El ¨ªdolo contradictorio
El m¨ªtico artista bonaerense se pone m¨¢s serio que nunca y presume de una banda muy s¨®lida, pero a¨²n as¨ª no logra evitar los altibajos
Para un m¨²sico que celebra las liturgias taurinas y balomp¨¦dicas como los m¨¢s elevados exponentes de la emoci¨®n humana debe resultar estimulante que su p¨²blico amenice la espera coreando O¨¦ o¨¦ o¨¦. Hay algo de vieja gloria maradoniana en su aspecto actual: el pa?uelo anudado en la frente, las gafas oscuras, la camiseta negra y esa pose chuleta pero algo r¨ªgida, como si a sus casi 53 a?os le siguiera abrumando la responsabilidad de acaparar las miradas. Son las contradicciones del rockero orgulloso, altivo e incontinente al que luego le atenazan sus propias inseguridades, el ¨ªdolo que traduce sus temores incluso al ¨¢mbito espacial. Porque Andr¨¦s dispone a sus cuatro m¨²sicos ¡°de campo¡± ¨Capuestos, elegantones y brillantes- en primer¨ªsima fila mientras ¨¦l, desastrado y huidizo, resguarda su aureola de ¨ªdolo un par de pasos por detr¨¢s.
Calamaro se ha puesto muy serio con esta gira de Bohemio, lo que le honra, y ayer afront¨® su primero de los dos llenazos en La Riviera con el prop¨®sito de suministrar una buena raci¨®n de ese rock latino sin el que mucha m¨²sica espa?ola posterior, comenzando por Rub¨¦n y Leiva, habr¨ªa sido inconcebible. L¨¢stima que m¨²sico y personaje siempre andan a la gresca en el caso del bonaerense, lo que propicia la alternancia de exquisiteces y patinazos. El m¨¢s aparatoso, una presunta jam session que solo puede explicarse, en el mejor de los casos, como un par¨¦ntesis mingitorio.
Andr¨¦s y sus chicos de negro arrancan ense?ando m¨²sculo y colmillo con la muy rockera Input output, uno de los t¨ªtulos salvables en aquella debacle megal¨®mana que fue El salm¨®n. Luego muestran credenciales con tres de sus obras para la posteridad: A los ojos, Te quiero y Cr¨ªmenes perfectos, esta ¨²ltima aderezada con un lanzamiento de montera al p¨²blico. Y como todo marcha razonablemente bien, hasta podemos obviar que las variaciones vocales en Te quiero quedan m¨¢s desastradas que dylanianas.
Calamaro apuesta fuerte con el repertorio (la verbena popular en Tuyo siempre, el delirio disco de Loco), la banda se desenvuelve como una apisonadora (excelentes los dibujos al bajo de Mariano Dom¨ªnguez) y Bohemio incluye algunos de los t¨ªtulos m¨¢s decentes de su firmante en a?os. Pero en mitad del concierto llega el mencionado par¨¦ntesis autocomplaciente del sexteto, una gigante nader¨ªa que su instigador, para mayor disparate, atribuye al influjo de Ornette Coleman. Y, por apelar al lenguaje futbol¨ªstico, a partir de ah¨ª cuesta mucho remontar el partido.
El ilustre porte?o solo lo consigue en el tramo final, con los salvavidas de Sin documentos y esa Flaca perfecta, puro coro y estribillo, un revitalizante hasta para quien ha estado a punto de estamparse contra el suelo. Alta suciedad es un bis magn¨ªfico, seguramente porque hoy suena a¨²n m¨¢s vitri¨®lica y cargada de significado que en 1997, pero el ep¨ªlogo de Los chicos supone una concesi¨®n a un rock con tan poco matiz como un lingotazo de calimocho. Al final, la noche no estaba para tantas finuras como nos promet¨ªamos.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.