Tan lejos, tan cerca

La m¨²sica iberoamericana tiene una personalidad arrolladora. Se mira, como en un espejo, en sus ra¨ªces populares, y asimila lo que le conviene de la vanguardia europea. Por razones que se me escapan, en nuestro pa¨ªs no se le ha dado en l¨ªneas generales la valoraci¨®n que merece, contando adem¨¢s con la existencia de afinidades entre la pen¨ªnsula Ib¨¦rica y Latinoam¨¦rica.

El concierto del lunes en el Museo Reina Sof¨ªa ten¨ªa por ello una componente cultural de primer orden. Era, casi, una necesidad o, si se prefiere, una reparaci¨®n. Los compositores eran figuras consagradas de Brasil, Argentina, Puerto Rico y M¨¦xico. Los int¨¦rpretes, de Chile y M¨¦xico. El pianista, espa?ol. Al margen de consideraciones geogr¨¢ficas, hay que se?alar la extraordinaria calidad art¨ªstica. De inicio a fin, todo fue sorprendente. Desde el sentido folcl¨®rico, popular y magn¨ªficamente construido del cuarteto de Villa-Lobos, al imaginativo y compacto cuarteto de cuerda de Mario Lavista, ¨²ltimo premio Tom¨¢s Luis de Victoria de m¨²sica iberoamericana, una suite en cinco partes de 1999 que pide a gritos una inmediata continuidad.

Del puertorrique?o Roberto Sierra se estren¨® Introducci¨®n, canci¨®n y descarga, una obra para piano de fuerza r¨ªtmica y emoci¨®n caribe?a que el autor califica, con humildad, como un poco ¡°salsera¡±. Lo es, desde luego, pero es mucho m¨¢s. Por sentido coherente del desarrollo musical y por capacidad comunicativa. Juan Carlos Garvayo bord¨® su interpretaci¨®n y el ¨¦xito fue absoluto. Para cierre, una obra maestra, el Quinteto para piano, opus 29, de Alberto Ginastera, quiz¨¢ la obra de mayores resonancias europeas del programa, resuelta por el cuarteto y el pianista con maestr¨ªa t¨¦cnica y frescura interpretativa.