La resaca
Diez a?os y una crisis despu¨¦s del F¨®rum, Barcelona es l¨ªder en turismo y est¨¢ mejor conectada, pero est¨¢ m¨¢s empobrecida
Aunque diez a?os no son nada en la historia de ciudades como Barcelona, el d¨¦cimo aniversario del F¨®rum 2004 brinda una magn¨ªfica oportunidad para reflexionar sobre su legado en el panorama cultural y arquitect¨®nico de la ciudad.
El F¨®rum Universal de las Culturas bebi¨® de la tradici¨®n barcelonesa de crear grandes momentos para transformar f¨ªsicamente la ciudad. Para ello, ide¨® un programa cultural de cinco meses que serv¨ªa de pretexto para la reordenaci¨®n urban¨ªstica de la zona noreste de Barcelona. Se superpon¨ªan as¨ª cultura y urbanismo, en un momento en el que la ciudad saboreaba a¨²n los efectos de los Juegos Ol¨ªmpicos, se hab¨ªa consolidado como destino tur¨ªstico, la inmigraci¨®n ya era un fen¨®meno propio (12,8%) y el crecimiento econ¨®mico aun no hac¨ªa presagiar la crisis que llegar¨ªa solo unos a?os despu¨¦s.
El F¨®rum nac¨ªa en plena euforia globalizadora (la candidatura se gan¨® en 1997) y part¨ªa de dos buenas intuiciones que en ese momento no eran tan evidentes. La primera defend¨ªa que la globalizaci¨®n no era solo un fen¨®meno econ¨®mico y tecnol¨®gico, sino que la creciente circulaci¨®n de bienes, informaci¨®n y personas ten¨ªa profundas consecuencias culturales. La segunda era la obsolescencia de las exposiciones universales en las que los Estados segu¨ªan mostrando su folklore en un modelo vetusto de pabellones nacionales.
El F¨®rum asum¨ªa como propia la p¨¦rdida de fuerza de las fronteras tradicionales y mostraba que la diversidad cultural es fuente de riqueza
El F¨®rum asum¨ªa como propia la p¨¦rdida de fuerza de las fronteras tradicionales y se adelantaba al futuro mostrando que la diversidad cultural es fuente de riqueza en un mundo con un destino cada vez m¨¢s com¨²n. De fondo, se refutaban las tesis de Samuel Huntington que, con su c¨¦lebre ¡°choque de civilizaciones¡±, propugnaba la imposibilidad de entendimiento entre civilizaciones que ¨¦l ve¨ªa como espacios culturales cohesionados, impermeables y homog¨¦neos. El del F¨®rum era un mensaje optimista y de paz en un mundo desolado por la guerra de Irak.
A partir de aqu¨ª, todo fue un desprop¨®sito. El programa cultural era una propuesta por agregaci¨®n donde se confi¨® en que la simple yuxtaposici¨®n de debates, exposiciones y festivales, sin conexi¨®n con el tejido cultural y social de la ciudad, crear¨ªa masa cr¨ªtica. Con esl¨®ganes pretenciosos como el de querer ¡°mover el mundo¡±, se apost¨® por una fiesta que cost¨® 323 millones de euros y apenas dej¨® legado en la red cultural local. Las actividades se celebraron adem¨¢s en un recinto cerrado, met¨¢fora de un urbanismo que se hac¨ªa de espaldas a la ciudad, apostaba por el monocultivo en Diagonal Mar y descuidaba la sutura con los m¨¢rgenes de la Mina y el Bes¨°s. Se cre¨ªa que la urbanizaci¨®n por s¨ª sola crear¨ªa tejido social, mientras que el edificio de Herzog & de Meuron se convert¨ªa en un nuevo icono desenraizado y dise?ado para ser fotografiado desde el cielo. Con el F¨®rum se enterr¨® tambi¨¦n el liderazgo p¨²blico en la cooperaci¨®n con el sector privado que hab¨ªa garantizado el ¨¦xito de la transformaci¨®n urbana de los Juegos.
De la falta de cr¨ªtica al F¨®rum de estos a?os podr¨ªa desprenderse un deseo colectivo de olvidar. Sin embargo, como en todo duelo, el silencio dice mucho de las heridas abiertas y el F¨®rum ya daba algunas se?ales del mundo que estaba por llegar.
Diez a?os y una crisis despu¨¦s, Barcelona es una ciudad l¨ªder en turismo y con un mayor porcentaje de poblaci¨®n inmigrante (18%). Es, en cierto modo, una ciudad mejor conectada con el mundo, pero tambi¨¦n una ciudad empobrecida, con un paro del 21% (10 puntos por encima de 2004), una cifra que se dispara si aceptamos sus periferias como parte integrante de la ciudad.
Se cre¨ªa que la urbanizaci¨®n por s¨ª sola crear¨ªa tejido social, mientras que el edificio de Herzog & de Meuron se convert¨ªa en un nuevo icono desenraizado
La Barcelona de 2014 sufre las consecuencias del estallido de la burbuja pero tambi¨¦n bebe de un momento ideol¨®gico m¨¢s global que consiste en el desprecio generalizado de lo p¨²blico. As¨ª, se consolida el liderazgo privado en la definici¨®n de las l¨ªneas estrat¨¦gicas del modelo urbano iniciado por el F¨®rum, mientras se cae en la fascinaci¨®n por la innovaci¨®n y las nuevas tecnolog¨ªas sin atender a sus efectos pol¨ªticos y sociales. La profunda crisis del sector cultural, faltado de ambici¨®n y con una precariedad generalizada, convive con el esp¨ªritu de un tiempo favorable al mero entretenimiento y contrario a las humanidades y a los criterios culturales de evaluaci¨®n.
Unir cultura y desarrollo urbano como quiso hacer el F¨®rum tiene sentido porque son dos ¨¢mbitos con muchos paralelismos. Son espacios que conectan lo privado con lo p¨²blico y se inspiran en la historia mientras proyectan imaginarios de futuro. Son a la vez espejo y motor de una sociedad que solo puede crecer con una sedimentaci¨®n lenta que sea respetuosa con su memoria y garantice tambi¨¦n los recursos para las pr¨®ximas generaciones. Son instrumentos que pueden contribuir a crear una sociedad m¨¢s justa si facilitan la igualdad de acceso a los espacios comunes y al conocimiento, porque as¨ª consiguen redistribuir riqueza y evitar la creaci¨®n de guetos. Renunciar a este potencial pol¨ªtico del urbanismo y la cultura es haber tirado la toalla en la lucha a favor de una sociedad m¨¢s democr¨¢tica.
Judit Carrera es polit¨®loga.
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