Agitar fantasmas
El mapa pol¨ªtico catal¨¢n se halla en plena metamorfosis, pivotando como nunca alrededor de la cuesti¨®n nacional
Josep Antoni Duran i Lleida es, hasta donde s¨¦, el ¨²nico de nuestros pol¨ªticos de primera fila que, cada semana, hace p¨²blica a trav¨¦s de la p¨¢gina web de su partido una carta dirigida a los militantes de Uni¨® Democr¨¤tica, pero accesible al conjunto de la ciudadan¨ªa. No, no hablo de un tuit con sus escuetos 140 caracteres, sino de un texto de unos tres folios en que comenta distintos aspectos de la actualidad. El pasado viernes, la misiva electr¨®nica del l¨ªder socialcristiano llevaba por t¨ªtulo M¨¦s enll¨¤ de la consulta tamb¨¦ hi ha vida,y tocaba temas tan diversos como la pobreza, el paro o los ¨²ltimos avatares judiciales del Bar?a. Pero los primeros y m¨¢s contundentes p¨¢rrafos del texto estaban consagrados a valorar ¡ªy a hacerlo desde una hostilidad extrema¡ª el acuerdo anunciado d¨ªas antes por Esquerra Republicana y el partido de Ernest Maragall para concurrir juntos a las pr¨®ximas elecciones europeas.
Naturalmente, el se?or Duran Lleida tiene todo el derecho del mundo a recibir de u?as el pacto ERC-NECat y a describirlo como ¡°una alianza de izquierdas alternativa a aquello que representa Converg¨¨ncia i Uni¨® desde la perspectiva del modelo social, y al PSC desde la vertiente nacional¡±. A fuer de dem¨®crata, el l¨ªder de UDC sabe ¡ªsupongo¡ª que la existencia de alternativas es imprescindible para el pluralismo pol¨ªtico; y, en tanto que nacionalista catal¨¢n, ?no le parece ¨®ptimo que, frente al centro-derecha nacional organizado en CiU, exista un centro-izquierda asimismo nacional del que Esquerra y NECat puedan ser el n¨²cleo vertebrador? ?Acaso Uni¨®, al nacer en noviembre de 1931, no pretend¨ªa erigirse en la alternativa moderada, cat¨®lica, de centro-derecha a las huestes de Maci¨¤ y Companys, siendo a la vez tanto o m¨¢s nacionalista que los del tri¨¢ngulo mas¨®nico?
Con todo, si la cr¨ªtica pol¨ªtica es y debe ser lib¨¦rrima, eso no significa que se pueda falsear impunemente la realidad, ni utilizar el pasado como espantajo para asustar a los timoratos de hoy. Es, por ejemplo, lo que hizo en 1977 Laureano L¨®pez Rod¨® cuando sostuvo que la restauraci¨®n de la Generalitat y el regreso del exilio del rojo Tarradellas conllevar¨ªan el restablecimiento del Decreto de Colectivizaciones de 1936, la expropiaci¨®n de las empresas, etc¨¦tera. El fracaso de aquel grotesco discurso del miedo fue may¨²sculo. Salvadas las distancias, Duran Lleida quer¨ªa activar el mismo mecanismo cuando, hace una semana, escribi¨®: ¡°Ya tenemos claro que las pr¨®ximas elecciones europeas son para ERC el primer paso de la repetici¨®n de una nefasta experiencia de modelo de sociedad y de gesti¨®n" la del tripartito de 2003 a 2010. ¡°Vamos, que a pesar de presentarse la alianza como nueva y aval de futuro, pesa como una losa el pasado de demostrada impotencia que representan¡± ERC y NECat.
Prescindiendo de juicios de valor sobre las siglas ahora coaligadas, lo cierto es que la situaci¨®n pol¨ªtica de 2003 no guarda ning¨²n parecido con la de 2014. Los tripartitos de izquierda inaugurados por el pacto del Tinell ten¨ªan como objetivo estrat¨¦gico desplazar el rotor de la pol¨ªtica catalana desde el eje catalanismo-espa?olismo (que, seg¨²n ese an¨¢lisis, habr¨ªa beneficiado largamente a Pujol) hasta el eje izquierdas-derechas.
Era la com¨²n filiaci¨®n izquierdista de PSC, ICV y ERC la que, en teor¨ªa, iba a permitirles superar las contradicciones entre independentismo, federalismo y Espa?apluralismo. En cuanto a la cuesti¨®n nacional, el acuerdo de los tres socios para conseguir la reforma del Estatuto de autonom¨ªa les facilitar¨ªa ¡ªeso calculaban¡ª adormecer o calmar las reivindicaciones identitarias durante un par de d¨¦cadas, hasta que estuviera consolidado en Catalu?a el nuevo paradigma pol¨ªtico construido, como en cualquier ¡°pa¨ªs normal¡±, sobre el eje ideol¨®gico.
Sin embargo, la realidad (l¨¦ase Rodr¨ªguez Zapatero, y el PP, y el Tribunal Constitucional...) no se ajust¨® a ese gui¨®n. De manera que, hoy, el mapa pol¨ªtico catal¨¢n se halla en plena metamorfosis, s¨ª, pero pivotando como nunca alrededor de la cuesti¨®n nacional, ahora expresada en la bipolaridad soberanismo-unionismo. Y el pacto entre ERC y NECat se sit¨²a sin equ¨ªvoco alguno dentro del campo soberanista, aunque pretenda leg¨ªtimamente ocupar en ¨¦l el hemisferio izquierdo. Tales movimientos e intenciones se asemejan a la estrategia de los tripartitos como un huevo a una casta?a.
En fin, es curioso que alguien bien informado como Duran atribuya la voluntad de resucitar el tripartito precisamente a Ernest Maragall y Oriol Junqueras. Curioso, porque siendo consejero de Educaci¨®n, en febrero de 2010, Maragall asest¨® a aquella f¨®rmula uno de los ¨²ltimos puntillazos al describir una Catalu?a ¡°fatigada¡± del tripartito, el cual hab¨ªa dejado de tener ¡°vigencia pol¨ªtica¡± y carec¨ªa de ¡°proyecto de pa¨ªs¡±. En cuanto a Junqueras, su ascenso al liderazgo de Esquerra conllev¨® un alejamiento expl¨ªcito de las din¨¢micas y de los socios de la d¨¦cada anterior, la voladura de la Entesa Catalana de Progr¨¦s para el Senado y, desde diciembre de 2012, el pacto con CiU. ?Ellos, los reconstructores del tripartito?
Ya lo dec¨ªan los cl¨¢sicos: ¡°Los dioses ciegan a aquellos a los que quieren perder¡±.
Joan B. Culla i Clar¨¤ es historiador.
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