¡®Esteladas¡¯ y gritos de independencia en el recital de Raimon
El idilio del cantautor con su p¨²blico catal¨¢n contin¨²a pese a sus declaraciones Soberano en la m¨²sica
Un Palau de la M¨²sica Catalana lleno hasta el ¨®rgano recibi¨® a Raimon con una calurosa ovaci¨®n de esas que ya emocionan desde el primer momento. Sin gritos ni proclamas, solo intensidad. El cantautor, camisa clara, pantal¨®n gris, guitarra en mano y sonrisa reposada, respondi¨® como es su costumbre aplaudiendo a su p¨²blico. Una imagen que se repite en la ciudad de Barcelona desde hace medio siglo, un idilio que no parece que nada ni nadie vaya a romper.
Un p¨²blico bastante maduro y tranquilo sigui¨® al cantautor a lo largo de m¨¢s de dos horas en una propuesta m¨¢s ¨ªntima que en ocasiones precedentes. Raimon, como suele ser tambi¨¦n su costumbre, habl¨® poco y nadie le pidi¨® ni explicaciones ni posicionamientos. Solo en los ¨²ltimos minutos de un recital denso y sosegado una numerosa parte del p¨²blico se alz¨® de sus asientos para gritar ¡°independencia¡± bajo un par de esteladas que, tras el descanso, aparecieron colgadas del primer piso casi como un objeto decorativo m¨¢s que nadie esgrimi¨®. Gritos de independencia que ya hab¨ªan surgido con naturalidad en conciertos anteriores de Raimon en Barcelona (quedaron grabados en su disco en directo en el Liceo hace un par de a?os) y que parec¨ªan deso¨ªr las recientes declaraciones del cantautor en las que manifest¨® que no es independentista.
La actuaci¨®n de Raimon comenz¨® a las 21.20, pero no se trataba del retraso m¨¢s o menos habitual de estos eventos. Justo antes de que pisara el escenario los ni?os de la escuela coral del Orfe¨® Catal¨¢ lo hab¨ªan ocupado con una aparente timidez que desapareci¨® completamente cuando comenzaron a cantar D¡¯un temps, d¡¯un pa¨ªs.
Cuando los ni?os abandonaron entre aplausos el escenario, Raimon propuso un recorrido con mucho de autobiogr¨¢fico que fue del Carrer Blanc de su X¨¤tiva natal hasta los poemas m¨¢s recientes pasando por las ineludibles referencias a la dictadura o al estado de excepci¨®n. Algunos poetas como Rois de Corella, Ausi¨¤s March o Joan Timoneda se inmiscuyeron entre esos recuerdos, pr¨¢cticamente sin comentarios, sin altibajos, como si todo estuviera ya dicho y ahora artista y p¨²blico pudieran relajarse y disfrutar de la m¨²sica, de la poes¨ªa y de los sentimientos compartidos que se desbordaron algo en temas tan anclados en la historia como A l¡¯any 40 o La nit, euforia sin palabras.
Y as¨ª discurri¨® tambi¨¦n la segunda mitad, Pere Quart y Espriu se codearon con poetas m¨¢s cl¨¢sicos pulsando las fibras m¨¢s sensibles.
La tanda de bises comenz¨® en un tono parecido con Veles e vents. En Jo vinc d¡¯un silenci, los aplausos clamorosos para la frase ¡°Qui perd els or¨ªgens: perd identitat¡± abocaron a buena parte del p¨²blico a ponerse en pie gritando ¡°independencia¡± ante la mirada serena y relajada de un Raimon que esper¨® pacientemente y, sin mediar m¨¢s palabras, arranc¨® con Al vent, coreado por todos.
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