Y la nave va

Sin zozobras, rumbo seguro y destino fijado. El S¨®nar, un festival que no fundamenta su sentido en las cifras a palo seco, las tiene a favor. Seg¨²n datos de la organizaci¨®n, la edici¨®n que se cerr¨® la pasada noche habr¨¢ recibido la segunda mejor cifra de asistencia de su historia, unas 109.000 visitas que adem¨¢s arrojan un r¨¦cord de participaci¨®n en las actividades diurnas, que a su vez recibieron 52.000 visitantes. Ello confirma la idoneidad del cambio de recinto a la Fira, que este a?o ha visto mejorada su habitabilidad con la redistribuci¨®n de espacios. Por si fuera poco, el festival se realizar¨¢ en ocho ciudades del mundo, sum¨¢ndose a la lista de las sedes Santiago de Chile y Bogot¨¢. Metidos en arena art¨ªstica, en la tarde de ayer destac¨® sobremanera Neneh Cherry, una artista que dignifica cualquier escenario, mientras que por la noche destacaron Massive Attack, que estren¨® su nuevo espect¨¢culo.

Porque el S¨®nar, que busca su sentido como referente cultural y dinamizador de la creatividad, proyectando una Barcelona que vaya m¨¢s all¨¢ de las tapas, Bar?a y Gaud¨ª, no se queda en las conferencias, en las presentaciones de nuevos ingenios o en las sorpresas, como la que ayer depar¨® Silvia P¨¦rez Cruz al sumarse a las pruebas de un nuevo instrumento. En el S¨®nar tambi¨¦n cuenta el apartado art¨ªstico, pues al fin y a al cabo eso es lo que los visitantes, procedentes de 99 pa¨ªses, se llevan de vuelta a casa. Y estuvieron de enhorabuena quienes vieron la actuaci¨®n de Neneh Cherry, una artista no sometida al estrellato.

Su concierto tuvo lugar en el Hall, una sala de audiencias de Juego de Tronos. Sus cortinajes bermell¨®n palidecieron bajo la luz irradiada por Neneh, una artista que transmite pasi¨®n cuando est¨¢ en el escenario, incluso cuando est¨¢ fuera de foco, movi¨¦ndose en la oscuridad. La acompa?aron los dos m¨²sicos que dan forma a RocketNumberNine, con quienes ha facturado su excelente Blank Project, disco terso e industrial que ejerci¨® de columna vertebral de su pase, cerrado con su pret¨¦rito hit Buffalo stance. Con bater¨ªa y maquinaria tuvo Neneh de sobra para imponer su versatilidad como int¨¦rprete y su potencia y carisma como artista, un carisma nada forzado, sofisticado o moderno sino aplastantemente natural, que no ingenuo o na?f .

Ella fue la reina de una tarde que permiti¨® seguir una sesi¨®n de Matthew Dear metido dentro de una circunferencia construida con tri¨¢ngulos equil¨¢teros que ten¨ªan iluminados sus contornos. Hab¨ªa algo de c¨®mico al ver al m¨²sico disparando su inc¨®moda electr¨®nica para un baile retorcido en lo que parec¨ªa la taquilla de un trasbordador espacial. Pero en fin, si para revolucionar la est¨¦tica de los conciertos hay que convertirse en taquillera, all¨ª estar¨¢ el S¨®nar para permitir el experimento. Al que se le fue la mano con el espect¨¢culo, hasta convertirlo en una fantochada, fue a Kid Koala, como siempre disfrazado de koala. El chiste obliga. Su show no tuvo ritmo, ni direcci¨®n, ni gracia, todo y que presentase en catal¨¢n, ?estar¨¢ al corriente del gran tema?, la canci¨®n favorita de su madre, Moon river. Buen gusto, mam¨¢.