¦rminos de propaganda. Ese enfoque conduc¨ªa a Catalu?a a un mapa indeseable y para m¨ª aborrecible: el esquema frentista que opuso a constitucionalistas y no constitucionalistas en el Pa¨ªs Vasco durante a?os. Desvirtu¨® la vida pol¨ªtica vasca por el acoso de ETA, y hoy est¨¢ felizmente desaparecido gracias a la valent¨ªa de unos cuantos.
Desde la derecha m¨¢s reaccionaria se ha buscado obstinadamente aplicar ese planteamiento maniqueo a Catalu?a porque tiene la inmensa ventaja de anular las posiciones intermedias. Deja las olimpiadas de la democracia pol¨ªtica reducidas a un raqu¨ªtico partido de f¨²tbol, como si nadie jugase tambi¨¦n a balonmano o a voleibol o a jockey sobre hierba. El Mundo ha hecho una campa?a delirante para favorecer ese esquematismo, de acuerdo con el ala m¨¢s dura de la derecha y de algunos sectores irresposablemente instalados en la l¨®gica binaria del Pa¨ªs Vasco aplicada tambi¨¦n a Catalu?a, cuando Catalu?a no tiene la violencia de ETA ni sus infinitas secuelas sociales.
En Catalu?a, sin embargo, ese trasplante encontr¨® c¨®mplices inmediatos. Con otras palabras, se trataba de obtener un mismo efecto: reducir la pluralidad ideol¨®gica de una democracia a una ¨²nica versi¨®n binaria sin alternativa viable. Aqu¨ª sustituimos la polaridad constitucionalista/ no constitucionalista por una m¨¢s grave todav¨ªa (y m¨¢s insultante): los aut¨¦nticos dem¨®cratas estaban por el derecho a decidir, por un lado, y los que ¨¦ramos s¨®lo dem¨®cratas tibios o desaprensivos est¨¢bamos en contra, por el otro. Era lo de menos si estar en contra significaba estar a favor de una soluci¨®n menos populista, ret¨®rica y enga?osa, y muy simple de formular: claridad program¨¢tica y compromiso expl¨ªcito.
El discurso pol¨ªtico dominante ha sido el de la unidad en torno a un solo eje, para algunos real y para otros imaginario, que era el derecho a decidir
Las elecciones europeas dentro de dos meses pueden dar sustos, sin duda, como todas las elecciones democr¨¢ticas. El m¨¢s inmediato quiz¨¢ es ya una buena noticia, el regreso a la pol¨ªtica. Los partidos que exhib¨ªan una uni¨®n casi sacramental, con aires de conjurados heroicos, han dejado de sentirse tan c¨®modos y han empezado las distancias, las suspicacias, los recelos. Ha regresado la pol¨ªtica como expresi¨®n articulada de modelos de sociedad y relaciones de poder.
Por suerte la democracia sabe protegerse contra sus peores derivas y son las convocatorias electorales las que a menudo sacan de su autismo a la pol¨ªtica y le recuerdan de d¨®nde procede su plena legitimidad democr¨¢tica: de los votos no a una pregunta sino a muchas respuestas posibles. Vuelve la pol¨ªtica porque vuelve el efectivo derecho a decidir y ah¨ª se despliega, como est¨¢ sucediendo ahora, la diversidad real de opciones que hab¨ªa quedado disuelta o difuminada en un debate interesadamente polarizado. Con las eleciones cerca, cada cual encuentra de nuevo su verdadero sitio: Forcadell reclama la disciplina que se le debe, Ernest Maragall se al¨ªa con ERC, como es l¨®gico y natural, e ICV se desvincula de las unanimidades ficticias en las que se hab¨ªa enrolado. Buenas noticias.
Jordi Gr¨¤cia es escirtor y ensayista.
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