Pol¨ªtica contra la crisis
La acci¨®n pol¨ªtica puede permitir recuperar su maltrecha credibilidad a los poderes p¨²blicos
Eurodiputados cobrando en fondos de pensiones con SICAV de por medio en Luxemburgo; redadas policiales que acaban con alcaldes, concejales y empresarios detenidos; aforamientos reales expr¨¦s en el pa¨ªs del mundo que m¨¢s aforados tiene; o camas de hospitales que se cierran con la excusa de las vacaciones de verano y no vuelven a ponerse al servicio de los ciudadanos nunca m¨¢s. Son cuestiones que esta misma semana han saltado a la actualidad y que explican por qu¨¦ aflora de manera generalizada la desconfianza en pol¨ªticos e instituciones y cu¨¢l es el motivo por el que surgen de las urnas con vigor nuevos movimientos que algunos tachan de populistas y otros de regeneracionistas.
Demagogia, populismo, caudillismo¡ muchos t¨¦rminos despectivos son utilizados como arma arrojadiza contra las opciones pol¨ªticas que pretenden dar respuesta a esta situaci¨®n planteando un radical pase de p¨¢gina. Son movimientos que han funcionado a la contra y que tienen que demostrar su capacidad propositiva en el ejercicio democr¨¢tico del poder. Las urnas se encargar¨¢n de ello. Pero mientras se atiza interesadamente la pol¨¦mica sobre si son galgos o podencos y se organiza un concurso sobre si son autoritarios o no sus proyectos de futuro, quienes est¨¢n en el poder repartiendo patentes no muestran el m¨¢s prop¨®sito de enmienda. No hay atisbos de arrepentimiento. Es como si desde?aran la oportunidad de prestigiar su maltrecha imagen pol¨ªtica con una acci¨®n propositiva para combatir el peor de los males: el agrandamiento de la brecha social. Los hechos hablan por si solos. Porque mientras el producto interior bruto crezca en Espa?a por debajo del 2%, una cifra a todas luces insuficiente para generar empleo, buena parte de las medidas legislativas no pueden orientarse como ahora sucede a abaratar el despido y a fijar el techo de d¨¦ficit sin reparar en los destrozos y cad¨¢veres que dejan en el tejido social.
En Espa?a se ha duplicado el n¨²mero de trabajadores en riesgo de pobreza desde 2004. Un 12,25% de los asalariados -en 2004 era un 6%- cobra un salario igual o menor al m¨ªnimo interprofesional: 8.979 euros al a?o. Compartimos las inquietantes posiciones de cola con Rumania y Grecia. La reforma fiscal el Gobierno central rebaja 4,75 puntos porcentuales las deducciones de IRPF aquellos que cobran sueldos anuales de 12.000 euros. Es el mismo descenso que obtienen quienes cobran entre 175.000 y 300.000 euros y un poco menos que quienes perciban m¨¢s de 300.000 euros, que ven reducido el tipo marginal en 5 puntos. Se puede argumentar que esa rebaja a quienes cobran m¨¢s de 300.000 euros es irrelevante. Y quiz¨¢s sea cierto. Como tambi¨¦n es irrelevante la partida de apenas mil millones que se va recaudar con la tributaci¨®n a la que se someter¨¢ a las indemnizaciones por despido. Pero molesta, como recordaba en estas p¨¢ginas Xavier Vidal-Folch, que se grave una renta no buscada (por despido) y que se haga cuando supere los modestos 20.000 euros. Se contrae la reducci¨®n general a las rentas del trabajo de 2.652 a 2.000 euros, mientras la tributaci¨®n de las plusval¨ªas m¨¢s especulativas se equipara a la baja con las dem¨¢s.
Entre buena parte de la poblaci¨®n se ha instalado la sensaci¨®n de que estamos ante unas instituciones y partidos que no dan batalla contra la precariedad y la exclusi¨®n social. Entre los ciudadanos de Catalu?a y Espa?a no impera la idea de que desde el poder se act¨²e como ¨¢rbitro equitativo en el reparto de la austeridad. M¨¢s bien al contrario. Faltan iniciativas cre¨ªbles. Una de ellas, por ejemplo, ser¨ªa incrementar la lucha contra el fraude fiscal, que en Espa?a ronda, por la franja baja, los 70.000 millones de euros anuales, de los que 16.000 corresponden a Catalu?a. La legislaci¨®n se revela in¨²til, pues Espa?a y, singularmente Catalu?a, cuenta con un marginal de IRPF de los m¨¢s altos de Europa. Igual que sucede con el impuesto de sociedades. Se trata, pues, de una cuesti¨®n de voluntad pol¨ªtica de quienes gobiernan la Agencia Tributaria que son los mismos que llevan las riendas del Gobierno espa?ol.
Tambi¨¦n en Catalu?a hace falta m¨¢s pol¨ªtica y menos declaraciones de campanario. Un hospital p¨²blico de referencia como Bellvitge ha pasado de tener 906 a 621 camas, un 31% menos en cinco a?os. En cada colada de medidas veraniegas se han perdido una media de m¨¢s de 50 camas estructurales. Este mes de agosto pretenden cerrar unas 200 camas de las 600 actuales en el citado hospital. Aseguran que van a volver a reabrirlas, pero la experiencia habla por s¨ª sola. Todo ello contribuye a que aumente la impresi¨®n de que la propiedad p¨²blica no es la propiedad de todos, sino la que utilizan los gobiernos a su antojo. Por eso el control democr¨¢tico de las instituciones es algo a lo que los ciudadanos no pueden ni deben renunciar. Y acordarse en las urnas.
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