Crisis y trabajo
Es urgente pensar en c¨®mo organizar una sociedad en la que una parte de la ocupaci¨®n no ser¨¢ necesaria para la actividad econ¨®mica
A medida que dura la crisis, crece la sensaci¨®n de que ha venido para quedarse durante largo tiempo. Yo mismo dije en 2010, creo que en estas mismas p¨¢ginas, que hab¨ªamos tocado fondo pero que pod¨ªamos seguir recorriendo el fondo muchos a?os. Las previsiones de algunos economistas y de algunas instituciones, sobre la lent¨ªsima recuperaci¨®n del empleo, avalan esta sensaci¨®n. Porque debemos ser claros: para una gran mayor¨ªa de los ciudadanos, la crisis no es la evoluci¨®n del PIB, ni del d¨¦ficit, ni de la prima de riesgo; la verdadera crisis es la falta de trabajo y la falta de perspectivas relacionadas con ¨¦l.
Esta preocupaci¨®n por el futuro del trabajo resucita pol¨¦micas conocidas en nuestras sociedades europeas sobre ¡°el fin del trabajo¡±. Es l¨®gico que haya opiniones que prevean su declive. Lo que yo creo es que, en cualquier caso, lo que debe haber es un cambio importante en el papel del trabajo en la vida personal.
El fen¨®meno que estamos observando se debe a la confluencia de dos factores: la sustituci¨®n del trabajo por tecnolog¨ªa (m¨¢quinas, ordenadores, robots¡), y el desplazamiento del trabajo hacia otras ¨¢reas del planeta. Por ello es urgente que reflexionemos sobre estos dos temas. En primer lugar, ?cuales son los efectos finales de la incorporaci¨®n de tecnolog¨ªa a nuestras vidas, qu¨¦ efectos beneficiosos supone, y que peligros tiene? Y otro m¨¢s profundo, ?cual es el papel que juega el trabajo en nuestras modernas sociedades? Analicemos si siempre ha sido el mismo, y si cambiar¨¢. No puedo profundizar en ellos en el espacio de un art¨ªculo; s¨®lo los planteo.
1. Trabajo y tecnolog¨ªa. La experiencia de dos siglos avala las opiniones m¨¢s optimistas. No hay ninguna duda de que el proceso que se inicia con la revoluci¨®n tecnol¨®gica en Europa ha supuesto un gran incremento de la productividad, de la producci¨®n, de los salarios, del consumo, de la poblaci¨®n ocupada, y del bienestar colectivo. Las realidades hist¨®ricas muestran que en los actuales pa¨ªses desarrollados, a trav¨¦s de caminos llenos de contratiempos, sufrimientos y vaivenes, el proceso global ha sido enormemente positivo y la situaci¨®n de todos ellos ha mejorado mucho en riqueza y en bienestar.
De todos modos es necesario analizar si ello puede ser siempre as¨ª. Todo esto ha ocurrido en un entorno que ha tenido, entre otras, las siguientes caracter¨ªsticas: el fen¨®meno se ha producido en unos territorios con una poblaci¨®n reducida respecto al conjunto del planeta; con una disponibilidad de recursos naturales aparentemente ilimitada; con unos mercados de trabajo regulados y con importante fuerza sindical; y con unas pol¨ªticas fiscales que han favorecido la disminuci¨®n de las desigualdades y la aparici¨®n de unas extensas clases medias con gran capacidad de consumo y con constantes aumentos de formaci¨®n. En todas estas circunstancias, la tecnolog¨ªa no ha destruido el trabajo sino que lo ha incrementado, potenciado y mejorado.
La pregunta que estoy planteando es c¨®mo podr¨ªan ir cambiado los efectos de la incorporaci¨®n de tecnolog¨ªa, dadas las nuevas circunstancias que ahora tenemos: la dimensi¨®n planetaria del espacio econ¨®mico, el posible agotamiento de algunos recursos, la incomprensible confianza en los mercados desregulados, y la progresiva separaci¨®n entre negocio financiero y actividad econ¨®mica productiva. Tengo la convicci¨®n de que la crisis no es una respuesta negativa pero s¨ª un toque de atenci¨®n sobre la necesidad de plantear seriamente la evoluci¨®n de este nuevo escenario para poder preparar medidas que lo encaucen de la forma m¨¢s positiva posible.
2. Trabajo productivo y retribuido. A diferencia de todas las etapas hist¨®ricas anteriores, el trabajo est¨¢ jugando en las sociedades modernas un triple papel: la ocupaci¨®n principal de las personas, el sistema fundamental de obtenci¨®n de ingresos y, consecuentemente, su forma de integraci¨®n social. Se comprende por tanto el car¨¢cter dram¨¢tico del paro, con sus consecuencias econ¨®micas, sociales y sicol¨®gicas. Ello ha sido as¨ª porque se ha partido de la base de que, para disponer de todos los productos y todos los servicios que la sociedad demandaba, era necesario que todos sus miembros en edad de trabajar se ocuparan en producirlos.
En tanto en cuanto la tecnolog¨ªa aumenta enormemente la productividad y la eficiencia en la prestaci¨®n de servicios, se puede contemplar perfectamente un escenario futuro distinto. Es urgente empezar a pensar como deber¨ªa organizarse una sociedad en la que una parte importante de la ocupaci¨®n de las personas no sea necesaria para la actividad econ¨®mica. Me parece inadecuado hablar del ¡°fin del trabajo¡±. Pero urge empezar a desarrollar ideas sobre ¡°reparto del trabajo¡±, ¡°trabajo no productivo¡±, y ¡°trabajo social¡±. Y, evidentemente, introducir paralelamente propuestas pol¨ªticas sobre ¡°reparto de rentas¡± y ¡°rentas sociales¡±.
La tecnolog¨ªa y la globalizaci¨®n son dos fen¨®menos buenos, siempre que los sepamos conducir y enfocar hacia el bienestar general.
Joan Maj¨® es ingeniero y ex ministro.
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