Lecciones de corrupci¨®n

La vida corrupta es la vida mejor: grandes comilonas, coches oficiales, cu?ados enchufados, gran tr¨¢fico de sobres, televisiones al gusto, terrenos recalificados, trajes a medida y viajes con el c¨®nyuge a costa de las arcas p¨²blicas, el dinero de todos. El corrupto es el h¨¦roe de nuestro tiempo, la figura en la que todos deber¨ªamos querer vernos reflejados. El m¨¢s listo.

As¨ª que llega el nuevo ministro de Cultura dispuesto a partir la pana. Entre ingenuo y ladr¨®n, entre la ternura y el asco, piensa que en el Gobierno se reparte bacalao igual que en la comunidad aut¨®noma de la que viene, en la que, como director de la televisi¨®n auton¨®mica, allan¨® el camino para las victorias electorales de su partido y escondi¨® los tejemanejes de las cajas de ahorros. Su viaje inici¨¢tico en el robo gubernamental se relata en la pieza teatral El tesorero, escrita y dirigida por Jos¨¦ Ignacio Tof¨¦ e interpretada por Mario Tard¨®n (en el papel de este ministro de Cultura novato) y Jos¨¦ Navar (que interpreta a otros tres ministros y al tesorero). Se puede ver en La Casa de la Portera hoy y todos los jueves de abril.

¡°Desde hace alg¨²n tiempo desayunamos, comemos y cenamos con la corrupci¨®n¡±, explica Tof¨¦. ¡°Yo me he preguntado c¨®mo funciona esto en el t¨² a t¨², c¨®mo se organiza, c¨®mo se hacen los tratos¡±. La obra, que en su intenso ritmo humor¨ªstico no da tregua a la carcajada durante alrededor de hora y cuarto, muestra los titubeos e intentos fallidos del nuevo ministro de Cultura (cuyo jefe de gabinete ya es su cu?ado) a la hora de emprender sus desfalcos y, para empezar, ganarse su primer dinerito encargando un mastod¨®ntico Museo de la Democracia a Riconsa (la constructora de suegro). ¡°Este hombre es un animal pol¨ªtico que ha mamado la pol¨ªtica desde muy joven¡±, explica Tard¨®n, ¡°eso s¨ª, carece de cualquier ideolog¨ªa m¨¢s all¨¢ del af¨¢n de enriquecerse, que no es poco¡±.

En sus primeros momentos en el cargo, el novato se va entrevistando con otros ministros que, aunque interpretados por el mismo actor, responden a diferentes estereotipos. Un ministro de Agricultura que goza de la tranquilidad y la experiencia de haber pasado por varios ministerios, amante del buen jam¨®n y la buena vida, un ministro de Hacienda triste, apocado y poco valorado que quiere llegar a conectar con un p¨²blico joven a base de chistes malos y poemas absurdos, y un ministro de Econom¨ªa que ya est¨¢ por encima del bien y del mal y reparte sus ratos libres entre los videojuegos y la meditaci¨®n transcendental. ¡°Fue un reto interpretar a todos estos personajes con el m¨ªnimo cambio de vestuario¡±, explica Jos¨¦ Navar, ¡°as¨ª que tuve que aproximarme a ellos por sus personalidades, muy definidas. Que todos vayan con el mismo traje gris da una idea de que muchas veces los pol¨ªticos casi son intercambiables. Y lo curioso es que estos personajes, aunque sean unos corruptos, acaban cayendo bien¡±. El que ya no cae tan bien es el ¨²ltimo en aparecer y que, en palabras de Navar, es una mezcla de los cuatro anteriores: el tesorero. Si bien no hay una inspiraci¨®n muy clara para el resto de personajes, el tesorero est¨¢ claramente inspirado en Luis B¨¢rcenas: lleva sobre los hombros un abrigo color camello de aire mafioso, practica el heliski y reparte sobres por doquier. Es el que manda de verdad.

Aunque todo esto est¨¦ basado libremente en el caso B¨¢rcenas, nunca se nombra a ning¨²n pol¨ªtico ni a ning¨²n partido: ¡°Otros han estado en casos parecidos y creo que si esta obra se representase dentro de cinco a?os seguir¨ªa perfectamente vigente¡±, explica Tof¨¦. ¡°Aqu¨ª no contamos nada nuevo¡±, contin¨²a, ¡°solo satirizamos con un toque berlanguiano lo que cualquiera ha podido leer en los peri¨®dicos o escuchar en las chuscas escuchas que han salido en los juicios. Lo que hacemos es permitir al ciudadano re¨ªrse durante un rato de los pol¨ªticos, igual que los pol¨ªticos se r¨ªen de ¨¦l¡±. En este sentido, opina el director, a pesar de ser una producci¨®n off, s¨ª que puede tener tir¨®n comercial.

?Ser¨¢ realmente as¨ª de chusca y sonrojante la realidad de los pol¨ªticos corruptos? ¡°La verdad¡±, concluye Tard¨®n, ¡°yo creo que nos hemos quedado cortos¡±.