Oreja para Castella en tarde de mansos
Talavante pierde trofeos por la espada
Un dije de toro abri¨® la corrida; coloradito, c¨®modo de cara. Eso, un dije de animal. Distra¨ªdo de salida no se dej¨® con la capa y tom¨® un puyazo del picador de la puerta. Y derrib¨®. Con todo, a su aire ese toro. M¨¢s cosas de manso que de bravo. Antes de tomar la muleta escarb¨® y recul¨®, pero una vez en marcha tomo el trapo con prontitud. No de ser toro muy entregado, pero s¨ª de ser toro de idas y venidas constantes. Con el aire como invitado de rond¨®n, Castella plant¨® cara con ciertas prisas y algo de barullo. No fue limpia la faena; mitad por el viento, mitad porque el torero nunca encontr¨® el buen camino. Muchos pases tambi¨¦n. Y cuando todo parec¨ªa perder fuerza, aunque nunca la tuvo de verdad, llegaron las cl¨¢sicas cercan¨ªas de Castella. Pareci¨® animarse algo la cosa, pero ya para entonces el toro hab¨ªa presentado su dimisi¨®n.
Manso y noble a la vez el cuarto. La ¨²nica vara la tom¨® al relance despu¨¦s de casi atropellar a Castella. Un pase cambiado, desafiando al toro y al viento, abri¨® la faena. Con el toro no muy por la labor, que busc¨® pronto las tablas, Castella se agarr¨® bien a la muleta. Sujet¨® al toro, que era el primer objetivo a cumplir. Cumplida esa premisa, Castella lo tore¨® con temple por el pit¨®n izquierdo. Lig¨® dos buenas series y un improvisado por la espalda, dejo la faena para puntuar alto. Quiso seguir, pero el toro dijo que no y se marc¨® sin disimulos el camino de las tablas. Para entonces, la faena estaba cumplida y bien cumplida.
El primer toro de Perera, hondo toro por cierto y casta?o de capa, fue otro de los que se march¨® al piquero que hac¨ªa puerta para cumplir tr¨¢mite. Sin fijeza, mans¨®n, el toro no quiso fiesta a ning¨²n precio. Tom¨® la muleta a rega?adientes, protestando siempre. Perera insisti¨® por los dos lados, pero nada que rascar con el de Alcurruc¨¦n. Intentos, siempre con la suerte descargada. Se justific¨® el torero sin sacar nada en claro del turbio asunto.
ALCURRUC?N / CASTELLA, PERERA, TALAVANTE
Toros de Alcurruc¨¦n. De impecable presencia. Mansos en general aunque sin malas intenciones. Segundo, quinto y sexto, sobre todo este, los m¨¢s deslucidos. Buen toro el tercero.
Sebasti¨¢n Castella. Casi entera baja (saludos); entera ¨Caviso- y descabello (oreja).
Miguel ?ngel Perera. Estocada (palmas); pinchazo y entera perdiendo muleta (silencio).
Alejandro Talavante. Dos pinchazos y entera muy traer¨¢ (palmas); dos pinchazos y entera (silencio).
Plaza de Castell¨®n, 29 de marzo. 4? de Feria. Tres cuartos.
Tampoco el quinto le puso las cosas f¨¢ciles. Nada de eso. Toro que nunca quiso capote, manse¨® en los dos primeros tercios y lleg¨® a la muleta protest¨®n. Sin entrega, sin humillar y con tornillazo desagradable al final de cada muletazo. Muy mal estilo, en fin. Perera, responsable, lo intent¨® pero volvi¨® a encontrarse con la cruda realidad.
Hondo, con dos pitones astifinos, ensillado, el tercero de la tarde: fiel al encaste. Muy distra¨ªdo tambi¨¦n en capotes, sin hacer caso de nadie y de nada. En varas cumpli¨®, dej¨¢ndose, y en una segunda al relance, sin que nadie le invitara a tomarla. De manso, a toro noble y gotas de calidad solo hubo un paso: la muleta la tom¨® noble, de largo. Toro, en fin, de doble personalidad. Talavante se centr¨® desde el primer muletazo. Bien plantado, templ¨® siempre en una faena pausada y bien pautada. Una serie con la izquierda, de largo recorrido, puso elev¨® la nota. Y, de final, una serie con la misma mano, de frente, muy toreado el toro hasta donde el torero dirigi¨® la muleta. Tan admirable labor se vino abajo con la espada. Un primer pinchazo a toro arrancado, otro y una entera muy trasera . Todo un buen trabajo echado por la borda.
De los seis toros, el sexto fue el que cant¨® la gallina desde salida. No quiso capote y huy¨® como alma que lleva el diablo cada vez que sinti¨® el hierro. Tres entradas al caballo, dos al de turno y una tercera, de propina y con el tercio cambiado, del picador que hac¨ªa puerta. Y en las tres sali¨® huyendo de la quema. No cambi¨® el toro en la muleta. Sin entrega, fren¨¢ndose en cada arrancada, no dej¨® que Talavante dominase la situaci¨®n. Unos intentos, sin mucha convicci¨®n, y fin.
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