Jacobs o el sosiego
El director de 'La Resurrezione' logra que parezca sencillo lo m¨¢s complicado en un concierto delicioso en el que la m¨²sica fluye con una familiaridad absoluta
Por las razones, o sinrazones, que sean, Ren¨¦ Jacobs transmite en sus conciertos una extra?a sensaci¨®n de sosiego. Tal vez influya su concentraci¨®n en un repertorio determinado, centrado en los siglos XVII y XVIII, sin buscar aventuras en otras ¨¦pocas. Quiz¨¢s es que insconcientemente tenga su importancia el que ha sido cocinero antes que fraile, es decir, cantante antes que director de orquesta. O en el fondo su actitud de sencillez antidivista, unida al hecho de la experiencia, facilita que el m¨²sico de Gante traslade al espectador sin sobresaltos al reino del placer de la m¨²sica. Ayer no fue una excepci¨®n, ni siquiera en una primera parte del oratorio m¨¢s bien mon¨®tona y un tanto apagada. En la segunda los m¨²sicos pusieron la suficiente expresividad para que el mundo de las emociones barrocas hiciese acto de presencia, y los cantantes se fueron creciendo hasta redondear una actuaci¨®n colectiva m¨¢s que notable. En particular Sonia Prina estuvo excelente y Jeremy Ovenden sutilmente l¨ªrico.
Lo importante era, en cualquier caso, una prestaci¨®n colectiva que fue a m¨¢s en criterios de calidad y serenidad. De ello Jacobs fue el principal responsable, con su gestualidad comedida, su control exhaustivo de los di¨¢logos entre instrumentistas y cantantes, y su falta de afectaci¨®n y artificio en el enfoque global.
LA RESURREZIONE
De George Frideric Haendel. Le Cercle de l¡¯Harmonie. Director: Ren¨¦ Jacobs. Con Sonia Prina, Sushae Im, Sophie Karthauser, Jeremy Ovenden y Johannes Weisser. CNDM. Auditorio Nacional, 6 de marzo.
Recuerdo hace ya un par de d¨¦cadas que surgi¨® a su alrededor cierta aureola haendeliana debida fundamentalmente a su magistral interpretaci¨®n de Julio Cesar. Se peregrinaba a Lisboa, o a Valencia, por escucharle dirigir esta obra y corr¨ªa con celeridad que est¨¢bamos ante un hito excepcional. En realidad, bordaba todo Haendel, y tambi¨¦n Cavalli, o Traetta, o¡ Con Mozart tuvo alg¨²n titubeo cuando afront¨® Cos¨¬ fan tutte en Aix-en-Provence. Era cuesti¨®n de tiempo y las grabaciones discogr¨¢ficas han dejado constancia de su dominio en las ¨®peras del genio de Salzburgo. A m¨ª, qu¨¦ quieren que les diga, me gusta cuando vuelve a Haendel. No por encasillarle, Dios me libre, sino por lo que supone de rejuvenecimiento y nostalgia de un tiempo pasado.
El concierto de ayer fue una delicia, en especial a partir del descanso. Y no pasaba nada especial. La m¨²sica flu¨ªa con una familiaridad absoluta y no era necesario nada m¨¢s. Claro que en muchas ocasiones lo que parece m¨¢s sencillo es lo m¨¢s complicado. Jacobs tiene esa virtud como pocos. Parece que no rompe un plato y consigue versiones llenas de l¨®gica constructiva y afinidad estil¨ªstica. Sabe mucho este se?or.
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