¡®Union sacr¨¦e¡¯
Bienvenidas sean las plataformas en torno al ¡°proceso¡±, pero sin ¨ªnfulas de superioridad intelectual y moral
Desde que, el pasado mes de diciembre, Converg¨¨ncia i Uni¨®, Esquerra Republicana, Iniciativa per Catalunya-Esquerra Unida y la Candidatura d¡¯Unitat Popular se pusieron de acuerdo en torno a una fecha y a un enunciado para la consulta que desean celebrar sobre el futuro estatus pol¨ªtico de Catalu?a, esta unidad entre fuerzas ideol¨®gicamente tan diversas en torno a un concreto objetivo com¨²n ha sido piedra de esc¨¢ndalo para los adversarios del proceso soberanista. Desde el v¨¦rtice del PSC, por ejemplo, se han lanzado incontables reproches a Esquerra por avalar las ¡°pol¨ªticas antisociales¡± de Artur Mas, por su voto favorable a los restrictivos Presupuestos de la Generalitat para 2014, etc¨¦tera. Todav¨ªa este lunes, aqu¨ª mismo, hab¨ªa quien echaba en cara a Iniciativa ¡°su misterioso empe?o en ir de la mano con el nacionalismo¡±.
Y en estas, va y aparece Sociedad Civil Catalana. Dejando de lado la espectacular metonimia del nombre, se trata de una entidad que agrupa ¡°transversalmente¡± a profesionales ¡°cercanos¡± al PP, a Ciutadans, al PSC, a UPyD y a Vox; y que cuenta, seg¨²n se vio anteayer en el teatro Victoria, con las bendiciones de las c¨²pulas de esas cinco formaciones pol¨ªticas. Hablamos de una asociaci¨®n entre cuyos prop¨®sitos figuran ¡ªseg¨²n explicaron sus portavoces en el acto de presentaci¨®n¡ª ¡°dar voz a quienes no se atreven a hacer p¨²blica su espa?olidad¡±, y rescatar ¡°el sentimiento espa?olista dormido en los corazones de muchos catalanes¡±.
En suma, una entidad nacionalista espa?ola. Lo digo sin ning¨²n ¨¢nimo descalificador ni peyorativo, por pura precisi¨®n taxon¨®mica. Porque lo que no resulta admisible es que celebrar el tricentenario de 1714 sea una muestra de nacionalismo apolillado y enfermizo, y en cambio manifestarse el pr¨®ximo 11 de septiembre en Tarragona porque esta ciudad fue la capital de la Hispania Citerior hace 2.200 a?os ¡ªas¨ª ha justificado Sociedad Civil Catalana la elecci¨®n del lugar¡ª suponga una expresi¨®n de fresco y sano cosmopolitismo. El debate pol¨ªtico catal¨¢n de los pr¨®ximos meses solo tendr¨¢ sentido si lo preside una m¨ªnima equidad conceptual.
Pero lo que me parece m¨¢s interesante y digno de reflexi¨®n de la nueva plataforma antisoberanista es su heterogeneidad interna. No solo, ni principalmente, porque convivan en su seno y en su c¨²pula autoproclamados federalistas de izquierda y confesos unitaristas de derecha y hasta de extrema derecha, partidarios de una reforma constitucional de car¨¢cter federal, adversarios de ella y paladines de una contrarreforma recentralizadora ¡ªeso ser¨ªa peccata minuta¡ª, sino por todo lo dem¨¢s.
En efecto, si impulsan y nutren la plataforma militantes, simpatizantes y votantes del Partido Popular, de Ciutadans, del Partit dels Socialistes, de UPyD (aunque sean pocos) e incluso inminentes supporters de Vox, es razonable suponer que habr¨¢ entre ellos firmes defensores de la ley del aborto que promueve el ministro Gallard¨®n, y otros que la consideran un ataque intolerable contra los derechos de las mujeres. En las filas de Sociedad Civil Catalana debe de haber tambi¨¦n entusiastas de la sumisi¨®n de Rajoy a los dictados de la troika, y gentes que denuncian el ¡°austericidio¡± y la liquidaci¨®n del Estado de bienestar. Y unos que aplauden las intervenciones ultramontanas del cardenal Rouco Varela, y otros que las abuchean, siquiera metaf¨®ricamente.
Es asimismo de sentido com¨²n que conviven en la nueva organizaci¨®n antisecesionista personas con una visi¨®n tercermundista de la pol¨ªtica internacional ¡ªen la l¨ªnea, por ejemplo, del cabeza de lista europeo de Ciutadans, Javier Nart¡ª, y otras que comparten las ideas atlantistas y pronorteamericanas cultivadas por la FAES de Jos¨¦ Mar¨ªa Aznar. Y partidarios tanto de la abolici¨®n como del mantenimiento de la llamada ¡°justicia universal¡±. Y los que esperan impacientes la salv¨ªfica entrada en vigor de la ley Wert, y aquellos otros que conf¨ªan en que el Tribunal Constitucional la anule. Y quienes creen que, en sus acusaciones recientes, B¨¢rcenas miente como un bellaco, y quienes est¨¢n convencidos de que desenmascara de una vez la financiaci¨®n il¨ªcita del PP.
Por resumirlo en una imagen: las mismas siglas que, el d¨ªa de Sant Jordi, compartieron afablemente su apoyo a Sociedad Civil Catalana en la platea del Victoria van, en las pr¨®ximas semanas, a tirarse los trastos a la cabeza y a descalificarse mutuamente en una pugna feroz por los votos en las elecciones al Parlamento Europeo.
Bien ¡ªse me dir¨¢¡ª, pero todos esos partidos y sensibilidades han orillado sus grandes diferencias en aras a un alto objetivo com¨²n: la preservaci¨®n de la unidad de Espa?a. Pues exactamente eso mismo han hecho desde los socialcristianos de Uni¨® hasta los comunistas de EUiA: dejar de lado sus contradicciones ideol¨®gicas en una apuesta com¨²n por el derecho a decidir y la celebraci¨®n de una consulta democr¨¢tica al respecto. Con la misma legitimidad que el unionismo, y con la autoridad que solo dan los votos. Bienvenidas sean, pues, las plataformas, las asociaciones, las entidades y las manifestaciones; bienvenidos los manifiestos, los llamamientos, los debates y hasta las pol¨¦micas en torno al ¡°proceso¡±. Pero, por favor, sin ¨ªnfulas de superioridad intelectual ni moral.
Joan B. Culla i Clar¨¤ es historiador.
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