La Guardia Civil cree que el holand¨¦s desaparecido en Pet¨ªn se despe?¨®
La hip¨®tesis del accidente cobr¨® fuerza al no hallarse pruebas de un homicidio
Martin Verfondern se pas¨® los ¨²ltimos meses de 2009 avisando de que su vida peligraba. Instal¨® c¨¢maras alrededor de su casa y cuando sal¨ªa de ella grababa sus movimientos por la remota aldea que habitaba, por si se terciaba alg¨²n choque violento con sus vecinos. Lleg¨® a escribir una carta al alcalde de Pet¨ªn advirti¨¦ndole de que iba a dirigirse al Rey, al presidente de la Xunta y a la prensa para denunciar el ¡°terrorismo rural¡± del que se consideraba v¨ªctima. Sin embargo, cuatro a?os despu¨¦s de su misteriosa desaparici¨®n, en enero de 2010, la principal hip¨®tesis con la que trabajan los investigadores ya no es la del homicidio, sino la de que Verfondern muri¨® en un accidente de tr¨¢fico. Su aparatoso coche paramilitar ¡ªverde con manchas blancas porque lo acababa de lijar para repintarlo aquellos d¨ªas¡ª no habr¨ªa sido ocultado por ninguna mano preocupada de borrar las pruebas, sino simplemente engullido con su conductor al volante por la naturaleza agreste del lugar.
El domingo, una zodiac con sonar de barrido lateral y un helic¨®ptero equipado con dos c¨¢maras, una geot¨¦rmica y otra de infrarrojos, peinaron el embalse de Santa Baia y m¨¢s de 200.000 metros cuadrados de terreno escarpado. Se centraron, sobre todo, en seguir las cerradas curvas de la ruta que lleva desde Pet¨ªn a la aldea perdida en la que Verfondern llevaba viviendo una d¨¦cada; empe?ado, junto a su esposa, Margo Pool, en sacar adelante su proyecto de subsistencia ecol¨®gica.
El sonar no detect¨® nada an¨®malo en el pantano que se abre, tras una ca¨ªda casi en picado, a los pies de la peor curva del trayecto. Y a vista de p¨¢jaro, en los barrancos, agujeros negros cerrados de vegetaci¨®n, tampoco apareci¨® nada salvo un par de veh¨ªculos abandonados que la Polic¨ªa Judicial ya conoc¨ªa. No obstante, al final del d¨ªa, el equipo compuesto por guardias civiles y t¨¦cnicos de la empresa madrile?a Condor Georadar, capitaneado por Fernando Serrulla, forense del Instituto de Medicina Legal de Galicia (Imelga), recogi¨® miles de im¨¢genes termogr¨¢ficas que esta semana van a ser revisadas. Estas fotograf¨ªas diferencian objetos extra?os al entorno por su temperatura. El espectro infrarrojo puede incluso revelar viejas marcas de ruedas invisibles al ojo humano.
¡°Es la primera vez que se hace en Espa?a una b¨²squeda a¨¦rea de un coche por termograf¨ªa¡±, explica el forense, impulsor de este nuevo intento despu¨¦s de cuatro a?os de silencio en aquellas imponentes monta?as de pizarra. Condor Georadar, que colabora en otros proyectos de investigaci¨®n con Serrulla, trabaj¨® en el caso de Marta del Castillo y busc¨® a los ni?os de C¨®rdoba en la finca de Las Quemadillas. Esta vez se ofreci¨® a venir a Galicia y desplegar sus medios sin cobrar nada.
La ma?ana del 19 de enero de 2010, el holand¨¦s afincado en el desmoronado pueblo de Santoalla mont¨® en su Chevrolet Blazer y baj¨® a Pet¨ªn y A R¨²a para hacer la compra en Lidl y revisar el correo electr¨®nico en un bar. Efectivamente, fue al supermercado, pero en el ciber fallaba internet. Los ¨²ltimos que aseguran haberlo visto recuerdan su coche llamativo e inconfundible perdi¨¦ndose tras la rotonda por la retorcida carretera de monta?a que lleva a Santoalla. Despu¨¦s, nada m¨¢s se supo. Verfondern desapareci¨® sin dejar rastro. La Polic¨ªa Judicial de Ourense investig¨® a varias personas, ante la sospecha de que pod¨ªa tratarse de un homicidio por los duros enfrentamientos que manten¨ªa el agricultor extranjero con sus vecinos. Sin embargo, no apareci¨® el menor de los indicios m¨¢s all¨¢ de las malas relaciones, que hab¨ªan derivado en un reiterado cruce de denuncias en los juzgados de Valdeorras.
¡°Estaba casi convencido de que el coche iba a aparecer en tierra¡±, reconoce Serrulla. ¡°A lo mejor habr¨ªa que buscarlo en Trives, porque pudo cambiar de planes e ir all¨¢ buscando una wifi... Nunca vamos a saber lo que le pas¨® realmente aquel d¨ªa a Martin Verfondern hasta que no tengamos su cuerpo¡±.
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