Mujeres inferiores
El machismo, como el de Ca?ete, levanta cabeza e incluso vuelve a no estar mal visto
Hace tres semanas escrib¨ªa en esta columna que las opiniones de Arias Ca?ete sobre seguridad alimentaria no eran simples gracias sino propias de los pol¨ªticos que necesita la Europa sometida al dictado de las grandes corporaciones que impulsan el Tratado de Libre Comercio con Estados Unidos.
Ahora, en plena campa?a, el cabeza de lista del Partido Popular dice que en el debate con Elena Valenciano no quiso mostrar superioridad intelectual ante una mujer inferior y acorralada para no parecer machista.
De nuevo se puede creer que ha dicho una simple chorrada sin importancia. De hecho, cuesta trabajo tomarse en serio a una persona como Miguel Arias Ca?ete que habiendo afirmado en p¨²blico que ¡°en Espa?a se vive mejor con menos dinero¡± se crea intelectualmente superior a alguien. Pero su machismo tambi¨¦n tiene trasfondo.
Como despu¨¦s de otras grandes crisis que han terminado con menor y peor provisi¨®n de bienes p¨²blicos para el cuidado, con salarios m¨¢s bajos y con m¨¢s empleo flexible y a tiempo parcial indeseado, en Espa?a hemos entrado ya en una etapa en la que ser¨¢ necesario m¨¢s trabajo dom¨¦stico no retribuido. Un trabajo esencial para la sociedad y que hist¨®ricamente se le ha impuesto a las mujeres como una actividad que es ¡°natural¡± a su condici¨®n e incluso a su psicolog¨ªa, a sus habilidades y a sus gustos.
Pero para que ellas lo acepten as¨ª ha sido preciso construir un imaginario de estereotipos y representaciones de las mujeres que las muestren y les hagan creer a ellas misma que efectivamente son inferiores intelectualmente, que les corresponden tareas y misiones distintas y complementarias a las de los hombres y que solo en el mundo dom¨¦stico ¡ªen donde no se precisa una gran dote intelectual¡ª gozan de superioridad innata frente a nosotros.
Unas veces de modo sutil y otras incluso mediante la violencia, nuestras sociedades han ido conformando ese ethos en el que mujeres y hombres encajan diferenciadamente para que la vida pueda reproducirse pareciendo que el poder y el disfrute muy superiores del hombre patriarca son algo natural e inamovible.
S¨®lo cuando las mujeres ¡ªcomo en los ¨²ltimos decenios¡ª rompen con ese ethos que las enclaustra injustamente se altera el equilibrio y la sociedad puede organizarse sobre valores m¨¢s igualitarios y mutuamente satisfactorios.
Pero ahora vivimos un proceso de reversi¨®n: menos gasto social y menos ingresos obligan a intensificar el trabajo dom¨¦stico y para que de nuevo sean las mujeres quienes se hagan cargo de ¨¦l en mayor medida es preciso resignificar su papel en la sociedad y volver a ¡°familiarizarlas¡±. Por eso el machismo, como el de Ca?ete, levanta cabeza e incluso vuelve a no estar mal visto, y por eso se va a extender cada d¨ªa m¨¢s entre nosotros.
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