El secreto a gritos
Llevamos dos d¨¦cadas sin control alguno sobre los cursos de formaci¨®n
El Tribunal de Cuentas ha detectado un fraude masivo en los cursos de formaci¨®n a trabajadores. Subvenciones a cursos nunca impartidos, clases a alumnos que no existen, facturas por talleres que no se han hecho y empresas que aumentan artificialmente sus plantillas para conseguir ayudas. El rosario de anomal¨ªas es ampl¨ªsimo:
Requisitos falsos. N¨²mero de trabajadores inferior al m¨ªnimo exigible en planes de empresas, presupuestos acad¨¦micos inflados para obtener subvenci¨®n, falsedad en la declaraci¨®n de no recibir otras subvenciones con el mismo objeto.
Costes falseados. El informe detalla que se ha imputado costes por encima de la realidad en materia de personal, suministros de bienes y servicios. En ocasiones, la anomal¨ªa es tan burda como justificar costes externos mediante una factura que no responde a ninguna operaci¨®n real. O una misma factura presentada ante distintas administraciones.
Cursos inexistentes. En ocasiones, no es que haya facturas falsas en un curso, es que nunca hubo tal curso. Y, sin embargo, el receptor de la ayuda adorn¨® con toda suerte de detalles la justificaci¨®n de los gastos: listados de alumnos, partes de asistencia, programas¡ O se incluyen alumnos cuyo n¨²mero de afiliaci¨®n a la Seguridad Social corresponde a otra persona.
Me van a perdonar, pero este art¨ªculo tiene truco. Todo lo que acaban de leer es cierto, pero pas¨® hace 18 a?os. Estas irregularidades las denunci¨® el Tribunal de Cuentas en el a?o 2002, tras investigar las m¨²ltiples anomal¨ªas que sindicatos y patronal cometieron entre los a?os 1996 y 1998 con los fondos p¨²blicos de la Fundaci¨®n para la Formaci¨®n Continua de Trabajadores, eso que conoc¨ªamos como el Forcem.
Llevamos dos d¨¦cadas sin control alguno sobre los cursos de formaci¨®n. Ni sobre sus resultados ni sobre su eficacia. Y ni nadie entonces ni nadie ahora hacen nada. El trapicheo ni siquiera era un secreto a voces. Es p¨²blico y fue advertido hace 18 a?os. No puede existir algo m¨¢s sonrojante que despilfarrar el dinero p¨²blico destinado a ayudar a los parados a encontrar trabajo. Ni nada m¨¢s vergonzante que hacerse rico con las subvenciones destinadas a ello. En un pa¨ªs con cinco millones de desempleados, la participaci¨®n de los empresarios y los sindicatos en estos tejemanejes desde hace un cuarto de siglo es de juzgado de guardia. Y la desidia, o lo que es peor el encubrimiento de las administraciones, al dejar sin control el dinero destinado a los parados, un fracaso de la democracia. Resulta frustrante que dos d¨¦cadas despu¨¦s de saltar las alarmas, el paro haya subido al mismo ritmo que la sinvergonzoner¨ªa con los cursos de formaci¨®n.
@jmatencia
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