Las canciones hacen furor
Formaciones con muchos m¨²sicos en escena y repertorios con orientaci¨®n pop marcaron la primera noche del S¨®nar
Hubo un tiempo en el que las canciones no anidaban en el S¨®nar, territorio de largos desarrollos pilotados por los disc-jockeys en sus sesiones o por los ruidistas en sus improvisaciones. La idea de canci¨®n, de pieza m¨¢s o menos breve auto conclusiva y a ser posible con estribillo, no formaba parte del ideario no tanto del festival como de los artistas que lo visitaban para participar sus hallazgos. Este proceso se ha invertido hace tiempo, no es noticia, pero en la noche del viernes el S¨®nar vio el triunfo de diversos artistas que montaron sus conciertos en torno a esa idea de canci¨®n, de vi?eta m¨¢s o menos aislada de su entorno que puede ser memorizada, coreada y bailada por la asistencia. Puede as¨ª decirse que el regusto pop de propuestas como las de R?yksopp con Robyn, Woodkid, Caribou o Moderat se hicieron con la muchedumbre que se movi¨® por los inmensos hangares del S¨®nar nocturno, esa descomunal cueva destinada al baile cuyas dimensiones apenas son aprehensibles hasta que se atraviesan.
Vaya por delante el dato: muchedumbre. Que nadie se asuste, exceptuando algunos accesos puntuales, caso de los que conduc¨ªan a los escenarios de Moderat o Caribou cuando estaban actuando, el tr¨¢nsito por el hormiguero, dividido en cuatro grandes zonas, dos exteriores y dos bajo techo, es razonable. Ocurri¨® que las actuaciones m¨¢s concurridas no se ubicaron en el escenario central, el Club, donde las actuaciones de R?yksopp y, de manera especial Pretty Lights, no concitaron la atenci¨®n de las masas, m¨¢s proclives a la electr¨®nica amable y sentida de Woodkid y Caribou, propuestas que, en consonancia con el triunfo del formato canci¨®n, ofrecieron directos con banda convencional.
Tambi¨¦n fue el caso de la colaboraci¨®n que pintaba estrella de la noche, la del d¨²o noruego R?yksopp y la cantante sueca Robyn, que lleg¨® a tener en escena a diez m¨²sicos, dos de ellos bater¨ªas, por si no hubiese bastante con los ritmos digitales. Pareci¨® que el famoso axioma "que no farte de n¨¢" se est¨¢ expandiendo en un mundo antes reconocido por su minimalismo y amojamada austeridad. No s¨®lo en m¨²sicos, sino tambi¨¦n en propuesta de concierto, ya que lo que pintaba como una actuaci¨®n conjunta se convirti¨® en un 3 en 1. A saber: concierto de R?yksopp, concierto de Robyn y concierto entre ambos. No fue precisamente una demostraci¨®n de dinamismo. Todo ello sirvi¨® para evidenciar que Robyn se comi¨® a los noruegos y en plan estrella pop, perfil Madonna, para entendernos, destap¨® a la gran cantidad de extranjeros presentes en su escenario, ¨²nicos que coreaban temas como With every hearbeat o Dancing on my own. El momento culminante del show lleg¨® con todos en escena, instante de presentar las piezas de Do it again, el disco resultado de la colaboraci¨®n entre grupo y estrella. Pero al sonar Monument o Do it again, la multitud ya se hab¨ªa deshilachado. Ni el aparatoso despliegue de luces la retuvo.
El sonido hinchado, tambi¨¦n en forma de canci¨®n, de Woodkid recogi¨® a parte de los fugados, a los que entreg¨® un concierto en el que cada gesto ten¨ªa algo de barroco o ¨¦pico en su adn. Tal parece que hoy en d¨ªa se ha de remachar con gestualidad, engrandecimiento, ¨¦pica o acentuado lirismo, el sentimiento que palpita bajo cada canci¨®n. Bienvenidos al mundo de lo sobre explicado, de los mapas con el camino trazado, all¨ª donde no ha de quedar duda de que el artista es sensible y le aquejan problemas humanos que resuelve con melod¨ªas tirando a tiernas, caso de Caribou un artista fino, canadiense y matem¨¢tico, l¨ªrico y mel¨®dico. No suena precisamente arrebatador, ni tan siquiera pasional, sino a m¨²sico educado y pulcro. Una multitud, muchedumbre, le agradeci¨® su estilismo sonoro.
Por su lado, el escenario grande, ocupado por una sesi¨®n de dubstep a cargo de Flux Pavilion -?qu¨¦ les pasa a los ingleses con Queen?, ?ser¨¢ que en todos palpita un hooligan que se destapa cantando el We will rock you como afirmaci¨®n de su rudo hedonismo?- dio paso al hip-hop electr¨®nico y a la m¨²sica negra descacharrada y con perfil grueso de Pretty Lights. El m¨²sico norteamericano no encontr¨® apoyo del p¨²blico, que ya a esas horas parec¨ªa pedir algo menos intrincado, m¨¢s expl¨ªcito, veloz y zapatillero. Lo hab¨ªan encontrado un poco antes con Moderat, aunque en su versi¨®n germana, contenida y a la vez marcial, no estrictamente bailable y por ello m¨¢s sutil con los pies. En un escenario muy bien pensado, compuesto por dos paneles que se cruzaban como en una puerta giratoria, la multitud encontr¨® su dosis de ritmo con voz, de canciones de corte cl¨¢sico ambientadas con las im¨¢genes de sus discos. De las m¨¢s celebradas, el saltador de toro, no se sabe si min¨®ico o sanferminero, que acompa?¨® la interpretaci¨®n de Last time. Tras ellos, la noche se abri¨® a la impenitencia del baile y la muchedumbre se abandon¨®.
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