Las primarias que dieron tiempo
El PSPV ha ganado una tregua. Lo dif¨ªcil ahora es construir una alternativa
Este pasado fin de semana hemos sido testigos de un ejercicio de contorsionismo pol¨ªtico interesante. Un partido que lleva a?os de descomposici¨®n y faccionalizaci¨®n interna ha empleado un mecanismo de desuni¨®n y de exposici¨®n a la cr¨ªtica exterior para salvarse. Lo asombroso es que nada parece indicar que la jugada le haya salido mal. Una participaci¨®n elevada y la ausencia de fraccionalizaci¨®n tras la derrota es lo que ha quedado tras el ejercicio de primarias abiertas llevado adelante por los socialistas valencianos. Esta paradoja se comprende mejor si la elecci¨®n se lee como una forma de incrementar la participaci¨®n y cerrar filas en lugar de abrir debate.
El PSPV se ha pasado m¨¢s de una d¨¦cada dedicado a convertirse en una versi¨®n peque?a, mezquina y valenciana de Juego de Tronos: familias, subfamilias, herederos e hijos pol¨ªticos (leg¨ªtimos y bastardos) que se han asestado decenas de pu?aladas cruzadas. Todo por las migajas que pod¨ªan recoger a los pies de la mesa del dominante Partido Popular. Entre lo bien que iba todo en la burbuja y lo pat¨¦tico que resultaba el resultado desde la barrera, votantes y allegados fueron alej¨¢ndose del pu?o y la rosa. Cuando todo estall¨®, el PPCV fue perdiendo pie porque la ilusi¨®n clientelar se deshizo. Pero los socialistas valencianos no parec¨ªan capaces de traducir esto en unificaci¨®n y remontada. Los resultados de 2011 fueron poco menos que dram¨¢ticos, y la divisi¨®n interna no estaba ni tan siquiera cerca de resolverse. Pero la ventana de oportunidad se ha seguido abriendo a medida que las encuestas han venido a confirmar que un tripartito podr¨ªa desbancar al centro-derecha. Llegado a un punto, para los socialistas la situaci¨®n se convirti¨® en un ahora o nunca. El espacio para la mezquindad se mantiene solo mientras cotas m¨¢s altas no se vislumbran.
En tal situaci¨®n, unas primarias no parec¨ªan una forma id¨®nea de escalar. Al fin y al cabo se trataba de una escenificaci¨®n de la lucha dentro de una organizaci¨®n que no andaba corta de rivalidades expuestas. Pero cu¨¢l era la alternativa: reproducir el proceso de cuchilladas internas no parec¨ªa halag¨¹e?o. Ante esta disyuntiva, la direcci¨®n ha optado por unas primarias abiertas pero de escasa confrontaci¨®n. Se marc¨® un objetivo que es, de hecho, el leitmotiv de toda la campa?a del Secretario General: incluir, incrementar, sumar. En otras palabras: se trataba de la participaci¨®n. Escoger al candidato les daba, creo, igual (y aqu¨ª los mal¨¦volos a?adir¨¢n: siempre que fuese el Secretario General; y yo no sabr¨¦ c¨®mo negarlo).
No hay manera de comprobarlo, pero los socialistas afirman que han conseguido multiplicar por dos o por tres la cantidad de militantes y simpatizantes. De todas estas nuevas incorporaciones, un 83% votaron, hasta 54.000, una cifra muy respetable. Lo que mejor explica el porqu¨¦ tanta gente ha acudido a expresar su opini¨®n a las urnas socialistas es que ese era precisamente el objetivo del partido. Los militantes m¨¢s comprometidos se han pasado d¨ªas yendo puerta a puerta en sus barrios y en sus pueblos para ganar adeptos. La movilizaci¨®n ha llegado, por eso, all¨¢ donde hab¨ªa una plataforma fuerte e implantada de militancia. Lo cual, por descontado, depende en ¨²ltima instancia de d¨®nde dispone de m¨¢s poder la c¨²pula de Blanquer¨ªes. Los resultados han ido paralelos: el patr¨®n de voto ha sido, al parecer, m¨¢s de agrupaciones en bloque que de divisi¨®n dentro de las mismas. Durante la campa?a el poco contraste entre candidatos ha sido la t¨®nica general. El debate de ideas y propuestas, escaso o nulo. Y el resultado final, masivamente favorable al Secretario General.
El PSPV ha conseguido que la ventana de oportunidad se quede abierta. Es imposible saber ahora si las primarias funcionar¨¢n como movilizador de votos. Poco conocemos de esos miles de militantes y simpatizantes nuevos y su nivel de implicaci¨®n con un proyecto que a¨²n no est¨¢ conformado. Los socialistas han ganado una tregua. Ahora es cuando llega lo dif¨ªcil: es el momento de construir una alternativa cre¨ªble que atraiga a los perdedores de esta crisis sin caer en las promesas vac¨ªas. No hay nada en las primarias que vaya a hacer m¨¢s f¨¢cil esta tarea. Solo se ha ganado tiempo.
Jorge Galindo es investigador del Departamento de la Universidad de Ginebra y fundador de Politikon
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