Los comediantes de la rumba
La gira de Estopa A solas no pretende ser un concierto al uso, sino casi una reuni¨®n de amigos en una sala de estar gigante
¡°Les recordamos que est¨¢ permitido hacer fotos y subirlas inmediatamente a las redes sociales¡±. Desde antes incluso de subirse el tel¨®n en el Teatro Nuevo Apolo, en la primera de las cuatro noches consecutivas con todo el papel agotado, la megafon¨ªa se encarga de sugerir el tono de cuanto suceder¨¢ durante las dos horas siguientes. Porque lo de Estopa en su gira A solas no pretende ser un concierto al uso, sino casi una reuni¨®n de amigos en una metaf¨®rica sala de estar gigante.
En las propuestas de radical desnudez siempre queda la duda de si el artista aspira a ofrecer una perspectiva singular sobre su obra o solo a minimizar gastos. En el caso de los hermanos Mu?oz, dos voces y otras tantas guitarras por todo arsenal sonoro, estamos tentados a creernos lo primero: son lo bastante cercanos, c¨®mplices y emp¨¢ticos como para que su camarader¨ªa suene sincera. Los 15 a?os de rodaje no les han hecho perder la chispa canalla, charnega y suburbial, y hasta dir¨ªamos que la mordaz picard¨ªa de algunos versos, esa ternura de litrona compartida a la luz de la luna (¡°los ¨¢rboles tienen sue?o¡±), gana verosimilitud desde la crudeza, en la distancia corta.
Porque resulta f¨¢cil imaginarse a Jos¨¦ y David, tipos de gracejo a ras de suelo, trasteando juntos y a horas tard¨ªas a la caza de una nueva rumbita.
Hay en este A solas algo de El club de la comedia en simp¨¢tica versi¨®n calorra, con espectadores a los que se invita a cervecitas, di¨¢logos salerosos sobre petas y otras maldades menores, lanzamiento de frisbees, cameos en off de los colegas (Joaqu¨ªn Sabina, Andreu Buenafuente), prudentes reivindicaciones sociales y hasta una seguidora que pudo cantar con los hermanos la canci¨®n que ella misma escogi¨®, Naturaleza.
La sala se convierte en un karaoke devocional, libre y desmadrado desde la inaugural Tan solo, una de esas cr¨®nicas de desarraigo con las que los Mu?oz se erigen en parientes no tan lejanos de la familia Iniesta (la de Robe, claro). Y los mejores momentos se viven precisamente con esos temas de car¨¢cter m¨¢s desgarrado y epid¨¦rmico, desde Ojitos rojos a Monstruos o Coraz¨®n aerodin¨¢mico.
El invento nos descubre a un par de ins¨®litos comediantes de la rumba, en particular en el caso de Jos¨¦, m¨¢s relegado a un segundo t¨¦rmino cuando Estopa ejerce como banda de pabell¨®n y su hermano centraliza todo el desparpajo y la voz cantante.
Pero queda la sospecha de si los chicos no estar¨¢n ganando tiempo para coger carrerilla y decidir hacia d¨®nde encaminan sus pasos. Tras una carrera de inicios fulgurantes, Jos¨¦ y David han de seguir recurriendo todav¨ªa a aquellos primeros fogonazos de ingenio. Y a estas alturas, s¨ª o s¨ª, les va tocando mover ficha.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.